Diversidad, biología, evolución, ecología, pesca, conservación, evolución, con especial atención a las especies presentes en Galicia.

sábado, 29 de abril de 2017

Los peces de la boca terrible (1946)

«El Carcharias littoralis, es un pariente del tiburón azul, con dos peces escuderos que le acompañan constantemente. Éstos se adhieren con las ventosas localizadas en su cabeza a los barcos o a los tiburones y de este modo se dejan transportar a través de los mares.»
Una vez más volvemos al pasado, esta vez a un pasado bastante reciente para lo que os tengo acostumbrados, con un texto especialmente delicioso procedente de de una vieja enciclopedia del reino animal publicada por Espasa-Calpe en el año 1946, cuyo primer tomo ("Los animales acuáticos y de las regiones polares") tuve la inmensa fortuna de conseguir en una librería de lance de Santiago hace un tiempo.
Como curiosidad, la traducción del alemán fue realizada nada menos que por José María Sacristán, neuropsiquiatra discípulo de Ramón y Cajal y fundador de la primera revista de psiquiatría publicada en España, Archivos de Neurobiología.
     Aquí tenéis el capítulo completo dedicado a los tiburones (pp. 542-547), que no tiene desperdicio, incluidas las reflexiones iniciales. Como siempre, respeto escrupulosamente las grafías y puntuación del texto original. Tan solo he añadido un listado alfabético de correspondencias con los nombres científicos vigentes en la actualidad, así como una serie de notas a pie de página para aclarar algunas dudas y facilitar, cuando es posible, la identificación de las especies. Las fotografías pertenecen al original.

EL REINO DE LOS ANIMALES
EL ANIMAL EN SU MEDIO AMBIENTE

Por los doctores 
ARTHUR BERGER Y JOSEF SCHMID

Con informes originales y descripciones de animales tomadas de naturalistas, cazadores y viajeros.

(Traducción del alemán del Doctor José M. Sacristán.)

***

Los peces de la boca terrible

     Las ideas que el hombre primitivo tiene del animal ponen de manifiesto tanto su valor como su «buen corazón». Lo que es de mayor tamaño que él es peligroso; lo que se mueve de modo distinto que él, inquietante, maligno o incluso venenoso. En estos recelos respecto de los animales se halla implícita la idea inconfesada de que todo lo que tiene otro ser de particular lo emplea principalmente para perjudicar. Llama la atención sobremanera este criterio respecto de las pequeñas serpientes, las serpientes del grueso de una paja, hasta de 15 centímetros de longitud, que se encuentran en los países tropicales. Su boca es precisamente lo suficiente grande para tragar hormigas o pequeñas orugas, y con ella no consiguen agarrar un dedo humano; pero en sus extremos cefálico y abdominal se hallan redondeadas y tienen, por tanto, la forma de dos cabezas, lo que ha engendrado la idea en las diferentes partes de la Tierra (por ejemplo, en los chinos del Sur y en los negros del Senegal) de que son tan venenosas porque tienen dos cabezas, con objeto de transmitir al morder grandes cantidades de veneno.
     «Por lo que respecta a los tiburones —dice William Beebe—, les ha sido concedido por la leyenda y la fantasía lo que nunca llegaron a poseer. A nosotros los hombres nos gusta construir con cosas que en sí mismas son admirables un espantapájaros de paja y papel; lo inflamos después con aire caliente, lo contemplamos, gritamos y echamos a correr espantados. El grito anunciando una «serpiente» o un «tiburón» es suficiente para despertar el pánico en las almas asustadizas. En todos estos temores existe igual cantidad de verdad: de las 2.300 especies, aproximadamente, de serpientes que viven hoy, menos de la centésima parte son realmente peligrosas, y desde el comienzo de la historia de la Tierra ha habido ciertamente casos de tiburones que han atacado al hombre; pero quien en general condena a estos animales no debe nunca utilizar un automóvil, porque los automóviles han atropellado y matado hombres...
     »En Cocos hay tres clases de tiburones. Los de manchas blancas y los insulares¹ son nómadas, de costumbres semejantes a las de los buitres. No despiertan temor alguno a los peces pequeños y débiles; van siempre en busca de animales heridos o muertos. Son predominantemente necrófagos, y cuando empleamos la dinamita los tiburones limpian el agua y las aves la superficie de víctimas más pequeñas que quizá habían escapado a nuestra atención...
     »La capacidad de la fantasía humana, que llega a ver lo que cree que ve, es asombrosa. Mientras me hallaba dominado por el temor a los tiburones, que los libros y las historias me habían enseñado a temer, veía yo a estos animales de 1,75 hasta 2,75 metros de longitud, dotados de fauces espantosas, como seres que muestran los dientes burlonamente. Después que al fin les hube conocido como necrófagos inofensivos, desaparecieron todos estos rasgos de su carácter y los consideré como en realidad son: cobardes, perezosos, torpes y sin mandíbulas. Un múgil pesa mil veces más que un tiburón y es doblemente valiente.
     »Por lo que respecta al tiburón-tigre, que por lo demás en mi dominio puede llegar a una longitud de nueve metros², me abstengo de decidir acerca de su peligrosidad. Yo he visto que ejemplares de tamaño mediano se acercaban hasta dos metros de mí sin manifestar intención alguna mala, sino curiosidad; pero también he visto cómo un tiburón-tigre, ante la vista de un grupo de machos de gran tamaño, agarraba con los dientes una cría de león marino como si fuese un pez vario; asimismo he observado que a veces su aspecto infundía miedo a los peces, y lo he tomado en cuenta. Prefiero considerarle como un tipo con el cual no puede uno contar. Puede de ordinario no ser peligroso; sin embargo, me tranquiliza saber que entre dicho animal y yo hay una escala de hierro, si es que tengo que habérmelas con él.»

(Tomado de William Beebe: Arkturus-Abenteuer. Con autorización de la Editorial F. A. Brockhaus, Leipzig.)

     De un modo semejante se manifiestan todos los técnicos conscientes de su responsabilidad. Schauinsland escribe sobre la especie Carcharias³ lo que sigue:
     «En un lugar del Rif, que habían elegido como residencia favorita, eran realmente tan frecuentes que en la marea baja, cuando nadaban cerca de la superficie y sus espinas dorsales surgían del agua, podían contarse por centenares... Nosotros (es decir, el señor y la señora Schauinsland) los pescábamos de ordinario metiéndonos en el agua hasta las caderas, y arrojábamos al más próximo un arpón sujeto a un cable. Cuando el animal había sido acertado, entonces era preciso encaramarse inmediatamente a un bloque de corales, porque si al principio parecían tan inofensivos, ahora se habían tornado furiosos. Me parece que entre los tiburones, del mismo modo que se ha referido de otros animales, los hay antropófagos, los cuales sólo después de haber gustado este raro bocado tratan preferentemente de buscar tan preciosa caza. Tampoco en Laysan tuvo gusto en ello ningún tiburón, porque aunque todas las tardes buscábamos el descanso nadando en las tibias aguas, no nos molestaron, como tampoco nada nos ocurrió durante todo el tiempo que duró nuestra visita a la isla de los trabajadores de guano, donde nunca se produjo ataque alguno al hombre.»

(Tomado de Hugo Schauinsland: Drei Monate auf einer Koralleninsel.)

«El Scyllium en sus juegos amorosos.»
     «El tiburón, por decirlo así, no se halla formado por la Naturaleza para capturar a un hombre que nada sobre la superficie del agua —dice Arthur Berger—. Su boca se encuentra, como es sabido, en la cara inferior de la cabeza y bastante más atrás del extremo del hocico. Por esto se explica que capture su presa, o el cadáver de ella, arrastrándose sobre el fondo del agua, aunque en el mar abierto tiene que apresarla nadando por encima de ella. Pero frente a un hombre que nada en la superficie del agua, tiene que dar la vuelta para poder atraparle, y como el tiburón vira relativamente despacio, da ocasión a los buenos nadadores a escapar a su ataque sumergiéndose más. Me refirió una señora de Kapstadt que de este modo pudo ella salvarse. Para ello es necesario muy buena capacidad de sumersión y de sangre fría —del mismo modo que para hundir los pulgares en los ojos de un tigre que ha hecho presa en un individuo, modo de defensa que se recomienda en China—. Pero que también los buenos nadadores han sido ocasionalmente apresados por los tiburones, lo demuestra un buzo de Aden, cojo conocido de muchos viajeros, al cual uno de estos peces le arrancó una pierna de un bocado. En Méjico, lo mismo que en Samoa y en las islas Hawai, se practica aun hoy la «caza del tiburón como deporte». En el momento que el animal se halla a la vista, un indígena nada lo más cerca posible de él, da vueltas a su alrededor, bucea y le abre el cuerpo con un cuchillo.»
     El tiburón polar es una de las especies que a causa de su aceite es muy perseguido, especialmente por los noruegos y rusos. Un animal adulto proporciona en otoño de uno a seis quintales de aceite. Un bote destinado a la pesca del tiburón lleva una tripulación de cuatro hombres y echa el ancla a 200 kilómetros de la costa. R. Andrée refiere sobre ello lo siguiente:
     «En un depósito agujereado se echa aceite, sebo u otra grasa y se hunde en el agua después de haberle lastrado con una piedra. La grasa se filtra por los agujeros del recipiente, la corriente del agua la arrastra y extiende en torno un intenso olor que seduce desde lejos a los tiburones. Acuden éstos ansiosos, pero un gran aparejo de pesca les espera: un gancho amarrado a una cadena de hierro (el animal, con sus dientes afilados como un cuchillo, partiría sin esfuerzo el más recio chicote). Mientras con ansia atrapa el cebo, muerde el gancho. Con todas sus fuerzas tres pescadores tratan de izar al prisionero a la superficie del agua. El cuarto pescador, que tiene que ser muy hábil, espera en la parte anterior del bote con un martillo en la mano que pesa 20 libras. Cuando aparece la cabeza del tiburón en el agua, descarga sobre ella un terrible golpe, que deja al pez inmediatamente atolondrado. Los marineros le dan la vuelta y le abren el vientre. Después de que el aceite ha sido extraído y se ha recogido, se infla la vejiga natatoria del animal con un tubo, se le separa del gancho y se le arroja al mar. El tiburón muerto no se hunde; de lo contrario sería comido por sus compañeros, y ninguno de ellos acudiría ya al cebo preparado.» 

(Tomado de Richard André: Der Kampf um den Nordpol. Editorial Verlhagen und Klasing, Bielefeld Y Leipzig.)

    *

     Los tiburones se hallan en todas partes, pero principalmente en los mares cálidos; se conocen aproximadamente 400 especies, y la mayoría de ellos son excelentes nadadores. Por todas partes se les persigue y se les pesca con facilidad, gracias a su gran voracidad, mediante recios anzuelos con un cebo apropiado a su gusto. El tiburón de espina, el martillo —llamado anteriormente tiburón gigante—, son perseguidos a causa de su aceite (almacenado principalmente en su hígado, de voluminoso tamaño). Las especies más pequeñas del mar del Norte, y accidentalmente también del mar Báltico, son el tiburón de espina, gato, perro, pulido; su carne se vende en el mercado. La especie de mayor tamaño del mar del Norte y del Báltico es el tiburón arenque; el tiburón polar y el azul son huéspedes extraviados llegados al mar del Norte.
     Los ejemplares más pequeños son los de la especie Scyllium, hasta de un metro de longitud; sus conocidos huevos, llamados «ratones marinos», se hallan sujetos a las plantas marinas con largos cordones en forma de zarcillos. El Acanthias vulgaris llega, aproximadamente, a un metro de longitud y 10 kilogramos de peso. Es vivíparo, y al final del otoño se pesca en gran cantidad en Heligoland. Las espinas de su aleta dorsal las emplea con destreza y causa con ellas terribles heridas. Su piel se usa para pulimentar. Los desperdicios de lo que resta en ellos de aprovechable se utilizan como abono.
«Ratones de mar», huevos de Scyllium.

     El tiburón de mayor tamaño, mayor viveza y voracidad del mar del Norte y del Báltico oriental es el Lamna cornubica, de 3 a 4 metros de longitud, de cabeza prolongada en forma de nariz. Ataca en ocasiones a los bañistas y es muy frecuente en todos los mares del norte del Atlántico y del Pacífico. En todo el Atlántico (incluído el Mediterráneo) y en la totalidad del océano Pacífico abunda el Alopecias vulpes; llega hasta 5 metros de longitud, de los cuales la mitad está formada por la cola; caza en grupos peces vivos (arenques, sardinas, anchoas), y cruza, azotando el mar con la cola, los bancos, manteniendo reunidos a los peces que los forman, por lo que puede devorar a sus víctimas en grandes cantidades.
     El grupo más conocido es la especie Carcharias, de la cual, a su vez, lo que más el C. glaucus, de una longitud máxima de 6 a 7 metros¹⁰. Vive en el océano Atlántico (incluído el Mediterráneo); posee parientes en los océanos ͍ndico y Pacífico, y la mayor parte de todas las historias de aventuras y horrores relativas a los tiburones se refieren a él.
     Una de las formas que más llama la atención, casi podía decirse la «más atrevida» de la totalidad de la familia de estos peces, es el tiburón polar (Laemargus borealis; el haakjerring de los noruegos), de 6 a 8 metros de longitud. Habita principalmente los mares profundos y superiores y caza peces, así como pequeñas y grandes ballenas, a las cuales arranca pedazos del cuerpo, del tamaño de un coco, hasta que sucumben. Se considera inofensivo para el hombre.
     Estamos totalmente de acuerdo, sin embargo, con Arthur Berger cuando refiere que, «no obstante, perdura una impresión muy inquietante en los botes pequeños que van a la caza de patos, cuando les rodean un par de gigantescos tiburones polares. Sabemos, en efecto, que el tiburón polar es inofensivo para el hombre —los libros de Zoología nos lo enseñan—; pero ¿podemos saber si todos los tiburones también lo saben, y pensamos, cuando se acercan a nosotros, que lo saben?»
     Los tiburones vivientes de mayor tamaño son: el tiburón gigante (Selache maxima), que alcanza una longitud de 10 a 12 metros y un peso de varios miles de kilogramos; vive al norte del océano Atlántico y pude llegar, como ya se dijo, ocasionalmente hasta el mar del Norte. Además, un pariente del Lamna cornubica, el Carcharodon rondeleti, que igualmente mide de 10 a 12 metros¹¹, habitante de las zonas calientes que se extienden desde Australia hasta el Mediterráneo; no se conoce nada acerca de sus modos de vida. El gigante de estos animales es el tiburón rugoso, que alcanza hasta 20 metros¹².
     En el océano Pacífico se han capturado con la jábega dientes de tiburón de una especie de Carcharodon, de 13 metros de talla y 10 de anchura en la base¹³. ¿Existe aún este monstruo en la profundidad del mar o se ha extinguido recientemente? Probablemente ha ocurrido esto último. Formas totalmente curiosas son las del tiburón-martillo, llamado así por la forma particular de su cráneo, única en el reino animal. Pertenecen a un grupo conocido desde antiguo, desde la época cretácea. De las especies que viven en la actualidad se halla el Zygaena malleus casi en todos los mares cálidos; a veces se aventura hasta las costas del norte de Europa. Es de 3 a 4 metros de longitud y pesa hasta 300 kilogramos, y es también peligroso para el hombre. En los Pristiophorus el maxilar superior se halla provisto de un largo y afilado diente epidérmico «sierra»; se establecen al modo de los patos, en el cieno del fondo, para buscar toda clase de animales para su alimentación. Al defenderse pueden ocasionar profundas heridas.

DOCTOR RUDOLF MELL


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Correspondencias de los nombres científicos:
-Acanthias vulgaris (Risso, 1827) => Squalus acanthias (Linnaeus, 1758), mielga.
-Alopecias vulpes (Gmelin, 1789) => Alopias vulpinus (Bonnaterre, 1788), zorro marino.
-Carcharias (Müller & Henle, 1839) => Carcharhinus (Blainville, 1816). 
-Carcharias glaucus (Linnaeus, 1758) => Prionace glauca (Linnaeus, 1758), tintorera.
-Carcharias littoralis (Le Sueur, 1818) => Carcharias taurus (Rafinesque, 1810), tiburón toro.
-Carcharodon rondeletii (Müller & Henle, 1839) ["rondeleti", en el texto] => Carcharodon carcharias (Linnaeus, 1758), tiburón blanco.
-Laemargus borealis (Bonaparte, 1846) => Somniosus microcephalus (Bloch & Schneider, 1801), tiburón de Groenlandia.
-Lamna cornubica (Gmelin, 1789) => Lamna nasus (Bonnaterre, 1788), cailón.
-Scyllium (Cuvier, 1816) => Scyliorhinus (Blainville,1816), aquí se refiere a la pintarroja (Scyliorhinus canicula).
-Selache maxima (Gunnerus, 1765) => Cetorhinus maximus (Gunnerus, 1765), peregrino.
-Zygaena malleus (Valenciennes, 1822) => Sphyrna zygaena (Linnaeus, 1758), tiburón martillo.
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Notas:

¹Tal vez el primer caso se refiere al tiburón de puntas blancas de arrecife (Triaenodon obesus).
²Compagno se hace eco de esta referencia: "Maximum [size] reputed to be about 9.1 m, but this cannot be confirmed" (Leonard J. V. Compagno (1984). FAO Species Catalogue. Vol. 4. Sharks of the World, Part 2: Carcharhiniformes. FAO, Rome). Por lo general, los tiburones tigre rondan como mucho los 5 m, si bien las hembras más grandes si pueden sobrepasar los 5,5 m. Existe un registro, que algunos consideran dudoso, de una enorme hembra de 740 cm capturada en Indochina en 1957.
³Referencia confusa. Puede tratarse tanto del Carcharias taurus, como de cualquier carcharhínido (género Carcharhinus, anteriormente Carcharias, Müller & Henle, 1839). La alusión a las "espinas dorsales" no ayuda precisamente a esclarecer las cosas.
Tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus).
El "tiburón de espina" probablemente es la mielga (Squalus acanthias), y el martillo, parece obvio que alguna variedad de Sphyrna; acaso, atendiendo a la expresión "tiburón gigante", el mayor de todos, el Sphyrna mokarran, que puede alcanzar los 6 m. 
Difícil adivinar las especies. El "gato" puede ser algún tipo de esciliorhínido; el perro, posiblemente el cazón (Galeorhinus galeus), y el "pulido", puede que la musola lisa (Mustelus mustelus).
El tiburón arenque es el cailón (Lamna nasus); el tiburón polar, el tiburón de Groenlandia o tiburón boreal, y el azul, la tintorera (Prionace glauca).
Las cápsulas-huevo de pintarroja las conocemos aquí como petacas o bolsos de sirena.
En realidad, la mielga puede alcanzar longitudes muy variables según la población hasta un máximo de 160-200, si bien en general no sobrepasan los 130 cm. Y por supuesto, es una especie vivípara aplacentaria (ovovivípara), no vivípara, como erróneamente se indica en el texto.
¹⁰La longitud máxima registrada para la tintorera es de 383 cm. Al igual que en el caso mencionado arriba del tiburón tigre, "unconfirmed reports of larger individuals up to 480 or 610 cm are mentioned in the literature" (véase David A. Ebert, Matthias F. F. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma.)
¹¹Si alguna vez existieron tiburones blancos que alcanzaran esas tallas, en la actualidad muy rara vez llega a los 6 m. La longitud total máxima está sujeta a debate. Hay quien la sitúa en torno a los 600-640 cm, y hay que la eleva hasta más allá de los 700 cm.
¹²Obviamente, por "tiburón rugoso" debemos entender el tiburón ballena (Rhincodon typus).
¹³Se refiere, como estáis imaginando, al megalodón (Carcharocles megalodon). La errata en la medida de los dientes es evidente: no se trata de metros, sino de centímetros.
 

2 comentarios:

  1. Delicioso post. Procedo a consumirlo con calma, que tiene mucho que entresacar. Es muy notable lo ejemplares que resultan los textos naturalistas de diferentes épocas para determinar el grado de veracidad y exactitud de los conocimientos expuestos, y cómo después influyen en medios de divulgación más prosaicos que acaban por tener su peso en las expectativas tanto de los lectores como de los escritores, sean naturalistas o de ficción, con lo que el círculo se cierra con un ligero avance pero siempre girando a cierta distancia del eje, en un esquema helicoidal. Disculpa, Toño: acabo de releer lo que te estoy escribiendo y es apestosamente pedante, pero cuando quiero abreviar me queda así. Secuelas de un academicismo que me cogió de chaval, al que sobreviví afortunadamente. Un saludo.

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  2. :D Para nada... Muchas gracias por tus palabras, que como siempre, no hacen más que cargarme las pilas para seguir buceando en el pasado.
    Un fuerte abrazo!

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