Diversidad, biología, evolución, ecología, pesca, conservación, evolución, con especial atención a las especies presentes en Galicia.

viernes, 23 de marzo de 2012

Zorro (Alopias vulpinus)

En la lonja de Riveira (Foto: Toño Maño).

Zorro

Alopias vulpinus (Bonnaterre, 1788)

(cast. Zorro, zorro marino, zorro blanco, tiburón zorro; gal. Raposo do mar, peixe raposo, peixe emperador; ingl. Thresher Shark; port. Tubarao raposo, arequim, peixe alecrim.)

Orden: Lamniformes
Familia: Alopiidae


-E... en qué revista vai sair esto?
Me sorprendió la pregunta y tardé en responderles. Las dos habían sido muy amables conmigo e incluso me habían echado un cable para medir el bicho, así que descarté tomarles el pelo con el nombre de alguna revista porno y decirles la verdad: que las fotos eran todas para mi, un simple particular. Eso pareció decepcionarlas ("Bah, un chalado de esos"), aunque yo estaba que me hubiese largado a bailar una muiñeira si me lo hubiesen pedido (conste que no sé bailar), a pesar de la tristeza que produce la visión del cuerpo inerte de un animal tan extraordinario. Era el primer zorro marino de verdad que había visto en mi vida, y es difícil expresar la sensación de fuerza, de potencia, que transmite su cuerpo al observarlo de cerca: cilíndrico, recio y duro como el de un torpedo, señal de una poderosa musculatura que le permite realizar impresionantes saltos fuera del agua.

Descripción: La verdad es que los zorros marinos son inconfundibles gracias a esa larguísima cola, tan larga o más que el cuerpo (si queremos ser más exactos, realmente deberíamos hablar del lóbulo superior de la aleta caudal), que le sirve para separar a sus presas de un cardumen, aislarlas girando a su alrededor y aturdirlas sacudiéndola como si fuese un látigo. A este respecto circula una historia de un pescador de la costa este norteamericana que fue decapitado por un golpe seco e imprevisto de esta cola.
El cuerpo es alargado y fusiforme, terminado en un morro corto y cónico, y una boca pequeña en forma de media luna con pliegues labiales claramente definidos. Los ojos son también grandes, aunque no tanto como los de su pariente el zorro negro (Alopias superciliosus), que veremos en otro post.
Las aletas pectorales son muy grandes y largas, y terminan en una punta estrecha. La primera dorsal es alta, un poco mayor que las pélvicas; su origen está más retrasado que el borde posterior de las pectorales. La segunda dorsal es mucho más pequeña y un tanto más adelantada que la anal.
En cuanto a su librea, presenta un color azul acerado en el dorso y los flancos, y una superficie ventral blanca. El cambio de color es brusco y de contornos irregulares entre ambas superficies, no progresivo como en el A. superciliosus. La banda blanca sube por encima de las pectorales.

Espectacular serie fotográfica de Scott Sheehan realizada en Jervis Bay, al E de Australia.
Talla: La longitud total máxima registrada es de 610 cm, aunque parece tratarse de un registro dudoso. Otros registros bastante más dudosos hablan de 760 cm (que no está mal). Al nacer miden entre 114-160 cm, y alcanzan la madurez sexual a partir de los 3 años de edad hasta los 8, los machos en torno a los 3 m y las hembras, hacia los 3-3,5 m.

Dentición: En comparación con el tamaño del animal, los dientes son más bien pequeños y similares en ambas mandíbulas; los bordes son lisos y la cúspide está ligeramente inclinada hacia las comisuras. El tercer diente superior es mucho más pequeño y recto. Presenta entre 32-52 filas en la mandíbula superior y 25-50 en la inferior.
Fuente: Shark Trust.
Reproducción: El zorro es vivíparo aplacentario (ovovivíparo), con camadas pequeñas, normalmente de entre 2 y 4 crías, excepcionalmente 6 en California o 7 en el Atlántico oriental, tras un periodo de gestación de 9 meses. Las crías practican la oofagia dentro del útero de la madre; es decir, se alimentan de los huevos no fecundados que ésta les proporciona. Posiblemente tienen zonas de cría próximas a la costa ya que se ha detectado la presencia de individuos jóvenes en bahías.
Se calcula que pueden vivir hasta los 45 o 50 años.

Foto: Toño Maño
Dieta: Muy variada. Principalmente se alimenta de especies pelágicas que se congregan en bancos (arenques, sardinas, anchoas, jureles, caballas, etc.) así como peces de fondo. También come pulpos, calamares, crustáceos pelágicos y, si se tercia, alguna ave marina.

Hábitat y Distribución: El zorro es una especie costera, sobre la plataforma continental e insular, y epipelágica. Un nadador muy activo y potente, como se puede deducir de los rasgos anatómicos descritos. Puede encontrarse cerca de la costa, en solitario o formando cardúmenes. Es muy cosmopolita, con una distribución mundial en mares templados a tropicales hasta los 550 m de profundidad.
Fuente: Wikipedia.
Pesca, aprovechamiento y situación: En muchas zonas es una especie de gran importancia económica porque se aprovecha de forma integral: su carne es muy apreciada, tanto fresca (como el marrajo, tiene un cierto parecido al atún) como salada; las aletas ya sabemos para qué se destinan; y su hígado es muy rico en aceite.
Se captura principalmente con palangre de deriva, pero también con otras artes de red. Está también cotizado en la pesca deportiva al tratarse de un animal muy combativo, aunque en su medio se muestra sumamente tímido y cauto. No existen ataques confirmados a seres humanos.

Foto: Toño Maño
El zorro marino es una especie en peligro, extremadamente vulnerable, expuesto a pesquerías intensivas en alta mar. Considerado como En peligro por la IUCN.
Desde el 1 de enero de 2010, por la Orden ARM/2689/2009, de 28 de septiembre, España prohíbe terminantemente a sus buques pesqueros la captura, transbordo, desembarque y comercialización de zorros marinos en todos los caladeros en que realicen su actividad, incluyendo aguas jurisdiccionales de otros países con los que exista un acuerdo pesquero (BOE del 5 de octubre de 2009). Incluido en el Anexo II de la CMS en noviembre de 2014.

Al bicho le hice casi 100 fotos, de las cuales sólo unas 40 resultaron decentes (soy muy mal fotógrafo).
Era una preciosa hembra de 457 cm y 375 kg que había sido capturada a pocas millas de la costa por una pareja que, según me comentaron, había traído lirio y pescadilla. No conseguí más datos. Era la una menos cuarto de la madrugada y la lonja estaba vacía. Sólo estábamos las dos mujeres (tres, con la tiburona), un mariñeiro que apareció por allí a curiosear y un servidor. Hacía un fresco incómodo y sentí ganas de regresar a casa. Era el 7 de agosto de 2008, lo tengo apuntado.



> Véase también Colas de zorro (fam. Alopiidae) y Zorro negro (Alopias superciliosus).


lunes, 19 de marzo de 2012

Anatomía externa

Antes de seguir hablando de tiburones, particularmente de las características más importantes de cada una de las especies, conviene familiarizarse con un puñado de términos relativos a su anatomía externa como este que os presento a continuación. Así sabremos en todo momento a qué nos estamos refiriendo y el paseo será más agradable. Para que os sea más fácil localizarla, la dejaremos bien visible en una de las pestañas de arriba.
Musolas. Foto: Toño Maño


1. Morro.
2. Narinas, con las solapas nasales anteriores bien visibles.
3. Boca.
4. Espiráculo.
5. Aberturas branquiales.
6. Aletas pectorales o escapulares.
7. Axila pectoral.
8. Primera aleta dorsal.
9. Segunda dorsal.
10. Aletas pélvicas.
11. Aleta anal.
12. Pedúnculo caudal. Parte posterior del cuerpo comprendida entre la la cloaca (situada entre las aletas pélvicas) y el origen de la caudal.
13. Aleta caudal.
14. Lóbulo inferior o ventral de la caudal.
15. Lóbulo superior de la caudal, rematado en un lóbulo terminal que suele estar, como aquí, claramente delimitado por una muesca o escotadura subterminal.
16. Surcos labiales.

17. Quilla lateral: en las especies que son potentes nadadoras, el pedúnculo caudal suele estar ensanchado con potentes pliegues dérmicos laterales.
18. Quilla secundaria: pliegue dérmico adicional presente en algunas especies de lámnidos como el cailón (Lamna nasus) al que pertenece la caudal de la imagen.

19. Pterigópodos o penes: órganos copuladores externos de los machos formados a partir del borde interno de las aletas pélvicas.

Tintorera (Foto: Toño Maño)

domingo, 18 de marzo de 2012

Galludo (Squalus blainville)

Foto: A. M. Arias (Ictioterm)

Galludo


Squalus blainville (Risso, 1826)

(gal.: Galludo, melca, boto; ingl. Longnose Spurdog; port. Galhudo malhado, melga de ferrao.)

Orden: Squaliformes
Familia:
Squalidae


El galludo es un pequeño y modesto tiburón bastante común en nuestras aguas, aunque no es frecuente verlo cerca de la superficie. Se trata de una especie demersal con comportamientos pelágicos (el galludo es buen nadador): le gusta vivir cerca de los fondos fangosos entre los 16 m y, al menos, los 450 m de profundidad en la plataforma y zona superior del talud continental. Sólo en determinadas condiciones de upwelling pueden aparecer cerca de la costa en aguas someras, según Moreno.
Los galludos suelen formar grandes cardúmenes de gran movilidad en los que se ha observado separación de sexos.

Descripción: En cuanto a su aspecto, no se puede decir que al galludo le guste llamar la atención. Bien al contrario. Su librea es sumamente discreta: gris o gris parduzco uniforme en el dorso, más pálido en los costados, y vientre blanquecino. Las dos dorsales presentan un borde posterior blanco.
Su cuerpo es alargado y fusiforme, y termina en un morro relativamente corto y ancho. Las narinas son bilobuladas, con un lóbulo secundario grande sobre las solapas nasales anteriores.

Foto: Ana Morillas, COB-IEO
Las dos aletas dorsales son altas y están precedidas por sendas espinas bastante largas y sin surcos. El origen de la primera dorsal está situado sobre la axila de las pectorales, mientras que el de la segunda está más retrasado que los extremos de las pelvianas. Carece de aleta anal, como todos los Squaliformes, y su caudal no tiene lóbulo terminal.

El galludo es muy parecido a la mielga (Squalus acanthias), de la que hablaremos en otro post, y en ocasiones pueden llegar a confundirse. No obstante, su cuerpo es más pesado, menos esbelto y sin manchas blancas; y sus espinas dorsales son más largas.

Talla: Longitud máxima observada es de 80-100 cm (longitud total). Los machos maduran sexualmente aproximadamente al alcanzar los 50 cm, y las hembras a partir de los 60 cm.

Dentición: Dientes pequeños e imbricados, de bordes lisos y con una sola cúspide muy abatida. Sin sinfisarios.

Reproducción: El galludo es vivíparo aplacentario (ovovivíparo) con camadas de entre 2 y 4 crías que suelen nacer con 20-23 cm tras un periodo de gestación posiblemente cercano al de la mielga: 2 años, según algunos autores, o entre 9 y 12 meses según otros.

Dieta: Principalmente a base de peces óseos (caballas, etc.), aunque también consume cefalópodos y, en un porcentaje bastante inferior, crustáceos.

Distribución: Tiburón demersal, común y abundante cerca del fondo entre los 16 y los casi 500 m (700 m en el Mediterráneo).


Mapa no revisado, generado por ordenador. (Fuente: Fishbase)

Aguas templadas a tropicales de temperaturas de 10º a 18ºC. Mediterráneo, fachada oriental del Atlántico, desde el golfo de Vizcaya hasta Suráfrica.

Pesca y estatus: Se suele capturar con palangre de fondo y arrastre. Es una especie de cierto interés comercial: en muchos lugares su carne se consume fresca, salada o ahumada.
Forma parte, junto con la mielga, del eufemístico "salmón de roca" (rock salmon) que se fríe en mantequilla rancia en los repugnantes fish and chips británicos para delicia de nativos y turistas.
Figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Datos insuficientes.

Foto: Oliver Navarro

jueves, 8 de marzo de 2012

Noticias antiguas de tiburones

La Voz, 2 de junio de 1925.

Un mar sin tiburones es un mar enfermo.

El descenso acusado en el número de depredadores es uno de los más claros indicios de que una parte sustancial de una red trófica se encuentra seriamente dañada¹. La situación resulta particularmente alarmante cuando el proceso degenerativo se ha desarrollado a lo largo de un brevísimo espacio de tiempo, tal como ha ocurrido en nuestro Atlántico y, en general, en casi todos los mares del planeta. En apenas 200 años hemos convertido un mar que hervía de peces en, comparativamente, un terreno baldío. Hay pocos peces, y muy pocos depredadores.
     No perdamos la perspectiva de la historia: 200 años tal vez sean mucho tiempo desde nuestro punto de vista humano, pero en el contexto de una red que empezó a tejerse hace 400 millones de años, apenas son algo más que una absoluta y trágica insignificancia². El maltrato al que hemos sometido a los océanos no puede ser más parecido a la tarea de un francotirador, que en milésimas de segundo, con un solo y breve gesto, está a punto de truncar una vida en su inmensa totalidad: de todo aquello que la ha llevado a ser lo que es, todo lo que es ahora y todo lo que podría llegar a ser, como amargamente explicaba el forajido William Munny en la estraordinaria Sin perdón.


No hay como sumergirse en las hemerotecas para hacernos una idea de cómo debieron de ser las cosas en nuestro pasado reciente, reconstruir aquel mundo tan aparentemente lejano, noticia a noticia, suceso tras suceso, como las piezas de un puzzle. Tal es el sentido de este pequeño recorrido que os propongo por los tiempos de nuestros bisabuelos y tatarabuelos. De más está decir que rigor científico no hay mucho (obviamente), pero de lo que se trata es de presentar un panorama general que nos haga reflexionar un poco, no cifras o tendencias concretas.

En el siglo XIX, la mayor parte de las noticias con que nos encontramos se refieren básicamente a náufragos atacados y/o devorados en mares lejanos, así como sucesos ocurridos en alguna de nuestras antiguas colonias, principalmente Cuba. Aunque también es posible tropezarse con joyas como esta, un anuncio aparecido en El Lloyd español del 23 de agosto 1864:
El señor Cupiñas ofrece á sus favorecedores el baño flotante, útil no solamente para los que no saben nadar, sino tambien para resguardarse del tiburon y demás cetáceos³.
Sustituyamos el poco glamuroso "señor Cupiñas" por un moderno y apolíneo "Mr. Robertson", pongamos por caso, y enseguida se nos viene a la cabeza alguna playa de KwaZulu-Natal. Llama la atención que aunque en el último tercio del XIX nuestras playas no estaban ni la cuarta parte de abarrotadas que ahora, los avistamientos o encuentros con tiburones hayan sido lo suficientemente significativos como para que alguien se hubiese tomado la molestia de idear y publicitar un "baño flotante" anti-tiburones (ignoramos con qué éxito, eso si).

Naturalmente, después del desastre de 1898 los escualos "españoles" de que se ocupará nuestra prensa serán los peninsulares e insulares. Y lo que constatamos es que en las costas españolas hace poco más de un siglo, ya en pleno proceso de degradación, seguía habiendo bastantes tiburones, muchos tiburones, a juzgar por la cantidad y naturaleza de las noticias que hemos encontrado. Algunas, de hecho, resultan tan sorprendentes para un lector español actual, que uno tiene la impresión de que lo que está leyendo en realidad es la crónica de un suceso ocurrido en una zona remota de África, Australia o el Caribe: tiburones que recorren las playas e incluso penetran en las dársenas, advertencias de las autoridades marítimas a los bañistas por la presencia de tiburones, prohibición del baño en tanto no se mate al animal, capturas de diferentes especies, y también (y esto ya parece, efectivamente, un poco más nuestro) un puñado de casos de paisanos que la emprenden a garrotazos con escualos que se han acercado demasiado a la playa.

Es una pena, por lo que nos toca, que el grueso de las noticias proceda de las regiones más turísticas y relevantes del país, fundamentalmente del Mediterráneo, como Málaga, Valencia o Barcelona, y zonas del Cantábrico como San Sebastián y Santander. Las que se ocupan de Galicia no son, en sí mismas, lo suficientemente numerosas y consistentes como para podamos extraer conclusiones de ningún tipo, por lo que deben ser analizadas dentro del contexto más amplio y rico del panorama nacional.

Nuestra ría de Arousa, donde actualmente conviven, en plácida armonía, bañistas, biatletas y triatletas con vertidos de gasoil, aguas fecales y diversos productos industriales, así como con toneladas de residuos plásticos y, en verano, con centenares de embarcaciones de recreo, era hace unos años un lugar bien distinto, lleno de vida, tiburones incluidos. El Imparcial, 29 de mayo de 1901:
Una lancha pescadora del Sou ha matado un tiburón á la altura de la ría de Arosa.
Es un magnífico ejemplar, hembra, que mide tres metros de largo.
La ha adquirido D. Andrés Quintanilla, de Cambados, para un gabinete zoológico de Santiago.
Al día siguiente el periódico El Globo recoge el mismo suceso, pero matiza que el gabinete zoológico no es el de Santiago, sino el de Santander. En la misma ría, unos años más tarde, se sitúa la sorprendente historia que encabeza este artículo, reproducida tres días después, el 5 de junio, por el mismo periódico, La Voz, que esta vez escribe Ribeira con b, para que no se diga: 
EXCELENTE PESCA

VILLAGARCÍA 5 (8 m.).— Los pescadores de Ribeira cogieron cerca del Arenal un tiburón de tres metros, que se supone venía siguiendo al vapor gallego "Melitón Domínguez", que traía 250 toneladas de bacalao. (Febus.)
No parece probable, aun en esos años, que dos tiburones de parecido tamaño hubiesen penetrado en la ría de idéntico modo siguiendo el rastro de dos embarcaciones, por lo que posiblemente se trata del mismo suceso.

Algunas noticias son perfectamente irrelevantes e imprecisa, tanto en lo referente al lugar como a la especie implicada:
UN TIBURÓN. Fondeó la lancha "María", cuyos marineros pescaron un tiburón de 3,76 metros de largo. Es el primer pez de esta clase que se pesca en aguas gallegas. (El Sol, 22 de junio de 1926)
VIGO 3 (10,5 M.).— Un pesquero ha cogido un tiburón de dos metros doce centímetros de largo. La cabeza del tiburón, que pesa 23 kilos, ha sido enviada al Museo local de Oceanografía. (El Sol, 4 de agosto de 1918)
Aunque en este último caso el rotativo La Acción, haciendo honor a su nombre, desarrolla un poco más el asunto:
Pesca de otro tiburón.
Vigo, 2 (12 n.). Un vapor de este puerto, dedicado a la pesca del besugo, ha traído un tiburón, pescado esta tarde mientras los tripulantes recogían el aparejo.
      Vieron aquéllos que el tiburón se lanzaba sobre un besugo. Inmediatamente le echaron las cuerdas, consiguiendo engancharlo. Diéronle luego una puñalada en el corazón metiendo a bordo al tiburón.
      Mide éste dos metros y doce centímetros de largo y tiene varias filas de dientes. La cabeza ha sido entregada al Laboratorio de Oceanografía, y el cuerpo fué subastado en la lonja. (La Acción, 3 de agosto de 1918).
Otras, en cambio, son infinitamente más interesantes, como la que recoge La Voz del 21 de marzo de 1924:
  LA MUERTE DEL TIBURÓN
LA CORUÑA 21 (8 m.).— Desde hace días aparecía a la altura de las islas Sisargas un tiburón que atacaba a los barcos pesqueros.
     Anteayer, una barca del puerto de Sada, que patronea Ricardo Lameiro, fué sorprendida por el tiburón, que era de enorme tamaño, mayor que el de la barca.
     Los pescadores se defendieron con cuchillos, acribillando al monstruo a puñaladas.
     Pero no lograron librarse de él. El tiburón persiguió a la barca más de tres millas.
     El monstruo se iba desangrando por las heridas que los marineros le habían causado; murió y fué metido a bordo.
     Los pescadores llevaron el tiburón a La Coruña, donde lo vendieron.
     Medía tres metros y medio de largo. (Febus).

Resulta imposible adivinar la especie implicada, naturalmente, pero sobre todo decidir dónde termina el suceso real y dónde empiezan las exageraciones novelesca. Sobre este punto nos adherimos a la postura de El Compostelano. Diario independiente, que tres días después, el 24 de marzo, en la sección titulada "Oh la información de los grandes rotativos!...", comenta:

Para que luego digan que que son exageradas ciertas novelas de viajes y aventuras que se venden como el pan. Ahí tienes ustedes á dos pasos de nuestra casa y sin que nos hubiésemos enterado, uno de los dramas más espeluznantes que registra la historia del mar.
     Este terrible tiburón que atacaba á los barcos, debía ser descendiente directo de aquellos que andaban junto á la orilla en tiempos de Camprodón y que hacían cantar al contramaestre sentado en la ventana:
No enseñes en la playa
la pantorrilla...
Y para terminar, la noticia a mi modo de ver más asombrosa de todas. Si somos capaces de sazonarla con una pequeña pizca de imaginación e ilusión, cómo no recordar aquellas escenas míticas de Blue Water, White Death ('Agua azul, muerte blanca'), el extraordinario documental de Peter Gimbel, cuando el equipo se sumerge en las aguas que rodean una factoría ballenera de Durban para filmar al gran tiburón blanco. Noticia publicada por El Sol, 28 de julio de 1927:

                                TIBURONES EN CORCUBIÓN
Dicen de Corcubión que hay en aquellas aguas muchos tiburones. Su presencia es extraordinaria. Se cree que los han atraído los despojos de las ballenas descuartizadas en la factoría de Camilinas o que se ha desviado la corriente del Golfo. Ayer estuvieron de ser presa de los tiburones algunos marineros que se bañaban.
Es obvio que por "Camilinas" debemos entender la factoría ballenera de Caneliñas que vemos en la imagen. Estaba en Cee, y fue la primera y más importante de las que se construyeron en Galicia (se clausuró definitivamente en 1985 por la presión de las autoridades de la CE, presionadas a su vez por una opinión pública cada vez más concienciada gracias sobre todo a las constantes campañas de Greenpeace, entre otras asociaciones).


Caneliñas fue fundada ese mismo año de 1927, lo cual da que pensar. ¿Fue tan solo una casualidad que tiburones y balleneros coincidiesen en aquel preciso momento? ¿Un suceso extraordinario causado, como se explica, por una desviación de la corriente del Golfo? ¿O tal vez los tiburones ya merodeaban por la zona y solo necesitaron de un estímulo tan poderoso como el rastro que dejaban los balleneros o catchers llevando sus capturas a tierra para hacerse más visibles? Particularmente me inclino por esto último.


¿De qué tiburones se trataba? Es muy difícil saberlo. Por supuesto no tiburones blancos, como en el documental de Gimbel. Tal vez tintoreras, que, a pesar de todo, todavía hoy en día son relativamente comunes a pocas millas de nuestra costa, quién sabe por cuánto tiempo.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿Volveremos algún día a ver nuestro mar tan lleno de peces y de depredadores como lo estaba antes? Si los seres humanos somos tan inteligentes como nos suponemos, deberíamos al menos intentarlo. Nos va en ello nuestra supervivencia.


[Actualización a 10 de noviembre de 2013] Otra noticia verdaderamente sorprendente la podéis encontrar en Ataque mortal en Fisterra, 1908.

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¹Existen otros indicios, como el menor o igual volumen de capturas aplicando un esfuerzo pesquero infinitamente mayor, el incremento de la distancia respecto del puerto base que la flota se ve obligada a recorrer para obtener esas capturas, o la disminución del tamaño de las diferentes especies.
²Para hacerse una idea de cómo era nuestro océano Atlántico antes de que la pesca industrial lo convirtiese en un desierto, ver el artículo Ese Atlántico que jamás conoceremos.
³Aclaremos que llamar "cetáceos" a los tiburones era bastante común en la prensa española hasta bien entrado el siglo XX. 
Podéis encontrar aquí una importante recopilación de noticias sobre tiburones en España. Se trata de un proyecto de una Hemeroteca española sobre tiburones que un grupo de amigos iniciamos hace algún tiempo y que algún día esperamos completar.

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