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miércoles, 3 de septiembre de 2025

La sorpresa de una recién nacida

Tardamos unos segundos en localizarla nadando nerviosa entre la porquería.

Domingo de finales de julio. Sesión de cañas en la terraza del náutico después de una salida de buceo. Alguien la ha visto por casualidad y nos avisa. Nos asomamos a la barandilla del pantalán... y a los pocos segundos logramos distinguir a la pequeña allí abajo, entre la sábana de inmundicia que cubría la superficie. 

Era delgadita, diminuta, su cuerpo alargado medía apenas unos pocos centímetros. Nadaba nerviosa, a veces sumergiéndose y desapareciendo durante unos segundos entre la porquería, pero con los movimientos sinuosos, elegantes, tan reconocibles de los tiburones. 

Tomé unas cuantas fotos con el móvil, todas muy malas porque nunca he sido buen fotógrafo. Si no la habéis encontrado en la foto de arriba, a ver si en esta otra lo conseguís, que parece que se aprecia mejor.

(Está más o menos en el centro de la imagen :D )

Salvo en algunas familias en las que la librea de las crías es distinta de la de los adultos, al nacer los tiburones son una copia casi exacta de sus mayores, algo así como una fotocopia a tamaño enano. Lo que estábamos viendo admirados era una cría de pintarroja que posiblemente hacía unas pocas horas había roto la cápsula huevo en la que había estado varios meses encerrada, formándose y creciendo. O quizá acababa de nacer, como opinaba el patrón. 

La pintarroja o, en gallego, melgacho, o ghaxapo, como la conocemos en la ría de Arousa (o, mejor, Scyliorhinus canicula, en "científico"), es el tiburón más abundante y prolífico del Atlántico NE, y una de las ocho especies ovíparas que habitan en nuestro mar¹

Las pintarrojas envuelven sus huevos en unas cápsulas córneas de unos 4-6 cm de largo por 2-3 cm de ancho ―estas medidas varían según las condiciones ambientales de cada zona y el tamaño de la hembra; en el Mediterráneo son en general más pequeños que aquí― y los fijan a diversos elementos del fondo como macroalgas, esponjas o gorgonias mediante unos filamentos o zarcillos que les crecen en cada esquina. Estas cápsulas huevo son las que en algunos lugares se conocen como bolsos de sirena.

Huevo de pintarroja en una gorgonia roja (Leptogorgia lusitanica) en los fondos de la ría de Arousa. Los zarcillos se distinguen con facilidad contra el hermoso color de la gorgonia. Igualmente fácil de apreciar es el saco vitelino de color amarillo dentro del huevo.
Las puestas son de dos huevos, uno por cada oviducto, y se realizan a lo largo de todo el año, aunque parecen más abundantes entre noviembre y julio. Los parámetros biológicos de este tiburón varían a veces sustancialmente a lo largo y ancho de su distribución en el Atlántico NE y en el Mediterráneo. Así, en el Egeo se ha estimado que las hembras pueden llegar a poner entre 40-240 huevos a lo largo de todo un año; mientras que en el Atlántico NE esta cifra oscila entre 30 y 60, aproximadamente.

Cada cápsula contiene todo lo necesario para el crecimiento del pequeño embrión. Además del alimento, almacenado en un gran saco de vitelo, las paredes córneas no son totalmente estancas y permiten el intercambio de agua y de sales minerales con el exterior. A las pocas semanas de la puesta, se abren en sus bordes unas diminutas ranuras que permiten la entrada de agua fresca, limpia, y cargada de oxígeno. Esto es muy importante, como os podéis imaginar, porque entre otras cosas los tiburoncitos no pueden salir afuera a hacer pis y caca. 

Foto: Sander van der Welt.
A medida que avanzan en su desarrollo, los embriones están casi todo el rato moviéndose, pegando sacudidas con la caudal (seguro que lo habéis visto en documentales o en huevos expuestos al contraluz en algún acuario); esto sirve para incrementar la tasa de intercambio de agua y, de este modo, la oxigenación y la evacuación de residuos. Como darle a la cisterna. 

Las pequeñas pintarrojas nacen normalmente al cabo de 8 o 9 meses, cuando alcanzan un tamaño de entre 7 y 11 cm y ya han agotado todas las reservas de alimento (¡y ya ni caben dentro del huevo!). Si bien el periodo de incubación para la especie es un poco más amplio, de nuevo dependiendo de la zona, pudiendo oscilar entre los 5 y los 11 meses. Algunos estudios señalan 5-6 meses para el Atlántico NE. 

La foto de la derecha es una cría de de 9 cm que salió de su cápsula con la ayuda de una bióloga del Blue Reef Aquarium de Porstmouth. Fuente de la imagen, desconocida.

Había algo conmovedor en aquel pequeño destello de vida que parecía luchar para mantenerse a flote entre la insana lámina de porquería, de plásticos, de aceite y de sabe dios qué otras cosas más.²

Los tiburones ovíparos recién nacidos son más pequeños que sus parientes vivíparos, aplacentarios o placentarios, y posiblemente por ello se encuentran un poco más expuestos a las dificultades y peligros potenciales que les depara la naturaleza. Las pintarrojas pueden vivir hasta 12 años. Ojalá esta pequeña cría tenga suerte y podamos volver a verla, ya convertida en adulto, en alguna inmersión futura.

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¹Las otras siete son su pariente cercano el alitán (Scyliorhinus stellaris), con quien comparte familia (Scyliorhinidae), y otros seis tiburones que hasta hace pocos años se les consideraba parte de dicha familia pero que ya tienen la suya propia (familia Pentanchidae): tres pejegatos (género Apristurus) y tres olayos (género Galeus): Pejegato fantasma blanco (Apristurus aphyodes), pejegato narizón (A. melanoasper), pejegato abisal (A. profundorum), olayo atlántico (Galeus atlanticus), olayo bocanegra (G. melastomus) y olayo de Islandia (G. murinus). El resto de especies, hasta unas 45, son o bien vivíparas aplacentarias u ovovivíparas, o bien vivíparas.

²Como muchos tiburones, las pintarrojas también acumulan en sus tejidos toda la basura que los seres humanos echamos al mar, desde plásticos hasta metales pesados. Hay ya un buen número de publicaciones científicas sobre este tema que arrojan unos resultados demenciales. Uno de estos trabajos, por ejemplo, centrado en pintarrojas pescadas aquí al lado, en Portugal, ha encontrado niveles de arsénico y mercurio por encima de los límites aconsejables, seguros, para el consumo humano, además de otros metales y metaloides. Véase Alexandre F. S. Marques, Luís M. F. Alves, Ariana Moutinho, Marco F. L. Lemos & Sara C. Novais (2021). Scyliorhinus canicula (Linnaeus, 1758) metal accumulation: A public health concern for Atlantic fish consumers? Marine Pollution Bulletin 169 (2021) 112477. https://doi.org/10.1016/j.marpolbul.2021.112477

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

-Abel, D. C. & R, D. Grubbs (2020). Shark Biology and Conservation. Johns Hopkins University Press, Baltimore.
Ebert, D. A. & F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma.
Klimley, Peter A. (2013). The Biology of Sharks and Rays. The Universiry of Chicago Press, Chicago.
Rodríguez-Cabello, C., F. de la Gándara & F. Sánchez (1998). Preliminary results on growth and movements of dogfish Scyliorhinus canicula (Linnaeus, 1758) in the Cantabrian Sea. Oceanologica Acta 21 (2), 363–370. https://doi.org/10.1016/S0399-1784(98)80023-6
Serena, F. Ellis, J., Abella, A., Mancusi, C., Haka, F., Guallart, J., Ungaro, N., Coelho, R. P., Schembri, T. & Kirsteen, M. (2015). Scyliorhinus canicula. The IUCN Red List of Threatened Species 2015: e.T161307554A201955962. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2015-1.RLTS.T161307554A201955962.en. Cosultado el 2 de septiembre de 2025.


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