Chlamydoselachus anguineus en la lonja de O Grove. Foto: Toño Maño. |
"Tengo un Chlamydoselachus en O Grove, voy esta tarde a por él, si quieres venir llámame."Y me quedé paralizado, con el móvil en la mano, plantado como un poste en mitad del pasillo del instituto durante unos pocos segundos que parecieron minutos, la mirada fija en la pantalla, impactado por una mezcla de sensaciones difícil de describir: sorpresa, alegría, emoción, nerviosismo, inquietud... Ese condicional "si quieres venir" era del todo innecesario.
(SMS recibido el pasado viernes 9 a las 11:55)
Hay pocas experiencias más emocionantes para un amante de los tiburones que tener la oportunidad de contemplar, en vivo, un animal tan extraordinario. Era un sueño hecho realidad.
El tiburón anguila es una especie muy difícil de observar, fuera de los ejemplares conservados en museos; ni en el mar, dada la profundidad en la que vive, ni en tierra, en las lonjas o en la cubierta de un pesquero. Los pocos especímenes que cada año caen por accidente en un aparejo —tal vez alrededor de diez en toda Galicia, según algunos patrones— casi nunca llegan a puerto, de tal manera que la posibilidad de ver uno depende de un golpe de suerte, de tener buenos contactos con patrones y mariñeiros... y, por supuesto, como era mi caso, con algún que otro científico con capacidad para sentir empatía por las chifladuras del prójimo.
A las 18:00, tras unas horas que parecieron días, allá estaba en la lonja, junto a Rafael Bañón, uno de los taxónomos de peces más importantes de nuestro país y, sin embargo, buen amigo, esperando a que abriesen la cámara donde se lo tenían guardado. Él estaba tranquilo porque él es así, y porque ya llevaba visto varios; yo, a punto de reventar de pura ansiedad.
Y al fin lo sacaron, en una caja de plástico que dejaron en el suelo como si tal cosa. La cabeza sobresalía por una esquina, la cola por la otra: era una hermosa hembra de 177 cm —más tarde la mediríamos—. La había capturado con miños el Chapeliño a unas aproximadamente 12 millas de la costa, en una cota de 695 m. Enseguida se acercaron varios curiosos a preguntar qué era eso y a hacerle fotos con el móvil. Yo también me puse a ello mientras Rafa charlaba con el patrón. Mi primera fotografía es la que encabeza este artículo.
Una joya ictiológica. El Chlamydoselachus no decepciona. Aunque uno lo haya visto y revisto en docenas de fotografías e imágenes de vídeo, tenerlo físicamente delante de tus ojos y poder tocarlo y observarlo con detenimiento, a tu antojo, es una experiencia que difícilmente podré olvidar. Su aspecto, de una extraña belleza, a duras penas encaja dentro de la categoría de lo que hoy conocemos genéricamente como "tiburones". Podríamos describirlo como una cabeza de saurio acoplada a un cuerpo anguiliforme, muy esbelto y alargado, como uno de estos animales imposibles surgido de las páginas de un bestiario medieval. Solo en una segunda mirada empezamos a reconocer elementos que nos resultan familiares: las seis enormes aberturas branquiales laterales, con el primer par rodeando la cabeza por abajo (de ahí que también se le conozca como tiburón de gorguera), y el número y posición de las aletas: una dorsal bastante reducida en posición muy retrasada, las dos pectorales, también pequeñas, las pélvicas y la anal —estas tres bastante grandes—, y la caudal larga y abatida.
Una joya ictiológica. El Chlamydoselachus no decepciona. Aunque uno lo haya visto y revisto en docenas de fotografías e imágenes de vídeo, tenerlo físicamente delante de tus ojos y poder tocarlo y observarlo con detenimiento, a tu antojo, es una experiencia que difícilmente podré olvidar. Su aspecto, de una extraña belleza, a duras penas encaja dentro de la categoría de lo que hoy conocemos genéricamente como "tiburones". Podríamos describirlo como una cabeza de saurio acoplada a un cuerpo anguiliforme, muy esbelto y alargado, como uno de estos animales imposibles surgido de las páginas de un bestiario medieval. Solo en una segunda mirada empezamos a reconocer elementos que nos resultan familiares: las seis enormes aberturas branquiales laterales, con el primer par rodeando la cabeza por abajo (de ahí que también se le conozca como tiburón de gorguera), y el número y posición de las aletas: una dorsal bastante reducida en posición muy retrasada, las dos pectorales, también pequeñas, las pélvicas y la anal —estas tres bastante grandes—, y la caudal larga y abatida.
Aunque suena a tópico, lo primero que se me vino a la cabeza fue que lo que
tenía en las manos era una criatura de otro mundo, de otro tiempo; lo
segundo, que era un privilegiado.
Fósil viviente. El Chlamydoselachus es el tiburón más primitivo de cuantos existen en la actualidad, seguido muy de cerca por el grupo hermano de las cañabotas¹ (fam. Hexanchidae). De hecho, la extraña forma de su cabeza es similar a la de especies extintas como las del género Cladoselache², que vivieron nada menos que en el Devónico, hace unos 400 millones de años: morro muy corto y redondeado, boca en posición terminal y mandíbulas muy largas en forma de V, como las de los lagartos, más anchas atrás que delante. Es muy probable que su aspecto no haya cambiado sustancialmente en estos últimos 50 millones de años. No sin razón se le considera un fósil viviente.
Sus dientes son igualmente característicos, únicos entre los tiburones, y muy parecidos —no iguales— a los encontrados en registros fósiles del Cretácico, casi 100 millones de años atrás: cuentan con tres grandes cúspides afiladas como agujas, más una pequeña a cada lado de la central. Están inclinados hacia el interior de la boca, diseñados para atrapar presas escurridizas como los calamares, a la manera de las poteras. Hay entre 19-28 filas en la mandíbula superior y 21-29 en la inferior. En total, más de 300 dientes blanquísimos que, según algunos autores, podrían servir como señuelo, para atraer presas potenciales en la negrura del fondo gracias a la suave luminosidad que desprenderían.
Depredador de aguas profundas. El tiburón anguila es un tiburón de hábitos epibentónicos y ocasionalmente epipelágicos que habita las aguas profundas del talud superior continental e insular hasta los 1500 m, y también las dorsales oceánicas. Rara vez visita las aguas someras. Se le ha podido filmar por un vehículo no tripulado nadando muy lentamente a un par de metros del fondo y huyendo a gran velocidad. Su enorme hígado, que casi representa el 25% de su peso total, le proporciona flotabilidad neutra. Esto implica que, lejos de perseguir activamente a sus presas con los movimientos ágiles y sinuosos de una anguila, como se creía, la estrategia de caza del Chlamydoselachus posiblemente consista en aproximarse muy lentamente a su víctima para, una vez a la distancia adecuada, abalanzarse sobre ella a gran velocidad, impulsado por sus grandes aletas posteriores, tal como hacen las serpientes. La presa queda firmemente atrapada entre las agujas de las enormes fauces, tan amplias y flexibles que son capaces de engullir presas de hasta la mitad de su talla. Los cefalópodos constituyen el componente principal de la dieta de este tiburón, seguidos de pequeños teleósteos y pequeños tiburones de aguas profundas como los pejegatos (Apristurus).
Vistas ventral y dorsal de la cabeza. |
Sus dientes son igualmente característicos, únicos entre los tiburones, y muy parecidos —no iguales— a los encontrados en registros fósiles del Cretácico, casi 100 millones de años atrás: cuentan con tres grandes cúspides afiladas como agujas, más una pequeña a cada lado de la central. Están inclinados hacia el interior de la boca, diseñados para atrapar presas escurridizas como los calamares, a la manera de las poteras. Hay entre 19-28 filas en la mandíbula superior y 21-29 en la inferior. En total, más de 300 dientes blanquísimos que, según algunos autores, podrían servir como señuelo, para atraer presas potenciales en la negrura del fondo gracias a la suave luminosidad que desprenderían.
Depredador de aguas profundas. El tiburón anguila es un tiburón de hábitos epibentónicos y ocasionalmente epipelágicos que habita las aguas profundas del talud superior continental e insular hasta los 1500 m, y también las dorsales oceánicas. Rara vez visita las aguas someras. Se le ha podido filmar por un vehículo no tripulado nadando muy lentamente a un par de metros del fondo y huyendo a gran velocidad. Su enorme hígado, que casi representa el 25% de su peso total, le proporciona flotabilidad neutra. Esto implica que, lejos de perseguir activamente a sus presas con los movimientos ágiles y sinuosos de una anguila, como se creía, la estrategia de caza del Chlamydoselachus posiblemente consista en aproximarse muy lentamente a su víctima para, una vez a la distancia adecuada, abalanzarse sobre ella a gran velocidad, impulsado por sus grandes aletas posteriores, tal como hacen las serpientes. La presa queda firmemente atrapada entre las agujas de las enormes fauces, tan amplias y flexibles que son capaces de engullir presas de hasta la mitad de su talla. Los cefalópodos constituyen el componente principal de la dieta de este tiburón, seguidos de pequeños teleósteos y pequeños tiburones de aguas profundas como los pejegatos (Apristurus).
Otro de los rasgos anatómicos que llama la atención es que la línea lateral está como abierta hacia el exterior, no cubierta por la piel. Las células pilíferas del canal están en contacto directo con el agua, lo que permitiría multiplicar su sensibilidad³ para captar el más leve movimiento a su alrededor.
La gestación más larga. El tiburón anguila es vivíparo aplacentario (ovovivíparo). Como todas las especies de aguas profundas, su tasa reproductiva es muy baja. Tiene entre 2 y 12 crías por camada (normalmente unas 6) que nacen al cabo probablemente de más de 2 años de gestación, ¡cifra que Tanaka eleva hasta los 3,5 años!⁴ De confirmarse, los efectos del avance de la presión pesquera sobre el hábitat de esta especie pueden ser devastadores. La IUCN la considera bajo el estatus de Preocupación menor [actualizado en 2020], tal vez una etiqueta un tanto optimista.
La gestación más larga. El tiburón anguila es vivíparo aplacentario (ovovivíparo). Como todas las especies de aguas profundas, su tasa reproductiva es muy baja. Tiene entre 2 y 12 crías por camada (normalmente unas 6) que nacen al cabo probablemente de más de 2 años de gestación, ¡cifra que Tanaka eleva hasta los 3,5 años!⁴ De confirmarse, los efectos del avance de la presión pesquera sobre el hábitat de esta especie pueden ser devastadores. La IUCN la considera bajo el estatus de Preocupación menor [actualizado en 2020], tal vez una etiqueta un tanto optimista.
Hace pocos años se produjo la primera captura masiva de tiburones anguila en el Atlántico, concretamente en una montaña submarina de la Dorsal Atlántica situada al norte de las Azores (44º 00' N, 28º 37' W). Fueron nada menos que 34 ejemplares en un solo lance, 15 machos y 19 hembras de entre 122-163 cm y 129-162 cm, respectivamente⁵. Esto significa que (1) habían dado con una zona de apareamiento, y (2) que al menos un par de poblaciones de Chlamydoselachus han quedado truncadas para siempre.
Dos metros de tiburón. Al nacer, miden en torno a 39 cm. Los machos son maduros hacia los 92-163 cm y las hembras entre los 130-135 cm. Y si les dejan pueden llegar a alcanzar casi los dos metros de longitud. Nuestra tiburona se encontraba, pues, en toda su plenitud reproductora. Una pena.
No es raro en el mar de Galicia. El Chlamydoselachus tiene una distribución amplia aunque localizada en casi todos los mares del mundo. No es una especie rara en Galicia, aunque sí poco frecuente, como decíamos al principio. El patrón del barco nos confirmó que todos los años capturaba algún ejemplar. En la parte de Cedeira, por ejemplo en la Selva, también se han cogido unos cuantos. Seguramente tenemos en nuestras aguas una población estable de esta joya de la naturaleza. A ver cuánto nos dura.
Después de hacerle una buena sesión de fotos —la mayoría malísimas—, cargamos el tiburón en el coche de Rafa y nos tomamos un par de cañas en un bar del puerto antes de despedirnos. Charlamos de peces, de tiburones, e hicimos cuentas de los barriles de caña que ya le debo (no se lo dije, pero mi deuda con él supera varias veces todo mi PIB, o sea, ya es objetivamente impagable; habrá que proceder a una reestructuración masiva si quiere cobrar algo). Él sigue insistiendo en que me equivoqué de oficio... y, la verdad, en momentos como este... casi le doy la razón.
[Para saber más sobre este extraordinario tiburón, véase Tiburón anguila (Chlamydoselachus anguineus), con fotos de otros ejemplares capturados en aguas de Galicia.]
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¹Dentro del orden Hexanchiformes, que es el más primitivo, el Chlamydoselachus (fam. Chlamydoselachidae) sería especie hermana de las demás (fam. Hexanchidae): Notorynchus, Heptranchias, Hexanchus griseus y Hexanchus nakamurai, por orden evolutivo. La divergencia entre ambas pudo haber tenido lugar hace unos 78-88 millones de años. Véase el interesante trabajo de Keiko Tanaka, Takashi Shiina, Taketeru Tomita, Shingo Suzuki, Kazuyoshi Hosomichi, Kazumi Sano, Hiroyuki Doi, Azumi Kono, Tomoyoshi Komiyama, Hidetoshi Inoko, Jerzy K. Kulski & Sho Tanaka (2013). Evolutionary Relations of Hexanchiformes Deep-Sea Sharks Elucidated by Whole Mitochondrial Genome Sequences. BioMed Research International, article ID 147064, http://dx.doi.org/10.1155/2013/147064
²Los Chladoselachus pertenecen a la extinta familia Chladoseachidae, orden Chladoselachiformes. Este es el aspecto que tendrían:
³Esta característica, también considerada primitiva, se da en otras especies como el tiburón vaca (Notorynchus cepedianus) y el tiburón de clavos (Echinorhinus brucus).
⁴Sho Tanaka, Yoshihisa Siobara et al. (1990). The Reproductive Biology of the Frilled Shark, Chlamydoselachus anguineus, from Suruga Bay, Japan. Japanese Journal of Ichthyology. Vol. 37, no. 3, pp 273-291.
⁵Véase E. I. Kukuev & V. P. Pavlov (2008). The First Case of Mass Catch of a Rare Frill Shark Chlamydoselachus anguineus over a Seamount of the Mid-Atlantic Ridge. Journal of Ichthyology, vol. 48, nº. 8, pp. 676-678.
Zona de captura. |
Dos metros de tiburón. Al nacer, miden en torno a 39 cm. Los machos son maduros hacia los 92-163 cm y las hembras entre los 130-135 cm. Y si les dejan pueden llegar a alcanzar casi los dos metros de longitud. Nuestra tiburona se encontraba, pues, en toda su plenitud reproductora. Una pena.
No es raro en el mar de Galicia. El Chlamydoselachus tiene una distribución amplia aunque localizada en casi todos los mares del mundo. No es una especie rara en Galicia, aunque sí poco frecuente, como decíamos al principio. El patrón del barco nos confirmó que todos los años capturaba algún ejemplar. En la parte de Cedeira, por ejemplo en la Selva, también se han cogido unos cuantos. Seguramente tenemos en nuestras aguas una población estable de esta joya de la naturaleza. A ver cuánto nos dura.
Después de hacerle una buena sesión de fotos —la mayoría malísimas—, cargamos el tiburón en el coche de Rafa y nos tomamos un par de cañas en un bar del puerto antes de despedirnos. Charlamos de peces, de tiburones, e hicimos cuentas de los barriles de caña que ya le debo (no se lo dije, pero mi deuda con él supera varias veces todo mi PIB, o sea, ya es objetivamente impagable; habrá que proceder a una reestructuración masiva si quiere cobrar algo). Él sigue insistiendo en que me equivoqué de oficio... y, la verdad, en momentos como este... casi le doy la razón.
¹Dentro del orden Hexanchiformes, que es el más primitivo, el Chlamydoselachus (fam. Chlamydoselachidae) sería especie hermana de las demás (fam. Hexanchidae): Notorynchus, Heptranchias, Hexanchus griseus y Hexanchus nakamurai, por orden evolutivo. La divergencia entre ambas pudo haber tenido lugar hace unos 78-88 millones de años. Véase el interesante trabajo de Keiko Tanaka, Takashi Shiina, Taketeru Tomita, Shingo Suzuki, Kazuyoshi Hosomichi, Kazumi Sano, Hiroyuki Doi, Azumi Kono, Tomoyoshi Komiyama, Hidetoshi Inoko, Jerzy K. Kulski & Sho Tanaka (2013). Evolutionary Relations of Hexanchiformes Deep-Sea Sharks Elucidated by Whole Mitochondrial Genome Sequences. BioMed Research International, article ID 147064, http://dx.doi.org/10.1155/2013/147064
²Los Chladoselachus pertenecen a la extinta familia Chladoseachidae, orden Chladoselachiformes. Este es el aspecto que tendrían:
³Esta característica, también considerada primitiva, se da en otras especies como el tiburón vaca (Notorynchus cepedianus) y el tiburón de clavos (Echinorhinus brucus).
⁴Sho Tanaka, Yoshihisa Siobara et al. (1990). The Reproductive Biology of the Frilled Shark, Chlamydoselachus anguineus, from Suruga Bay, Japan. Japanese Journal of Ichthyology. Vol. 37, no. 3, pp 273-291.
⁵Véase E. I. Kukuev & V. P. Pavlov (2008). The First Case of Mass Catch of a Rare Frill Shark Chlamydoselachus anguineus over a Seamount of the Mid-Atlantic Ridge. Journal of Ichthyology, vol. 48, nº. 8, pp. 676-678.
Como curiosidad, el tiburón anguila (o tiburón lagarto) es una de las especies de aguas profundas reguladas por la UE y por el Ministerio de Agricultura en cuanto a la designación de puertos autorizados a la descarga de más de 100 Kg. de estas especies (http://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2003-7726).
ResponderEliminarFelicidades por el blog. Saludos.
BBS
Gracias por la info! Muy interesante.
EliminarPara completarla, se ha prorrogado el TAC 0 para tiburones de aguas profundas en la UE.
Alucinante!! enhorabuena por tu blog me parece de lo mejorcito en íctiologia divulgativa ,!!
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Fernando! Un saludo.
EliminarQue preciosidad de animal!!!!!!
ResponderEliminarY lo mas importante es que se encuentran también en galicia.
Lo que mas me gusta es la forma y disposición de los dientes, que me confunde un poco con su dieta,ya que no conozco otro parecido.
Un saludo y seguir así.
Leonardo Rios
Los dientes la verdad es que son únicos, Leonardo. No hay otro tiburón con ese tipo de dentadura (y mira que hay rarezas!). Están hechos para atrapar presas tan escurridizas como los cefalópodos, una vez que enganchan un calamar, este ya no tiene escapatoria. Funcionan como las agujas de una potera, como se dice en el artículo.
EliminarY en aguas de Galicia tenemos joyas que ni nos enteramos.
Un saludo, Leonardo!
Buenos días a todos.
ResponderEliminarMe acabo de enterar de un dispositivo creado por la universidad de VIGO que permite identificar a cualquier especie de tiburón por medio de la aleta dorsal.
Me alegro mucho que sea de aquí.
Un saludo
En efecto, Leonardo. Es un espectacular proyecto desarrollado por los monstruos de la Universidad de Vigo con la FAO.
Eliminarhttp://www.lavozdegalicia.es/noticia/maritima/2015/02/20/universidad-vigo-diseno-fao-software-permite-identificar-tiburones/0003_201502G20P40994.htm
http://www.fao.org/news/story/es/item/278114/icode/