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viernes, 30 de septiembre de 2022

El cortejo del peregrino

Foto: Irish Basking Shark Group (IBSG).

Hace unos días se publicaba un fantástico trabajo¹ que desvela el misterio de uno de los comportamientos más enigmáticos y sorprendentes de los tiburones peregrino (Cetorhinus maximus): las reuniones de decenas o incluso centenares de individuos que se pasan horas nadando en círculos sin un motivo aparente.

Este tipo de agregaciones no eran desconocidas para los científicos. Ya habían sido observadas en diversas ocasiones desde mediados del siglo pasado en varios puntos del Atlántico norte, fundamentalmente en su lado occidental (costa este de Canadá y los EEUU): grupos de hasta 1398² individuos que nadaban lentamente unos detrás de los otros, bien en hileras, bien en formación escalonada o formación echelon, trazando enormes anillos cerca de la superficie como un toscote corro infantil. Unas veces era evidente que los tiburones se estaban alimentando puesto que se les veía filtrando el agua con sus inmensas bocas abiertas y las aberturas branquiales desplegadas. Muchas otras veces, en cambio, no era así, no había señal de actividad trófica, con lo que se especulaba que podía tratarse de algún tipo de ceremonia de cortejo.

Se sabía que las zonas oceánicas de alta productividad constituyen un imán para estos grandes filtradores, que acuden a ellas en abundantes números para degustar su rica sopa de plancton, y se sospechaba que podían cumplir también una función social: propiciar el encuentro en torno a una mesa, utilizando un símil humano, de un puñado de individuos solitarios y esquivos durante el cual podrían conocerse para encontrar pareja. Sin embargo, no se podía ir más allá de la especulación sin contar con datos concretos. La gran mayoría de las observaciones eran superficiales (nunca mejor dicho), hechas desde un avión a baja o media altura, con lo que no era posible determinar correctamente la talla ni el sexo de los tiburones y conocer si eran adultos o no, dato indispensable para poder hablar de cortejo.

Captura del vídeo publicado por la MBA y el IBSG.

Pero esta vez sí se ha podido ir más allá. Un equipo formado por biólogos marinos de la Marine Biological Association y el Irish Basking Shark Group ha logrado mirar bajo la superficie y ver qué ocurre en el seno de esas impresionantes formaciones circulares. Y lo que han descubierto combinando imágenes de dron con grabaciones submarinas y observaciones directas es algo extraordinario, un mundo de una complejidad insospechada.

Una de las primeras cosas que observaron fue que esos anillos o discos giratorios que se veían desde el aire son en realidad estructuras tridimensionales sumamente dinámicas que tienen forma de rosquillas gigantes. Técnicamente los autores hablan de "toros sólidos". En geometría un toro es un tipo de superficie de revolución que se genera cuando una circunferencia se pone en rotación alrededor de un eje. Vamos, una rosquilla o, si lo preferís, un flotador gigante.

Izq. Imagen de dron. Fuente: S. Berrow (IBSG), en Sims et al., JFB, 2022. Dcha. Toro de anillo. Fuente: Encyklopedia PWN.

A lo largo de tres veranos entre agosto de 2016 y septiembre de 2021, los científicos lograron estudiar diecinueve toros formados a unos 6-20 km de la costa occidental de Irlanda, en la bahía de Galway, entre las islas de Aran y el estuario del Shannon. Tenían diámetros de entre 17-39 m y estaban formados por grupos de seis a veintitrés individuos distribuidos en capas verticales que podían llegar hasta los dieciséis metros de profundidad.

Todos sus integrantes eran adultos de ambos sexos con una longitud media de unos 730 cm (entre 540-950 cm), lo cual concuerda con las tallas de madurez observadas para el Cetorhinus, y ninguno estaba alimentándose pese a que había bastante zooplancton en el agua. En algún caso en la misma zona había ballenas jorobadas (Megaptera novaengliae), rorcuales aliblancos (Balaenoptera acutorostrata), atunes rojos (Thunnus thynnus), delfines comunes (Delphinus delphis) y numerosas aves marinas alimentándose de jureles (Trachurus trachurus) y espadines (Sprattus sprattus). 

Los tiburones se desplazaban muy lentamente, a menos de un metro por segundo, y siempre en un mismo sentido, horario o antihorario, indistintamente. Podían incluso invertir su sentido de giro en pocos minutos. Las grabaciones muestran como de pronto un ejemplar se separaba de su borde exterior, seguido por uno o varios compañeros, al poco rato se daba la vuelta y, siempre con el pequeño grupo detrás, regresaba al punto de partida, ahora nadando en sentido contrario; y en menos de un minuto el resto de los componentes del toro había cambiado de dirección. 
     Se pudo comprobar que los ejemplares próximos al centro del toro se desplazaban a menor velocidad que los situados en su borde exterior, lo que puede entenderse como una voluntad para mantener la natación en paralelo de los unos respecto de los otros.

Foto: Nick Pfeiffer (IBSG).

Y es que las observaciones revelaron como la estructura toroide de estos agrupamientos facilita extraordinariamente las interacciones rápidas entre individuos en constante movimiento. Los integrantes de un toro podían trasladarse de un lugar a otro mediante un breve acelerón, e interactuaban o se comunicaban entre si mediante una rica variedad de recursos como la natación en paralelo, los contactos físicos de aleta con aleta o de aleta con cuerpo, movimientos de cabeza, etc. No se detectó ninguna diferencia importante en el comportamiento de los machos y las hembras ni tampoco en su ubicación en el seno del grupo, a excepción del macho más pequeño, de 540 cm, que se mantuvo casi siempre en la zona interior. 

En algo más del 50% de los toros se observaron individuos saltando fuera del agua, algunos protagonizados por un macho —sus pterigópodos eran visibles desde la embarcación—, el famoso breaching. Ocurría sobre todo en los agrupamientos más numerosos. No es un porcentaje tan significativo que permita relacionar de forma directa o unívoca este comportamiento con el cortejo, como sostienen algunos científicos (mediante el breaching los machos competirían entre si y las hembras anunciarían que están receptivas). Puede tratarse, quizá, de algún tipo de sistema de comunicación que todavía hay que investigar (más información en El salto del Cetorhinus).

El estudio describe un comportamiento particularmente curioso e interesante que también implica a ellas y a ellos por igual. Imaginad: dos grandes tiburones de diferente sexo nadando en paralelo; uno de ellos se pone de lado mostrándole al otro su superficie ventral —sus genitales, cabe suponer—, y este comienza entonces a mover su cabeza repetidamente arriba y abajo, como si estuviese asintiendo, y levanta la cola. ¿No es extraordinario? En uno de los casos en que era la hembra quien asentía, el macho completó el giro lateral hasta ponerse en vertical y realizar una breve inmersión. Se desconoce si al final ella terminó yendo tras él... o él tras ella.

Captura del vídeo publicado por la MBA y el IBSG.

Tomados en su conjunto, toda esta variedad de comportamientos parece apuntar inequívocamente a un complejo sistema de cortejo. Los toros funcionarían de este modo como una plataforma de citas rápidas o speed dating, como dicen los autores. Los participantes llegan, se buscan, se observan, se reconocen, se exhiben y se ofrecen con la finalidad de encontrar una pareja³. En una ocasión los biólogos pudieron observar como una hembra pasaba por debajo de un gran macho rozándole —¿frotándole?— los pterigópodos con la dorsal, una invitación cuyo desenlace, si lo hubo —que ojalá si, y de los gustosos—, ocurrió lejos de sus cámaras. Un dato interesante es que los machos grandes tendían a asociarse con la hembra de mayor tamaño. Uno de ellos fue visto nadando bajo las hembras de su grupo, pasando cerca de sus cloacas, posiblemente en busca de señales químicas que informasen de su disponibilidad.

Otro dato particularmente interesante que ayuda a reforzar la teoría del cortejo es que en un amplio porcentaje las hembras resulta que tenían un tono de color más claro que los machos. Los cambios o variaciones de color durante el cortejo y apareamiento han sido detectados en otras especies de tiburón como los nodrizas (Ginglymostoma cirratum) y los tiburones toro (Carcharias taurus). Nadie hasta ahora lo había descrito en el peregrino.

En ninguno de los toros se pudo observar nada parecido a una cópula. Tal vez estas tienen lugar en aguas profundas, fuera de la mirada de los científicos. Quién sabe. Aunque sí se detectaron abrasiones y marcas recientes de mordiscos en las aletas pectorales de algunas hembras, así como abrasiones en los pterigópodos de algunos machos, que parecen indicios de una reciente cópula o intento de cópula. 

Izq. Fotografía en la que se aprecia la coloración más clara de las hembras (F) en comparación con la de los machos (Fuente: Sims et al., JFB, 2022). Decha. Captura del vídeo publicado por la MBA y el IBSG.

Estas grandes rosquillas, flotadores o toros de tiburones peregrino sin actividad trófica se han detectado siempre hacia finales del verano, entre los meses de agosto y septiembre, en los márgenes fríos de frentes oceánicos próximos a la costa, una vez que las agregaciones que se forman al comienzo de la primavera en estas zonas de alta productividad han saciado su hambre de zooplancton. A menudo había varios toros visibles en la misma zona separados por apenas unos pocos kilómetros. El 28 de agosto del 2021 observaron nada menos que siete, más seis individuos y dos parejas desplazándose entre ellos. 

Los toros se forman a partir de grupos de seis o más ejemplares que nadan próximos entre si en fila india o en formación escalonada, cuando el individuo o individuos que van en cabeza completan el giro para situarse bien cerca de la caudal de los que cierran el grupo. En algunos casos durante este proceso se han observado ejemplares que nadaban con la boca abierta, o sea, alimentándose; una vez formado el toro, todo comportamiento alimentario cesó.

El excelente estudio de Sims et al. viene a corroborar, enriqueciéndola con soprendentes observaciones, la hipótesis inicial. Los grandes eventos gastronómicos marinos despiertan el instinto reproductor de sus participantes dando lugar a unos ceremoniosos bailes de sociedad a los que nuestros magníficos gigantones se entregan durante horas. Constituyen para ellos una oportunidad preciosa para encontrar pareja antes de regresar a la inmensa soledad del océano.

Captura del vídeo publicado por la MBA y el IBSG.

Se trata, además, del primer estudio que analiza en detalle la naturaleza de estas especiales agregaciones, nunca antes observadas en este lado del Atlántico norte. Sus implicaciones a la hora de pensar estrategias para la recuperación de la especie, sujeta a una fortísima presión pesquera durante la primera mitad del siglo XX de la que todavía no se ha podido recuperar, son enormes. Ahora ya conocemos la finalidad de esos toros, sabemos cuándo y dónde suelen tener lugar. Gracias a esta información, podemos diseñar medidas de protección más eficaces que eviten capturas accidentales, colisiones con buques y sirvan para paliar cualquier otra perturbación ambiental antropogénica que pueda alterar estos toros, rosquillas o flotadores de Cetorhinus.

Según los últimos datos de la IUCN, el peregrino se encuentra En peligro a nivel global. Solo las poblaciones atlánticas europeas muestran ciertos signos de estabilidad. En el resto del mundo continúan en descenso.

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¹David W. Sims, Simon D. Berrow, Ken M. O'Sullivan, Nicholas J. Pfeiffer, Richard Collins, Kev L. Smith, Brianna M. Pfeiffer, Paul Connery, Shane Wasik, Lois Flounders, Nuno Queiroz, Nicolas E. Humphries, Freya C. Womersley & Emily J. Southall (2022). Circles in the sea: annual courtship "torus" behaviour of basking sharks Cetorhinus maximus identified in the eastern North Atlantic Ocean. Journal of Fish Biology, 1-22. https://doi.org/10.1111/jfb.15187

²Esta espectacular agregación fue detectada el tres de noviembre de 2013 frente a la costa oriental norteamericana, al sur de Nueva Inglaterra: había ejemplares alimentándose, otros pegando saltos, otros nadando en formación echelon... Impresionante. Véase L. M. Crowe, O. O'Brien, T. H. Curtis, S. M. Leiter, R. D. Kenney, P. Duley & S. D. Kraus (2018). Characterization of large basking shark Cetorhinus maximus aggregations in the Western North Atlantic Ocean. Journal of Fish Biology, 92. 1371-1384. https://doi.org/10.1111/jfb.13592

³Muchos seres humanos, aparentemente más sofisticados que los tiburones, hacen cosas parecidas, pero buscando el espectáculo: ellos y ellas, ellas y ellos, se reúnen, bien disfrazados y tatuados, delante de decenas de cámaras de televisión para exhibirse ante miles y miles de congéneres mostrando sus fortalezas y sus técnicas para acceder a la cópula y, a la vez, desalentar a posibles competidores/as. A algunas personas el espectáculo les gusta; a otras, les produce una profunda desesperanza.


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