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miércoles, 7 de febrero de 2018

Ataques 2017

Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto de Andrew Fox.
El ISAF (ya sabéis, siglas del International Shark Attack File, "Archivo Internacional de Ataques de Tiburón") acaba de publicar las cifras de ataques registrados en todo el mundo durante el pasado 2017. En total se investigaron 155 incidentes, de los cuales solo 88, a su juicio, pudieron calificarse como ataques no provocados. El resto lo componen ataques provocados (30), "ataques" a embarcaciones (18), a cadáveres (2), accidentes en acuarios (1), y casos dudosos (12) o no confirmados (4).

     Se consideran ataques provocados aquellos en los que es el ser humano quien, de forma consciente o inconsciente, desencadena el ataque o la respuesta agresiva del tiburón, bien porque lo atrae hacia si en actividades como la pesca submarina, o bien porque es el que inicia el contacto físico, por ejemplo al liberarlo de un anzuelo... o cuando algún descerebrado, por hacer la gracia, lo agarra de la cola, de una aleta, etc. Incidentes dudosos son los que pueden haber sido causados por una especie distinta (una barracuda, por ejemplo), o bien por factores abióticos. Cuando los datos disponibles son insuficientes para determinar que ha existido un encuentro (o encontronazo) hombre-tiburón, se habla de casos no confirmados.

     A continuación, los datos más relevantes.
  • 88 ataques no provocados. Son 7 más que en 2016 y 5 por encima de la media de estos últimos 5 años, que se sitúa en 83.
  • 5 víctimas mortales. Una más que el año anterior. Fueron 2 personas fallecidas en la isla de Reunión, 1 en Australia, 1 en Costa Rica  y 1 en Cuba.
  • Distribución de los ataques. EEUU es el país que acapara el mayor número de ataques no provocados, con nada menos que 53 (esto es, el 60,2% del total). Por supuesto, Florida sigue siendo el estado que encabeza la lista, con 31 ataques (el 58% de toda Norteamérica), seguido de Carolina del Sur (10), Hawai (6) y California (2). Massachussetts, Carolina del Norte, Texas y Virginia completan la lista con un incidente cada una. Como alguno se lo estará preguntando, pues en efecto, dentro de Florida, el condado de Volusia sigue siendo el más "atacado", con 9 incidentes (29% de todo el estado), seguido de Brevard (7), Palm Beach (5), etc.
         A gran distancia se sitúan los 14 ataques registrados en Australia: 6 en Australia Occidental (uno de ellos con desenlace fatal), 5 en Nueva Gales del Sur, 2 en Queensland y 1 en Victoria. Aquí encontramos una pequeña discrepancia con el Australian Shark Attack File, que recoge 15 incidentes, indicando que en Queensland hubo 3, y no 2 (véase PDF).
         Por lo demás, se produjeron tres ataques en Reunión y dos en cada uno de los siguientes lugares: Ascensión, Bahamas, Costa Rica, Indonesia y Sudáfrica, cuya media anual es de 4 ataques y una fatalidad.
         Y por último un solo ataque en Brasil, Cuba, Egipto, Gran Bretaña, Japón, Maldivas, Nueva Zelanda y España (Canarias).
  • Tipología de las víctimas. Una vez más, surfistas y otros practicantes de deportes de tabla fueron quienes más atenciones recibieron por parte de nuestros admirados y casi siempre incomprendidos bichos, siendo coprotagonistas no deseados del 59 % de los ataques. Lo cual tiene su lógica, pues es la gente que más horas pasa en el agua, y además en zonas tan sensibles como las rompientes.
         Bañistas y nadadores en general sufrieron el 22% de los ataques; practicantes de snorkel y apnea, el 9%; la gente que estaba barrenando en las olas, con tabla (body surf) o sin ella, un 3%; los submarinistas un 2%; y el 5% restante, gente que hacía otras actividades en aguas someras.
Jaquetón toro (Carcharhinus leucas). Foto: Alexander Safonov.

Y también, un año más, las conclusiones, que no son nuevas para quienes seguís este blog, pero que no por eso vamos a dejar de repetir:

1. ¿Peligrosos asesinos? El hecho de que, durante los muchos millones de horas que muchos millones de personas se pasan metidas en el agua a lo largo de millones de kilómetros de costa de todo el mundo, solo se hayan contabilizado 88 incidentes con 5 personas fallecidas... confirma que los tiburones no solo están muy lejos de ser sanguinarios asesinos, sino que pueden ser bastante menos peligrosos que otros animales salvajes más próximos a nosotros (y ya ni hablemos del propio ser humano).

2. El conocimiento es nuestra mejor protección. La mejor forma de no verse envuelto en uno de estos incidentes es el conocimiento, la información, por parte de las autoridades y también de los usuarios de las playas, y la inteligencia para actuar en consecuencia, dando por sentado que el riesgo=0 no existe... en ningún ámbito de la vida. Uno de los últimos ataques mortales fue la consecuencia de haber ignorado una de las normas básicas a seguir en playas donde hay tiburones: no bañarse de noche, porque es cuando estos animales están más activos, cuando salen a cazar.
     En las costas de los EEUU nos encontramos con las tres especies más peligrosas, responsables de la inmensa mayoría de los ataques: el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) y el jaquetón toro (Carcharhinus leucas); pues bien, aun siendo el país donde con diferencia se han producido más incidentes, no ha habido ni una sola víctima mortal. Otras zonas del planeta notorias por albergar poblaciones de alguno de estos tiburones (o de los tres) responden a un patrón similar: en Sudáfrica tan solo hubo dos incidentes y ningún fallecido; en Australia, 14 y una sola fatalidad. En cambio, en la isla de Reunión, tres incidentes, dos muertos; en Costa Rica, dos y un muerto; en Cuba, uno y un muerto (el caso referido). Da que pensar.

3. ¿"Ataques"? Y por último, una vez más, es conveniente llamar la atención sobre el poder sugestivo de las palabras: el término "ataque" suscita en nuestra mente ideas de agresividad, de muerte, de deseo de causar daño... de violencia gratuita... Es un término excesivamente cargado de sentido moral: el que ataca siempre tiene voluntad de hacernos daño, a nosotros o a nuestros seres queridos. A la vista de las cifras y datos aportados, parece claro que esto, en el caso de los tiburones, no es así... ese tipo de comportamiento sanguinario es patrimonio del ser humano.
     Los tiburones no tienen interés alguno en "hacernos daño", aunque tendrían sobradas razones para estar algo más que mosqueados con nosotros. La tipología de los ataques no refrenda semejante cosa. En la inmensa mayoría de los casos no deberíamos hablar de "ataques", en el sentido de que no hay un afán depredatorio claro hacia la víctima, sino de "incidentes". Los tiburones muerden para investigar, para conocer, no para hacernos daño. Si así fuese, tened por seguro que el número de víctimas sería insoportables.
     Nuestros queridos bichos no son más que animales salvajes que siguen un patrón de comportamiento que llevan escrito en sus genes y que estamos empezando a conocer. Nada más... y nada menos.

Tiburón tigre (Galeocerdo cuvier). Foto: Daniel Botelho.

2 comentarios:

  1. Gracias por la información. Muy interesante, servirá para quitar miedos infundados.

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