Recorrer la playa cuando hace mal tiempo siempre tiene sus recompensas. El mar arroja a la orilla los más diversos objetos y restos de algas y animales con los que a veces nos gusta intentar construir una imagen de lo que el océano oculta a nuestra vista, como si fuesen pinceladas de un paisaje impresionista. Un paisaje repleto tal vez de misterio, tal vez de inquieta belleza, y muchas veces de deprimente desolación.
Ayer por la tarde un amigo me envió un mensaje con la siguiente fotografía, hecha por un conocido suyo que se había encontrado un extraño pez en la playa. Quería saber qué era.
Mi sorpresa fue grande, porque parecía una visera (Deania calcea), conocida en Galicia como paxariño, sapata, o, más localmente, como pico pato. Me fue imposible examinar el ejemplar, pero esta misma tarde, hace unas pocas horas, pude confirmar su identidad, cuando el mismo amigo me envió un nuevo mensaje comentándome que había otros dos bichos más en otro punto de la misma playa de Coroso, en Riveira. Allá me fui, como una centella.
En efecto, eran viseras, dos hembras de cerca de 90 cm que, a juzgar por su aspecto (y olor), debían de llevar varios días a la deriva; presentaban, además, señales de haber sido depredadas. Alguien las había recogido de la orilla y depositado sobre una roca. Es probable que el ejemplar de ayer fuese también otra hembra en las mismas condiciones, puesto que estos tiburones posiblemente forman grupos con segregación sexual.
La visera es una especie demersal de aguas profundas relativamente común en el cantil y talud superior, sobre todo entre los 400 y los 900 m. ¿Qué hacían en la playa dentro de la ría? La respuesta es evidente: venían de un descarte.
Este tiburón tiene un aspecto único, especial, con ese largo morro espatulado repleto de sensores eléctricos para cazar en la oscuridad de las aguas profundas. Se alimenta principalmente de pequeños peces, cefalópodos, gambas y camarones y cuenta con dos fuertes espinas al comienzo de las dos aletas dorsales, cuya función es básicamente defensiva. Si queréis conocer algo más sobre esta especie, pinchad aquí: Visera (Deania calcea).
Las poblaciones europeas de Deania calcea se encuentran en peligro según la UICN por más que apenas tiene valor comercial. El motivo es el tremendo impacto de la pesca de profundidad, sobre todo el arrastre de fondo, que arrasa millas y millas de fondo marino sin ningún tipo de control.
Imaginad una partida de caza. Un grupo de cazadores que se reúne a la entrada de un bosque con el propósito de cazar conejos. Pero para ello, en vez de entrar cada uno con su escopeta, lo que hacen es amarrar cada extremo de una larguísima red a dos inmensas y potentes máquinas tipo excavadora. Separadas entre si varias decenas de metros, se ponen en marcha y se internan en el bosque arrasando árboles y plantas de todo tipo, atrapando todo tipo de criaturas... y también algunos conejos. Al cabo de varios cientos de metros, habiendo dejado tras de si una larga estela de tierra arrasada, los cazadores se guardan los conejos y tiran todo lo demás. ¿Os lo podéis imaginar? Pues así funciona el arrastre de fondo.
Estas viseras formaban parte, casi con toda seguridad, de los descartes de uno de estos lances de arrastre. Un lance que se llevó consigo todo un grupo de hembras a punto de entrar en la madurez reproductiva, truncando así varias generaciones futuras. Porque el drama de los tiburones de aguas profundas es que suelen tener una tasa reproductiva muy baja: maduran muy tardíamente y producen pocas crías tras periodos de gestación en general largos.
A veces, recorrer la playa tras un temporal puede llegar a ser muy deprimente.
PS: Por si queréis saber qué aspecto tiene la Deania calcea en su medio, aquí os dejo este trítpico: un ejemplar acercándose a un cebo depositado a 900 m de profundidad en Rockall, un área de extraordinaria riqueza pesquera, al oeste de Irlanda.
Foto: Ocean Lab, en http://eu-fp7-coralfish.net |
Foto de Odón López publicada por La Voz de Galicia. |
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