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martes, 23 de noviembre de 2021

Cuánto puede medir un tiburón blanco

Fotografía de Fred Buyle. https://nektos.net

Desde Spielberg, el gran tiburón blanco se ha consolidado como el monstruo de referencia de nuestro imaginario colectivo. Es el terror impredecible (y fascinante) que acecha en el océano oscuro de nuestro subconsciente: una criatura fría, desprovista de sentimientos y ajena a toda lógica humana que nos observa atentamente desde un lugar que no es el nuestro. Por eso nos gusta que sea muy grande y fiero, cuanto más mejor. Porque los monstruos tienen que ser eso, monstruosos.

0. Ávidos de monstruos. Las noticias sobre avistamientos y capturas de tiburones blancos de gran porte suelen tener por ello una entusiasta acogida entre el público. No importa si son reales, si tienen un poquito de verosimilitud o si son un completo disparate, enseguida llenan los medios de comunicación y las redes sociales, y de vez en cuando hasta se cuelan en algunas publicaciones divulgativas y en ciertos documentales (es que estas cosas venden muy bien). Algunas noticias consisten simplemente en testimonios apócrifos, otras en testimonios absolutamente imaginarios y en no pocas veces, en puras exageraciones. La tentación de fabricar un monstruo es demasiado golosa y, para algunos, difícil de resistir: pescadores, periodistas, incluso algún que otro científico. 

Richard Ellis¹ relata como a principios de 1981 recibió una carta del editor del  Guinness Book of Animal Facts & Feats (el Guinnness de los animales) con la fotografía de un tiburón blanco que —decía— había sido capturado en la isla de San Miguel, en las Azores, en julio de 1978 y que medía 29,6 pies, es decir, nada menos que ¡nueve metros! Al año siguiente logró organizar el deseado viaje al archipiélago para buscar testigos, más fotos, restos del animal, noticias de algún tipo. Visitó tres islas, preguntó a pescadores y periodistas, investigó en el museo de Ponta Delgada, incluso llegó a poner un anuncio en la prensa local ofreciendo una recompensa por un diente, y lo que encontró fue nada, humo. Ni siquiera pudo hablar con el supuesto autor de la foto, un pescador llamado Trevor Housby, porque resulta que vivía en Inglaterra. Lo más desconcertante es que este señor, que por lo visto era autor de varios libros sobre pesca "deportiva", más tarde aseguró que en realidad la foto no la había hecho él, sino un fotógrafo llamado "Silvano" que nadie sabía quién era. Total, que Ellis se volvió tal como había llegado. La fotografía se publicó igualmente en la tercera edición del Libro Guinness de 1982 con la información de que había medido 900 cm pese a que no existía evidencia alguna que avalase siquiera la verosimilitud de semejante dato².
     En la actualidad todo lo que queda del tiburón de las Azores es, parafraseando a Góngora, humo, polvo, sombra, nada. Tan solo una foto en blanco y negro que, por poder, pudo haberse hecho hasta en Santa Uxía de Ri💙eira, provincia de la Coruña.

Fig. 1: 1 y 2. Fotos del enorme tiburón blanco capturado en Iquique publicadas en la prensa del momento. 3. El tiburón de las Azores: los 9 m iniciales se quedan en 5-6.

1. El deseo y la realidad. Está claro que una cosa es lo que nos gustaría creer y lo que nos quieren vender y otra muy distinta lo que de verdad puede constatarse de una forma objetiva, científica. En su gran libro sobre el tiburón blanco, Richard Ellis y John McCosker sostienen que las grandes tallas enseguida empiezan a encogerse en cuanto aparece un observador responsable con una cinta métrica. Hay que reconocer que algunos científicos son en exceso fríos y tajantes para nuestra mentalidad ávida de monstruos —yo creo que algunos hasta disfrutan siéndolo—, pero supongo que ese es su papel, bajarnos a tierra, sobre todo cuando el panorama comienza a llenarse de monstruos con pretensiones de realidad. Ante cualquier noticia sobre un tiburón gigante, lo que toca es levantar la ceja y preguntar por la fuente y por las pruebas que pueda aportar, que deben someterse a verificación. De esto va la ciencia; lo otro es rica ficción. 

El tiburón blanco (Carcharodon carcharias) es un bellísimo pez de gran porte que puede excepcionalmente llegar hasta los 600 o 640 cm de longitud total según la información científica más contrastada. Por encima de estas tallas los registros son muy difíciles o imposibles de verificar. Los tiburones blancos más grandes que se capturan suelen rondar los 500 cm y los 580 cm.³

El 23 de mayo de 1987 la prensa chilena recogía la noticia de un gigantesco tiburón de "7 m y una tonelada" que había sido capturado a seis millas de la localidad de Iquique, en la costa norte del país. Semejante notición atrajo la atención de Richard Ellis y John McCosker, quienes enseguida se pusieron en contacto con el Dr. Louis H. DiSalvo, un colega del Centro de Investigaciones Submarinas de la Universidad del Norte, en Chile, para ver qué podía averiguar. El zoólogo logró comunicarse con la armadora del pesquero, cuyos responsables "respondieron tímidamente que los periódicos estaban equivocados y que en realidad [el tiburón] había medido unos 5,8 m y pesado 1300 kg, medidos en una báscula de camiones". Como si un bicho de casi 6 m pareciese poquita cosa poco gigantesco y hubiera que ponerle un metro más.

Fig. 2: Hembra de 5,35 m TL atrapada en una almadraba de la isla de Favignana, costa occidental de Sicilia, el ocho de marzo de 1987. Su estómago contenía un delfín de entre 150-200 kg. En el aparejo había también un macho que logró escapar con vida. Datos tomados de De Maddalena & Heim (2012).

Los científicos reconocen que por diversas circunstancias a menudo resulta complicado medir la talla y el peso de los tiburones blancos de grandes dimensiones, por lo que muchas veces lo que se encuentran no son cifras definitivas obtenidas con una cinta métrica, sino estimaciones más o menos aproximadas, lo cual suele generar más especulaciones que certezas. Por este motivo han estudiado métodos con los que aproximarse a la realidad de la forma más objetiva posible, como son las correlaciones estadísticas entre la longitud total y una serie de magnitudes anatómicas: altura del mayor diente de la mandíbula superior, perímetro de dicha mandíbula, tamaño de las vértebras situadas debajo de la primera dorsal o en posición inmediatamente anterior, longitud de las aletas, peso (cuando lo hay), etc. En algunos casos es posible ajustar los resultados combinando estas estimaciones con las obtenidas a partir de material fotográfico válido y, con suerte, con las declaraciones de testigos más o menos fiables. Y con todos estos ingredientes los científicos se enzarzan en largos debates en los que se plantean dudas sobre la fiabilidad de las biometrías, dudas sobre el protocolo seguido para obtener alguna de ellas, dudas sobre la solidez de los cálculos y fórmulas de regresión, etc., dando lugar a todo un universo de cifras, gráficos y fórmulas por el que, como es natural, vamos pasar muy de puntillas.

Fig. 3: A la izquierda, noticia publicada el 6/11/1987 en uno de los periódicos sensacionalistas por excelencia, el Sun: "Eso no es un tiburón, es una ballena". La crónica apuntaba una talla de siete metros. A la derecha, una foto del mismo ejemplar con una nota manuscrita apócrifa que indica 20,8 pies (634 cm), 5085 libras (2306 kg) y dientes de dos pulgadas (5 cm). Las fotos son impresionantes, pero algunas fuentes consideran que esta pobre hembra no llegaba a los 600 cm. Esta muerte innecesaria es una de las muchas infamias cometidas por un canalla despreciable con el aplauso de parte de la prensa local.

2. Dos certezas universales sobre el tamaño. Entre tanta duda, lo único de verdad claro y demostrado en todo este asunto son dos cosas. La primera es que, como en las mayoría de los tiburones, las hembras del tiburón blanco son las que alcanzan mayores tallas, y tardan más en alcanzar la madurez: entre los 400-500 cm, frente a los 310-410 de los machos. Ellas pueden llegar a los 640 cm y ellos, a los 550, siempre hablando en general.De los 52 ejemplares listados abajo, 40 son hembras (dos de ellas, con ciertas dudas), tres son machos y de los nueve restantes no existe información al respecto.
     La segunda certeza es que, en todo lo que respecta al Carcharodon carcharias, el tamaño sí importa. Y mucho.

3. ¿Cómo se mide un tiburón blanco? Como es obvio, la única medición fiable y definitiva es la que se obtiene agarrando un metro y extendiéndolo en línea recta a lo largo del animal desde la punta del morro hasta la cola. Pero claro, este método resulta un tanto engorroso cuando el bicho es muy grande y está muy vivo; solo funciona con ejemplares muertos o inmovilizados y amarrados a una lancha de investigación.¹⁰
     Existen varios tipos de medidas de longitud. La mayor de todas es la longitud total (TL), que es la que se mide desde la punta del morro hasta el ápice del lóbulo terminal de la aleta caudal. Puede hacerse de dos maneras: con la cola en posición abatida (TOT) o en posición natural (TLn). La TLn representa aproximadamente cerca del 97% de la TOT (96,91% según lo estimado por De Maddalena, 2001). 
     Otras medidas que suelen manejarse son la longitud estándar o longitud precaudal (PRC), tomada desde el morro hasta el origen de la aleta caudal, y la longitud de la horquilla o longitud furcal (FOR), hasta el punto de unión de los lóbulos caudales en su borde posterior.

Fig. 4: 1. Otras medidas utilizadas: PD1 (longitud a la primera dorsal), PP2 (longitud prepélvica) y PP2-PPI (distancia prepélvica-prepectoral). Dibujo de Alessandro De Maddalena tomado de De Maddalena et al. (2001) (editado). 2. Perímetro de la mandíbula superior seca (Dried Upper Jaw Perimeter). 3. Dimensiones del primer diente anterior superior (UA1): UA1H (altura del diente), UA1E1 (altura de la corona), UA1E2 (altura máxima de la corona). Los dibujos 2 y 3 (editado) son de Rhys Meyerkort, tomados de devianart.com.

La longitud máxima (TL) más extendida en la literatura científica son los 6,4 m (21 pies) del famoso ejemplar capturado en Cojímar, una pequeña localidad pegada a La Habana, en 1945 o 1943, según la fuente, y medido por el biólogo cubano Luis Howell-Rivero. Esta talla, sin embargo, ha sido cuestionada por científicos como J. E. Randall, quien concluye que los dientes y vértebras conservados se corresponden más con un ejemplar de alrededor de 5 m (las fotos tampoco le convencen).¹¹ Otros especialistas, en cambio, restan solidez a estos cálculos y sostienen que no hay ningún motivo para considerar errónea la medición original, de ahí que siga siendo ampliamente aceptada.
     Para añadir un puntito más de sabor al debate, existe una anotación manuscrita en el reverso de una de las fotos originales que indica, en español, lo siguiente (transcribo literalmente): "...el monstruo peso 7,125 lbr, midió 19 pies y medio, el hígado peso 1,005 lbr, fué atrapado en el año 1943".¹² O sea, 594 cm. Pero ¿quién tiene razón, el biólogo o el autor del comentario?

Fig. 5: Fotografías del "Monstruo de Cojímar", 1943 o 1945.

Muy pocos tiburones blancos de gran talla han podido ser medidos de manera fiable. Para el biólogo de la NOAA José I. Castro, que en esto sigue a Randall (1987), el mayor de todos es una hembra de 597 cm (19,6 pies) capturada el 22 de marzo de 1984 en Ledge Point, Australia Occidental. De Maddalena¹³ añade dos más, también hembras: una de 574 cm (TLn) capturada en Bunbury, Australia, el dos de junio de 1991 y otra de 589 cm TOT, capturada en Sète, Francia, el trece de octubre de 1956. Esta última es el tiburón blanco de mayor tamaño con las biometrías completas correctamente realizadas y el mayor también que se conserva en el mundo de cuerpo entero. Se exhibe en el Museo Cantonal de Zoología de Lausana.

Fig. 6: Izq. Sète,13 de octubre de 1956 (foto: Azais Polito). Dcha. El mismo ejemplar en exhibiciòn en el Museo de Zoología de Lausana (foto: Guy Oliver tomada de De Maddalena et al. 2003).

Si las mediciones hechas por científicos son objeto de controversia, ya ni os cuento las realizadas por gente que no pertenece al ramo. El caso más célebre y estrambótico es el de la hembra capturada el 17 de abril de 1987 en Filfla, Malta, por Alfredo Cutajar. El inmenso bicho fue medido en Marsaxlokk por un entusiasta de los tiburones de nombre John Abela, dando la cifra alucinante de 714 cm. La noticia no tardó en saltar a los medios. ¡El ejemplar más grande jamás registrado! Y ahí empezó el follón. La medida fue contestada por autores como Fergusson, que la consideraba una exageración de libro. Para él, el animal no pasaba de los 550 cm. Las inconsistencias y contradicciones de los testimonios de algunos testigos no hicieron más que enredar todavía más la cuestión, tal como vemos en el relato que hace Alessandro De Maddalena¹⁴ de sus propias investigaciones. Alguno llegó a decir que Abela no había utilizado un metro para medir a aquel gigantesco pez, sino una cuerda.
     Para no extendernos: Abela siempre se ha reafirmado en su medición, declarando que incluso midió el tiburón dos veces para estar completamente seguro; Mollet et al. en 1996 consideran que parámetros como la altura del diente, el perímetro de la mandíbula superior y varias medidas de las aletas pectorales, así como el peso estimado, son consistentes con un ejemplar de 7 m, por lo que concluyen que no se puede descartar la medición original. Sus cálculos arrojan una horquilla de 460-700 cm. De Maddalena suma a todo esto el análisis de tres fotografías para obtener la estimación de 668-681 cm TOT, o bien 647-660 cm TLn (no sabemos si los 714 cm de Abela son TOT o TLn; según Fergusson, serían TOT).

Fig. 7: Algunas imágenes del ejemplar de Filfla, Malta, 1987. 1. Foto: John Abela. 2. Alfredo Cutajar y el tiburón: el pescador no era consciente de que en ese momento el tiburón no estaba muerto del todo. Foto: Peter Antonenko. 3. Foto: John Gullaumier. 4. Foto tomada del Times of Malta. 5. Captura de vídeo sin autor.

4. ¿Y qué ocurre cuando tenemos cinta métrica pero no el tiburón? Este suele ser el caso de los ejemplares históricos y de un buen número de capturas accidentales cuando el animal termina procesado, cortado en trocitos y comercializado de algún modo sin dar tiempo a que alguien se acerque con un metro, o a veces impidiéndole directamente que lo haga. Lo que nos llega son sobre todo dientes, mandíbulas, la cabeza entera, alguna aleta y, tal vez, alguna imagen. Los científicos se guardan la cinta métrica y agarran instrumentos adecuados para magnitudes más pequeñas; y también sus calculadoras, para los complicados cálculos de regresión que mencionábamos más arriba.
     Por supuesto, también están las estimaciones que hacen pescadores y testigos, pero que es necesario calibrar con cuidado porque no siempre aciertan. Calcular a ojo la talla de un animal tan extraordinario, en todos los sentidos de la palabra, como un tiburón blanco de gran porte es tremendamente difícil, sobre todo cuando el encuentro es inesperado. Un dato curioso nos lo ofrece un estudio¹⁵ llevado a cabo en Australia en el que se observó que los pescadores tendían a subestimar las tallas de los ejemplares pequeños (>2,5 m) y a sobrestimar las de los más grandes, los de 3,5 m para arriba (por lo común solían ser de igual o mayor tamaño que sus embarcaciones); y, más sorprendente todavía, tanto pescadores deportivos como comerciales acertaban mucho más en las tallas de los tiburones de tamaño mediano, aquellos que rondaban los 3 m.

El 16 de julio de 1996, unos pescadores de Malindi, Kenia, se toparon con una hembra enorme que había quedado atrapada por la noche en sus redes, que estaban caladas a 35 m de profundidad a unos 8-10 km de la costa. La remolcaron a tierra y la despiezaron antes de que nadie pudiese medirla ni fotografiarla de cuerpo completo. Le calcularon unos 6,4 m; un paisano del lugar comentó que a lo largo de los años ya llevaban pescados varios tiburones blancos, pero ninguno de ese tamaño. Las diversas piezas del animal sumaron como mínimo 2200 kg, aunque parece que no las pesaron todas, como tampoco todos los embriones que portaba. Porque era una hembra: dentro llevaba entre seis y ocho embriones de alrededor de 3,5 pies (107 cm) y entre 10-20 kg, más unos diez que había abortado mientras estaba en la red, según afirmaron los pescadores. Solo la cabeza, que habían cortado, en un costado, a la altura de las aberturas branquiales y, del otro, por detrás de la pectoral, pesó 450 kg.  Los científicos pudieron calibrar unas vértebras que teóricamente procedían de la sección comprendida entre las aletas pectorales y se pusieron a hacer cálculos. Por un lado, el peso, si era fiable, sería consistente con una talla de 6,3 m, similar a la estimada; por el otro, las vértebras, suponiendo que procediesen de la zona corporal que decían, se corresponderían con un ejemplar de unos 5,7 m, los cuales, sin embargo, concuerdan con un peso de 1625 kg. Conclusión: imposible confirmar esos 6,4 m, por lo que hay que tomarlos con mucha cautela.¹⁶

Pero el caso sin duda más importante es el de la captura accidental de uno de los ejemplares más grandes de la historia reciente. Ocurrió el uno de abril de 1987 en Kangaroo Island, Australia, a 40 millas al SSE de Cape Hart, cuando Peter Riseley se encontró un inmenso tiburón blanco enganchado en una red de enmalle que había calado a casi 35 brazas (64 m). El animal era demasiado grande para subirlo al barco, por lo que lo amarró a un costado y se llevó una aleta y la cabeza, que tardó cuatro horas y media en cortar. Aunque no pudo medirlo, el pescador estimó que rondaba los 23 pies (7 m) basándose en la distancia entre las bitas de proa y popa; incluso comentó que era un cálculo a la baja, puesto que el cuerpo del tiburón no estaba en posición recta, tieso, sino arqueado, doblado hacia abajo por su propio peso. Naturalmente, esta estimación fue revisada por los científicos.

Fig. 8: 1. Andrew Brockoff, marinero del barco de Peter Riseley, posando con la cabeza y la enorme pectoral del ejemplar que acababan de encontrar. 2. Otra imagen del mismo ejemplar, con Peter Riseley a la izquierda. Fuente de ambas imágenes: Cappo, 1988. 3. Taiwan, 1997. 4. Isla de Jabuka, Croacia, 2003. Fuente: Soldo & Dulčić, 2005.

John McCosker tuvo la oportunidad de examinar las mandíbulas en un museo de Sidney y en su opinión el tamaño de los dientes no se corresponde con un bicho de 7 m; y De Maddalena le calcula alrededor de 645 cm TOT (o 625 TLn). Sin embargo, otros especialistas como Michael Cappo y Mollet et al., concluyen algo bien distinto¹⁷. El primero, siguiendo las tablas de correspondencias propuestas por Randall y basándose en la altura del diente de mayor tamaño y el perímetro de la mandíbula superior, obtiene las tallas estimadas de 580 y 680 cm respectivamente; en su opinión, de haber habido un científico con cinta métrica en aquel momento y lugar, tal vez estaríamos hablando de un récord incontestable. Por su parte, Mollet et al., tomando también en consideración las dimensiones de la aleta pectoral, concluyen que este tiburón es más grande que el capturado en Filfla; sus cálculos arrojan una horquilla de entre 530 y 820 cm, con lo cual los 7 m del patrón les parece una longitud creíble.

Un caso bien extraño y desconcertante es el de la enorme hembra capturada, también accidentalmente, en agosto de 1983 en Alberton, Prince Edward Island, en el golfo de San Lorenzo (Canadá), parece ser que en un aparejo destinado al arenque. En Ellis y McCosker leemos que las autoridades apenas permitieron tomar unas fotografías mientras el bicho era desembarcado y subido a un camión para llevárselo de inmediato y así evitar "publicidad no deseada", de manera que nadie pudo medirlo, aunque los testigos le calcularon entre 17,5 y 20 pies (5,33 y 6,1 m). En su página White Shark Summary, Henry Mollet apunta la talla de 576 cm citando como referencia a Hubbell (1996), mientras que Mollet et al. (1996) le dan 610 cm (exactamente 6,096), también citando al mismo Hubbell.¹⁸ Sin embargo, los del Greenland Shark & Elasmobranch Education & Research Group (GEERG), proclaman que, con 17,17 pies (523 cm), la hembra de Alberton es el mayor ejemplar que ha podido ser medido con precisión en Canadá. Y aquí nos quedamos de piedra. Una búsqueda rápida en internet y nos encontramos dos reportajes donde testigos de aquella captura y desembarco explican que el tiburón fue enterrado sin cabeza en un vertedero y no fue examinado hasta tres semanas después por un biólogo, un tal Tom Hurlbut, del Canadian Department of Fisheries and Oceans.¹⁹ Uno de los testigos, autor, además, de las fotos, asegura que el pez medía mucho más de 5 m, confirmando que la estimación de Hubbell no iba muy desencaminada.

Fig. 9: 1 y 2. Golfo de San Lorenzo, Canadá, agosto de 1983. Fotos de Jack Woolner tomadas de GEERG. 3. Favignana, Sicilia, 1953. Foto: Giusepe Guarassi. 4. Ganzirri, 1961. Fuente: D. Sorrenti, tomada de De Maddalena, 2010.

5. ¿Y si tenemos el tiburón pero no una cinta métrica? A esta casuística pertenecen los encuentros hombre-tiburón de los cuales lo único que nos llega son testimonios e imágenes, pero ningún trocito de bicho sobre el que extender un metro o abrir un calibre. Lo único que podemos hacer son estimaciones "a ojímetro", es decir, a partir de la observación del animal respecto de algún punto de referencia, obviamente sustentada por fotos o vídeos. En estos casos la polémica y los debates suelen ser más apasionados dependiendo de la credibilidad del testigo o testigos y del material que puedan aportar. Las exageraciones las involuntarias y las que no lo son tanto suelen ser mucho más abundantes, como es fácil imaginar, por parte de testigos, de algunos —siendo muy optimistas— medios de comunicación y en estos últimos años por las redes sociales, que han convertido esto en una locura.
     Las estimaciones visuales no suelen ser en general muy ajustadas, incluso en aquellas situaciones en las que los encuentros con tiburones blancos están previstos y, además, pueden prolongarse a lo largo de unas horas o días, como son las actividades de ecoturismo. En un estudio realizado en una de las áreas más importantes para este tipo de negocio, las islas Neptuno, en Australia, se observó que el mayor grado de acierto provenía no de la experiencia en el mar y el contacto visual más frecuente, como es el caso de la tripulación de las embarcaciones, sino de los científicos, acostumbrados a observar y medir; en tercer y último lugar estaban las estimaciones de los clientes.²⁰

El ejemplo más mediático de estos últimos años es sin duda el de Deep Blue, la hermosota hembra que en 2013 se dejó filmar en Guadalupe rodeando la jaula de Mauricio Hoyos en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo. Este biólogo mexicano especialista en el tiburón blanco estima que debía de medir alrededor de 650 cm, pues pudo compararla con el tamaño de su lancha.²¹ Los mass media de todo el planeta se llenaron de fuegos artificiales: ¡El tiburón blanco más grande jamás filmado/documentado/visto! Y como era de esperar, otros especialistas no tardaron en rebajar las cifras. En su cuenta de Instagram, Michael Domeier, tal vez un poco picado, afirmaba que la cosa no era para tanto, que, de hecho, él ya llevaba vistos en las costas de California dos ejemplares que superaban claramente el tamaño de Deep Blue, uno en los Farallones y otro en las proximidades de punta Concepción.²² George Burgess, por su parte, le calcula como mucho unos 18 o 19 pies (549 o 579 cm).²³

Fig. 10: Arriba. Capturas del famoso vídeo donde la mediática Deep Blue se deja saludar por Mauricio Hoyos. ¿550, 580, 600 o 650 cm? Abajo. Otra hembra de tamaño parecido a Deep Blue, con la cual se la suele confundir: Haole Girl, fotografiada en Oahu, Hawái. Foto tomada del Twitter de George T. Probst.

6. ¿Y si no tenemos ni tiburón ni cinta métrica? Pues entonces lo único que nos queda es la fuente, su fiabilidad o el grado de confianza que nos merezca. En un lado de las escala tenemos casos tan folclóricos como el del famoso "submarino"²⁴, que aparece en varios documentales bastante ridículos. En el otro nos encontramos el testimonio de gente tan seria y solvente como el malogrado Juan Antonio Moreno, el mayor especialista en tiburones que ha dado nuestro país, cuyo testimonio me merece, particularmente, toda la credibilidad del mundo.
     En 1982 el profesor Moreno pudo presenciar el desembarco en Dakar (Senegal) de una hembra gigantesca de tiburón blanco. Al parecer hubo problemas con los dueños del pez, quienes le impidieron tomar cualquier tipo de biometrías o de fotografías; no obstante pudo hacer una estimación midiéndolo dos veces con sus pies. Y el resultado quita el hipo: entre 8 y 9 metros. La mandíbula ya se la habían vendido a un norteamericano que pagó por ella 1000 dólares.
     La honestidad intelectual de Moreno fue tal que nunca recogió esta observación en ninguna de sus publicaciones científicas, y solo ha podido ser conocida por el público gracias a que algunas de las personas que lo conocieron o pudieron tratarlo personalmente, también científicos de prestigio como Joan Barrull, Isabel Mate y Alessandro De Maddalena, decidieron recogerla en sus trabajos.²⁵ Otros ya habrían montado un insufrible circo mediático.

Fig. 11: 1. Mallorca, 1969. La foto procede de un excelente artículo de Damián Ramis publicado en Brisas, mayo de 1988: "Tiburones en Mallorca". 2. Ejemplar que posiblemente superaba los 5 m capturado accidentalmente en El Barril, México, en abril de 2012. Nunca fue medido. 3. Kin, Okinawa, 1985.

7. Conclusiones. Es evidente que aunque la longitud máxima registrada con un cierto grado de fiabilidad son los 640 cm de la hembra de Cojímar, el tiburón blanco puede excepcionalmente llegar a alcanzar tallas bastante superiores. Pero estos ejemplares son ya historia. Hace muchos años, los tiburones de gran tamaño eran más habituales en el mar, pero la pesca industrial los ha eliminado. La consecuencia es que estos peces, como tantos otros habitantes del océano, son cada vez más pequeños.²⁶ Un reciente trabajo centrado en el Mediterráneo confirma un descenso en las tallas medias desde 1913 hasta 2012.²⁷

Cada vez queda menos sitio en los océanos para que los ejemplares de gran tamaño puedan prosperar. Los estamos acosando y eliminando poco a poco, tiburón a tiburón, con inexorable tenacidad. Lo vemos aquí al lado, en el Mediterráneo, una población fija establecida desde hace seis millones de años tras cruzar medio planeta que estamos a punto de eliminar. Su presencia en el Adriático, vinculada a los grandes bancos de atún, es cada vez más escasa, así como en diversas áreas de Turquía, Grecia, italia... y España, donde directamente el tiburón blanco ha desaparecido.

El estatus que le da la IUCN a nivel global es de Vulnerable; pero en Europa y el Mediterráneo se encuentra En peligro crítico... y sus poblaciones siguen en descenso.²⁸

Se nos va.

👉Este artículo se complementa con el titulado 52 grandes blancos. En él encontraréis un listado con los 52 ejemplares más grandes de que tenemos noticia, cuyas longitudes han sido medidas o estimadas, a nuestro entender, con un mínimo grado de objetividad y mesura.


Agradecimientos a Jürgen Pollerspöck, de Shark References, y a Drew Scerbo, del White Shark Interest Group, por el suministro de alguno de los papers y a Claudio Barría, de Catsharks, por la información sobre Chile. Y gracias, muy especialmente, a los compañeros y sin embargo amigos del Foro Tiburones por su asesoramiento en esto de las furgonetas y caravanas; sin ellos este trabajo no hubiera sido posible.

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NOTAS

¹Información extraída de Ellis & McCosker (1991).
²Pocos años después, tras comparar la foto con otras de ejemplares correctamente medidos, J. E. Randall (1987) llegó a la conclusión de que, siendo generosos, el bicho no pasaba de los 6 m. El insigne ictiólogo da una versión ligeramente diferente de la anécdota contada por Richard Ellis, según la cual fue el editor del Guinness, Gerald L. Wood, quien envió primero a Randall la nota con la fotografía del tiburón, y este, ante la imposibilidad de viajar él mismo al archipiélago, se puso en contacto en primer lugar con McCosker, quien a su vez pasó recado a Ellis.
³Compagno (2002).
De nuevo, Ellis & McCosker (1991). Desgraciadamente, la documentación que pudiera existir referida a este caso y a otros análogos desapareció en un incendio ocurrido en los laboratorios de la Universidad de Chile (Claudio Barría, com. pers. tras una consulta con el Dr. Germán Pequeño).

Mollet et al. (1996).
Pero este tipo de estimaciones no siempre resultan todo lo sólidas que sería de desear. Por ejemplo, en algunos casos no existe un protocolo unificado de muestreo y medición, en otros se descubre que ciertas variables no pueden utilizarse como marcas de tamaño puesto que pueden obedecer a cambios ontogénicos o a una simple variabilidad natural entre ejemplares de cierto tamaño, como ocurre con los dientes, donde el cálculo de tallas funciona bien solo en ejemplares jóvenes, dado que en aquellos que han alcanzado la madurez sexual la estructura dentaria es muy diversa.
Aunque existan muchas fotos de un mismo ejemplar, es habitual que solo un pequeño porcentaje puede tener utilidad para realizar un cálculo estimativo. Véase por ejemplo De Maddalena (2001).
Compagno (2002).
Ebert et al. (2021).

¹⁰En este blog no seguimos la actividad de ese programa de tv cuyo promotor, que no es científico sino pescador profesional, gana ingentes sumas de dinero levantando tiburones de gran porte fuera del agua, espachuflados sobre una plataforma como si fuesen sacos de patatas, previamente agotados y estresados, para luego hacerse fotos y vídeos a su lado. Eso es espectáculo sensacionalista, no ciencia.
¹¹Randall (1987) basa su refutación de la medición original en una simple fotografía y en cálculos estimativos a partir de la altura de un diente de la mandíbula superior y de las dimensiones de un centrum vertebral tomados de un artículo del ictiólogo cubano Darío Guitart-Manday y de J. F. Milera publicado en 1974 en un número de la revista Mar y Pesca que contenía varias fotos, del ejemplar y de uno de sus dientes (Ellis & McCosker, 1991). Sin embargo, el propio autor admite que desconoce dos datos que, según establece el protocolo que sigue, son fundamentales para ajustar los cálculos: si el diente es, efectivamente, el de mayor tamaño de la mandíbula superior (entiende que es "presumably a large one from the front of the jaw") y si la vértebra es de las que están situadas debajo de la primera dorsal o en posición inmediatamente anterior (aquí su estimación empieza con un condicional: "If this centrum was taken..."). Otro dato que no le encaja es el peso del hígado: 1005 libras (456 kg) dice que son demasiado pocas para un ejemplar de 21 pies. Sin embargo, admite que el peso estimado de 7000 libras (3175 kg) sí encajaría en un animal de esa talla.
     Y con estos datos habla de exageración, refutándose incluso a si mismo, que en 1973 escribía "The largest white shark reliably measured was a 21-foot (6.4-meter) individual from Cuba". Pero seamos justos, esto lo ponía en el abstract; en el cuerpo de texto matizaba un poquito con un: "believed to be reliably measured". Quién entiende a los científicos :) .
¹²Véase José I. Castro (2012).
¹³De Maddalena (2001).
¹⁴De Maddalena (2001 y 2012).

¹⁵Malcolm et al. (2005).
¹⁶Cliff et al. (2000).
¹⁷Véase Ellis & McCosker (1991), Cappo (1988), Mollet et al. (1996) y De Maddalena et al. (2001)

¹⁸"Hubbell (1996)" es la referencia del artículo de este autor que figura en el volumen Great White Sharks: The Biology of Carcharodon carcharias, publicado en 1996: "Using Tooth Structure to Determine the Evolutionary History of the White Shark". En él se da el número de identificación M91683 (no el M91583, como equivocadamente anota Mollet) a un ejemplar de 5,94 m TL, indicando que es una hembra. Sin embargo, Mollet et al., en el mismo volumen unos capítulos más adelante, hacen referencia a ese mismo ejemplar, con idéntico número identificativo, pero con la longitud de 6,096 m y la anotación "G. Hubbell (personal communication)". ¿Con qué versión quedarse?
Para quien no lo conozca, el Dr. Gordon Hubbell, veterinario de profesión, es uno de los más reconocidos expertos en paleontología de tiburones y, según dicen, la persona que más mandíbulas de tiburón blanco ha visto y medido en el mundo, convirtiéndolo una referencia para ictiólogos de la talla del ya citado J. E. Randall. En su casa de Gainesville, Florida, guarda una extraordinaria colección de mandíbulas y dientes fósiles.

¹⁹
En un reportaje en el Chasing Pisces del 22/07/2005 titulado "P.E.I.'s Great White Shark", Jack Woolner, testigo del desembarco del animal y autor de las fotografías, cuenta que los pescadores no eran conscientes de lo que traían, decían que habían cogido una ballena en la red. Ninguna autoridad se mostró interesada en hacerse cargo del bicho para conservarlo de algún modo y estudiarlo. Bien al contrario, en plena histeria por las secuelas psicológicas que había dejado Tiburón, hicieron que lo despachasen enseguida; los propietarios se lo llevaron a un vertedero y allí lo enterraron. Woolner decidió entonces llamar a un amigo que dirigía una revista de pesca en Boston, quien a su vez avisó a otro amigo, científico del U.S. National Marine Fisheries Services, quien finalmente contactó con el biólogo Tom Hurlbut, del Canadian Department of Fisheries and Oceans (quien, por cierto, en opinión de David McKendrick, uno de los pescadores que capturó el tiburón, era idéntico a Matt Hooper, el biólogo marino más inolvidable del cine (y del mundo mundial) encarnado por el gran Richard Dreyfuss en Tiburón). En otro reportaje publicado el 19/06/2015 en el Toronto Star con el elocuente título de "Canadian who caught real-life Jaws wishes he hadn't", McKendrick cuenta que, inconsciente del valor científico de aquel extraordinario animal, vendió su mandíbula, de 36 pulgadas de ancho (91,44 cm) y alrededor de 130 dientes, a un museo de Miami (tal vez Hubbell andaba metido por el medio) por una suma considerable. El resto lo enterraron. Su testimonio confirma que los pescadores no tenían ni idea de lo que había caído en su red, hasta que tres semanas después llegó Hooper (perdón, Hurlbut) y desenterraron lo que que quedaba del bicho (la cabeza estaba pudriéndose al aire tirada en una parte del descampado).

Fig. 12. Golfo de San Lorenzo, 1983. Fotos de Jack Woolner tomadas de GEERG.

²⁰Como curiosidad, a diferencia de los pescadores, los clientes de estas expediciones de ecoturismo tendían a sobrestimar las tallas de los ejemplares menores de 3 m y a subestimar los más grandes. Véase Cameron May et al. (2019).
²¹Véase Mauricio Hoyos Padilla (2017). En muchas otras publicaciones y noticias online esta estimación de 6,5 m (unos 21,5 pies) aparece rebajada a 6 m (20 pies).
²²Más detalles sobre este "a ver quién mea más lejos" en Deep Blue the largest great white shark? 'Not so fast', USA Today Sports del 30 de diciembre de 2020.
²³Entrevista citada en Meet 'Deep Blue': Possibly the greatest white shark ever filmed, ABC News, 25/07/2018.
²⁴
Si recordáis, "el submarino" es el fabuloso tiburón blanco de 7 m o más que durante un tiempo dicen que "apatrulló" las costas de Sudáfrica por la parte de False Bay y que nadie, excepto unos elegidos, pudo ver en directo (fotografías, no conozco ninguna). Uno de ellos es Craig Antony Ferreira, un especialista de por allí que incluso afirma haber tenido hasta cuatro encuentros con el submarino ese, que relata en unos documentales con los que debe de haber ganado una pasta, así como en su libro Great white sharks on their best behaviour, publicado en 2011: que si intentó pescarlo con su padre y en un par de ocasiones se les escapó, aun enganchado a una línea y todo; que si otra vez el bicho se le puso justo delante a pegar saltos fuera del agua... y que tal vez ahora ya debe de haber muerto porque seguro que era muy mayor. En fin, si os interesa el asunto, podéis asomaros a su página web o mirar algún extracto de los "documentales" en que aparece, pero no gastéis el dinero a lo bobo.
²⁵Véase Joan Barrull & Isabel Mate (2002) y De Maddalena en varios de sus trabajos.s 2500 kg (quizás una hembra) capturado el 15/03/2008 en Sandun, China [elasmollet.org].
²⁶Una lectura estimulante y muy recomendable sobre esta esta y otras consecuencias de la pesca industrial es Callum Roberts (2007). The Unnatural History of the Sea: Past and Future of Humanity and Fishing. Londres: Gaia. Véase también Asta Audzijonyte, Anna Kuparinen, Rebecca Gorton & Elisabeth A. Fulton (2013). Ecological consequences of body size decline in harvested fish species: positive feedback loops in trophic interactions amplify human impact. Biology Letters 9 (2):20121103. doi: 10.1098/rsbl.2012.1103.
²⁷Boldroccchi et al., 2017.
²⁸Rigby, C. L., R. Barreto, J. Carlson, D. Fernando, S. Fordham, M. P. Francis, K. Herman, R. W. Jabado, K. M. Liu, C. G. Lowe, A. Marshall, N. Pacoureau, E. Romanov, R. B. Sherley & H. Winker (2019). Carcharodon carcharias. The IUCN Red List of Threatened Species 2019: e.T3855A2878674. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2019-3-RLTS.T3855A2878674.en.  Consultado el 23 de noviembre de 2021.

El ejemplar de la fotografía posiblemente anda por los 4 m y poco. Sin ser uno de los gigantes que acabamos de ver, solo su silueta impone. Foto tomada desde un dron en Bulli, Nueva Gales el Sur (Australia). Foto: AVCON Projects.

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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6 comentarios:

  1. Simplemente maravilloso este artículo. Para los que buscamos información científica y contrastada sobre tiburones, esto es la Biblio. Enhorabuena de nuevo.

    Como comentas, el peligro de los medios de comunicación y más en esta época de clickbaiting provocan que se exageren muchos tamaños. Es ridículo el número de veces que te puedes topar con noticias de "El tiburón blanco más grande del mundo"

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    1. Toda la razón, Gemma. Si hasta ahora había mucho disparate, con lo que dices del "clickbaiting", la cosa se ha desmadrado. Es una locura.
      Gracias por tu comentario. Abrazos.

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  2. La teoría que compartes en el origen del tiburón mediterráneo, conforme a que procede de Australia, no sé si será casualidad, pero según las tallas, hasta el número 39 todos proceden o de Australia, o del Índico o el Mediterráneo.
    Excelente artículo como siempre Toño.

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    1. Interesante tu observación. No me había fijado en eso, pero tal como he confeccionado la lista, la cosa va más por la casualidad que por otra cosa. Como curiosidad, hay un estudio que, tras analizar un montón de referencias de tallas, advierte que en el hemisferio norte la longitud media es mayor que en el hemisferio sur: 418 cm frente a 338 cm en el sur. Igualmente, han encontrado diferencias entre diversas cuencas oceánicas: 469 cm de media en el Índico, 451 cm en el Mediterráneo, 423 cm en el Atlántico, 377 cm en el Pacífico y 333 cm en el Austral. También advierten los autores que estos datos son provisionales, hay que tomarlos con cautela porque pueden deberse a diferencias en el método de medición, etc.
      Craig R. MaClain et al. (2015). Sizing ocean giants: patterns of intraspecific size variation in marine megafauna. PeerJ 3:e715. doi:10.7717/peerj.715

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  3. Un artículo brutal. Confirmando la calidad de este blog y el rigor de su autor. Enhorabuena y gracias!!

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