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miércoles, 31 de mayo de 2023

Si hace mucho frío, no respiro

Grupo de cornudas comunes en las Galápagos. Foto: Galapagos National Park.

Los tiburones nunca dejan de sorprendemos. Acabamos de conocer de qué modo una especie adaptada para la vida relativamente confortable en mares cálidos y tropicales ha aprendido a conservar su eficiencia depredadora en las hostiles aguas heladas del mar profundo. Hablamos de la cornuda común (Sphyrna lewini).

La cornuda común es un tiburón martillo de hábitos pelágicos costeros y semioceánicos que habita en las plataformas continentales e insulares de los mares templados y tropicales del planeta y en sus áreas adyacentes de aguas profundas —porque es que este pez puede sumergirse hasta al menos los 1043 m—. Es famosa por esas espectaculares agrupaciones de centenares de individuos que suelen formarse durante el día en torno a las montañas submarinas e islas oceánicas y que aparecen en tantos documentales y fotografías de deslumbrante belleza. Se trata de un tiburón de buen tamaño capaz de superar ampliamente los 3,5 m de longitud hasta alcanzar los 4,3 m.

Los tiburones martillo son ectotermos; es decir, su temperatura corporal fluctúa con la del ambiente. La ectotermia en si misma no es un problema, excepto cuando algún gran depredador como ellos desea ponerse a cazar en ambientes con condiciones térmicas bien distintas a lo que están preparados: la musculatura no responde bien si se enfría demasiado. Pero el caso es que las cornudas comunes adultas suelen realizar rápidos desplazamientos verticales desde aguas superficiales, en las que la temperatura puede rondar los 26ºC, hasta más allá de los 800 m, donde cae hasta los 5ºC. Es como si en pocos minutos se trasladasen desde el Caribe a Alaska para atrapar calamares. 

No es difícil imaginar la sorpresa que debieron de llevarse unos científicos de la Universidad de Hawái que estaban estudiando el comportamiento de estos magníficos peces cuando analizaron la información almacenada en los dispositivos de última generación que habían colocado en varios ejemplares adultos. Estos chismes o biologgers estaban preparados para tomar simultáneamente datos de temperatura muscular, profundidad, orientación del cuerpo del animal y niveles de actividad. Lo que se encontraron fue que, paradójicamente, la temperatura muscular del tiburón se mantenía alta durante el tiempo que permanecía en las gélidas aguas profundas y caía bruscamente cuando ya se encontraba cerca de la superficie, al final de cada inmersión. ¿Cómo era esto posible? 

Después de darle unas cuantas vueltas —simulaciones por ordenador incluidas—, para los científicos solo quedaba una explicación posible: que durante sus incursiones en aguas profundas las cornudas comunes ¡aguantan la respiración! ¿Para qué? Pues con el objetivo de mantener su cuerpo a la temperatura adecuada para el buen funcionamiento de su musculatura evitando las pérdidas de calor. Una estrategia desconocida en los tiburones, que sin embargo tiene toda la lógica del mundo. 

Las branquias son una zona particularmente sensible donde se produce una elevada transferencia de calor por convección. De tal manera que, a menos que algo lo impida, el constante flujo de agua fría que las atraviesa durante la respiración acaba enfriando la sangre, los músculos y los órganos internos del pez. Y todo parece indicar que ese "algo" que las cornudas comunes han encontrado es, sencillamente, dejar de respirar. Es la genialidad de las ideas simples. Existe un vídeo de un ejemplar nadando cerca del lecho marino a 1044 metros de profundidad con las hendiduras branquiales firmemente cerradas, mientras que imágenes similares tomadas en superficie muestran a estos tiburones nadando con las hendiduras claramente abiertas, lo cual viene a demostrar, al menos parcialmente, lo acertado de esta conclusión.

Evidentemente, clausurar las branquias implica cortar la captación de oxígeno, pero esto no supone ningún problema. Aunque las cornudas pueden estar alrededor de 17 minutos sin respirar, su tiempo máximo de permanencia a la máxima profundidad es de cuatro minutos de media, tras los cuales regresan rápidamente a aguas superficiales, más calentitas y bien oxigenadas.¹

¿No es extraordinario?

Como en un hermoso sueño. Foto: Galapagos National Park.

La cornuda común está presente en aguas españolas, tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo. Objetivo deseado de las despiadadas flotas que suministran aleta a los no menos despiadados mercados asiáticos, figura en la Lista Roja de la IUCN como En peligro crítico a nivel global. Debido a la falta de datos para realizar una evaluación rigurosa, sus poblaciones europeas están recogidas de momento bajo el epígrafe de "Datos insuficientes" (fecha de consulta, 31-V-2023). En todo caso, su pesca está terminantemente prohibida en la UE.

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¹Toda la información en Mark Royer, Carl Meyer, John Royer, Kelsey Maloney, Edward Cardona, Chloé Blandino, Guilherme Fernandes da Silva, Kate Whittingham & Kim H. Holland (2023). "Breath holding" as a thermoregulation strategy in the deep-diving scalloped hammerhead shark. Science, vol. 380, 6645: 651-655. doi: 10.1126/science.add4445

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