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viernes, 23 de junio de 2023

Una hembra grávida de tiburón duende

Foto: Taiwan Ocean Artistic Museum.

El tiburón duende es una especie tan inconfundible como misteriosa. Habita exclusivamente las aguas profundas de varios océanos del mundo, entre los 100 y los 1300 m, donde ha logrado mantener su vida privada a salvo del escrutinio del ser humano. Por el momento.

Todo o casi todo lo poquísimo que conocemos de este asombroso pez procede del examen de los ejemplares que muy de vez en cuando caen en los aparejos de pesca de profundidad, sobre todo en el mortífero arrastre: contenidos estomacales, inferencias a partir de los diferentes elementos de su particular morfología, etc. Existen pocas imágenes de estos tiburones nadando en su hábitat natural que permitan extraer alguna otra información relevante.

Sabemos que puede llegar a alcanzar alrededor de los 6 m de longitud y, a juzgar por caracteres como su musculatura blanda y sus pequeñas aletas, entre otros, podemos inferir que no es un nadador potente y activo a la manera, por ejemplo, de otra especie de profundidad (e igualmente fascinante) como el tiburón cocodrilo (Pseudocarcharias kamoharai), sino que más bien parece que la evolución lo ha diseñado para desplazarse lenta y morosamente por la oscuridad del fondo a la espera de una oportunidad para comer o para reproducirse. 

Fotos: Taiwan Ocean Artistic Museum. La foto de la izquierda muestra cinco de las seis crías.

Para subsistir en ese mundo sin luz, el mitsukurina se ha dotado de un sistema sensorial altamente sofisticado, uno de cuyos principales componentes se encuentra en su característico morro en forma de espátula, desproporcionado en tamaño hasta rozar lo grotesco, preparado para albergar la infinidad de microsensores eléctricos —las ampollas de Lorenzini— que multiplican su capacidad para detectar las minúsculas señales eléctricas generadas por sus presas potenciales. Cuando alguna de ellas entra en su radio de acción, el tiburón activa el vertiginoso mecanismo de disparo de sus mandíbulas —la superior es asombrosamente protráctil—, que salen proyectadas a la velocidad de 3 m/s¹ para abatirse sobre la víctima dejándola inexorablemente ensartada entre los larguísimos dientes, afilados como agujas, de que están pertrechadas.  

Uno de los aspectos de la biología del tiburón duende que resultan más desconocidos es su reproducción. El principal motivo es el escasísimo número de observaciones de ejemplares adultos, tal vez debido a que viven a mayor profunidad que los juveniles y subadultos, lo que los dejaría fuera del alcance de los aparejos. Se cree que es vivíparo aplacentario, como el resto de los lamniformes, y poco más. En su última edición de Sharks of the World (2021), Ebert et al. dan una talla de madurez de entre 260-380 cm para los machos y de más de 420 cm para las hembras.² A partir de diversas observaciones de los individuos más pequeños en natación libre, la literatura científica estima que las tallas de nacimiento deben de rondar los 80-100 cm. 

Y para de contar. Desconocemos datos tan esenciales para la protección de esta especie como cuánto dura la gestación o cuál es el promedio de crías por camada. Y la razón es que hasta esta fecha no se conocían registros de hembras grávidas. De ahí la importancia que tiene el hecho de que la ciencia haya podido conocer la captura del ejemplar de estas fotografías... naturalmente obviando que lo mejor habría sido que esta nunca se hubiese producido y que la tiburona pudiese seguir en su hábitat y dar a luz con toda normalidad a las crías que llevaba dentro. 

Capturas de vídeo de la noticia aparecida en un canal de TV local.

La hembra fue capturada el pasado 13 de junio por un arrastrero que faenaba a unas pocas millas de la costa nororiental de Taiwán (no he logrado averiguar la profundidad). Tenía 4,7 m de longitud y 800 kg de peso, y su abultado vientre contenía nada menos que seis crías de entre 118 y 128 cm y alrededor de 3,5 kg cada una. Es decir, estaban con toda probabilidad próximas a su nacimiento. 

La fortuna quiso que esta captura llegase a oídos de unos biólogos del Taiwan Ocean Artistic Museum, quienes lograron convencer al patrón de que no le vendiese el bicho a un restaurante, como ya había arreglado, sino a ellos. Cabe suponer que ya le habrán hecho un estudio completo cuyas conclusiones aparecerán publicadas en un amplio trabajo científico que no veo el momento de que salga a la luz.

Algunas de las crías. Fotos: Taiwan Ocean Artistic Museum.

En Galicia. El tiburón duende está también presente en aguas de Galicia; nuestra flota de arrastre ya lleva un pequeño puñado de ejemplares capturados accidentalmente (pocos, afortunadamente), uno de los cuales tuve la fortuna de poder examinar en persona (Encuentro con un duende). En el Museo de la Sociedad Galega de Historia Natural, en Ferrol, podéis ver uno de ellos. Pero es en Portugal donde, dada la importancia de sus pesquerías de aguas profundas, se ha producido un mayor número de capturas, particularmente por la parte de Figueira da Foz y en el cañón de Sesimbra. 

Es curioso que la gran mayoría de los ejemplares capturados en el Atlántico oriental son juveniles o subadultos menores de 200 cm, mientras que los bichos más grandes, los que superan los 3 m, se han encontrado del otro lado del Atlántico³, entre ellos el récord absoluto de la especie: una hembra de entre 540-617 cm capturada en el golfo de México en julio del 2000.

Ejemplar captuado en Galicia que tuve la fortuna de poder examinar. Foto: Toño Maño.

«Tiburón duende» es una traducción del japonés tenguzame, un compuesto de las voces zame, 'tiburón' y tengu, que según cuentan, es un ser fantástico mitad hombre, mitad pájaro, con el rostro colorado y una larga nariz, en evidente alusión al morro y coloración de este tiburón. Aunque en realidad el tiburón duende no tiene color; el tono rojo o rosado de los ejemplares en fresco procede de la red de capilares bajo la piel, que es traslúcida, no tiene pigmentos.

Si fuese yo quien pone los nombres comunes a los bichos, habría elegido el nombre «tiburón trasgo», porque creo que se ajusta más al referente original. Un duende no deja de ser un espíritu o un ser mágico con forma humana, de viejo o de niño repelente. El trasgo, en cambio, adopta una gama más amplia e interesante de rostros y formas; es un ser más inquietante.

El tiburón duende (o tiburón trasgo), es una criatura que todavía vive envuelta en el misterio, en la perpetua noche del mar profundo. Perfectamente podría encajar en la atmósfera mágica, irreal, de A Midsummer Night's Dream, la obra maestra de Shakespeare, El sueño de una noche de San Juan, una noche como la que hoy vamos a vivir. Que la disfrutéis.

Captura de vídeo de un extraordinario documental de la BBC.

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¹Kazuhiro Nakaya, Taketeru Tomita, Kenta Suda, Keiichi Sato, Keisuke Ogimoto, Anthony Chappell, Toshihiko Sato, Katsuhiko Takano & Yoshio Yuki (2016). Slingshot feeding of the goblin shark Mitsukurina owstoni (Pisces: Lamniformes: Mitsukurinidae). Scientific Reports, 6:27786, doi:10.1038/srep27786.
²David A. Ebert, Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton University Press, Princeton, NJ.
³E. I. Kukuev & F. Reiner (2022). Captures of the Goblin Shark Mitsukurina owstoni (Mitsukurinidae) off Portugal and in the Adjacent Waters with Comments on the Taxonomy and Distribution of the Species in the Waters of the Atlantic Ocean. Journal of Ichthyology, vol. 62, No. 7.

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