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lunes, 5 de mayo de 2014

Los tiburones según Aristóteles (I)


La inmensa figura de Aristóteles (384-322 a. C.) no solo abarca el campo de la filosofía, sino también el de las Ciencias de la Naturaleza. En efecto, el estagirita defendía el estudio de los seres vivos como un complemento a la reflexión sobre cuestiones más trascendentes como la física o la metafísica. Por un lado, lo consideraba una actividad placentera, fuente de agradables sorpresas ("en todas las realidades naturales hay algo de maravilloso"); por otro, advertía que la inmensa variedad y multiplicidad de la Naturaleza escondía una teleología, que en ello había un objetivo, que podía llamarse Belleza. Todos sus tratados sobre zoología y biología estaban encaminados a demostrarlo.
De todos, la Historia animalium o Investigaciones sobre los animales, compuesta hacia mediados del IV a. C., es sin duda la que ocupa un lugar más destacado, tanto por su extensión como por su ambicioso objetivo: elaborar un cuadro de la organización general de todos los seres vivos mediante una escala que iba desde la criatura de mayor complejidad y perfección, el ser humano, hasta los organismos inferiores más primitivos. En definitiva, un tratado de zoología general.
Pese a sus comprensibles errores, prejuicios e inexactitudes, un buen número de descripciones contenidas en esta obra son de una exactitud sorprendente para la época, hasta el punto de que algunas estuvieron vigentes hasta la llegada de los modernos métodos de investigación científica que nacieron bajo el impulso de la Ilustración, allá por el siglo XVIII, o sea, veinte siglos después. Aristóteles fue, por ejemplo, el primero en reconocer que los cetáceos eran mamíferos, y, ya hablando de tiburones, a él debemos la distinción entre peces cartilaginosos y peces óseos. De hecho, según Plinio, fue él quien acuñó el término selacios para referirse a las lamias, los perros de mar, las rayas, los torpedos, etc.: "[...] entre estos últimos [los peces], los vivíparos tienen cartílagos en lugar de espinas, como los llamados selacios". (III 6). "El cartílago tiene también la misma naturaleza que el hueso, pero se distingue por una diferencia cuantitativa, y como ocurre con el hueso, tampoco el cartílago crece de nuevo si es cortado. En los sanguíneos¹ vivíparos terrestres los cartílagos no están perforados, y en ellos no se forma médula, como se forma en los huesos. Sin embargo, en los selacios (pues estos peces tienen una espina cartilaginosa), cuando son planos, se observa, en la región de la espina dorsal, una sustancia cartilaginosa análoga al hueso, que contiene un líquido parecido a la médula." (III 8).

Página de Historia animalium en un códice de mediados del siglo XIII.
Todas las citas de este artículo proceden de la excelente edición de Investigaciones sobre los animales de la editorial Gredos (1992), en la traducción y notas de Julio Pallí Bonet, de lectura más que recomendable.
Descripción de los peces (II 13): Entre los mismos peces que tienen branquias, unos tienen un opérculo que recubre las agallas, mientras que los selacios las tienen al descubierto. Los peces que poseen esta cobertura tienen todos las branquias al costado, mientras que entre los selacios, los planos las tienen debajo en el vientre, como, por ejemplo, el pez torpedo y la raya; los alargados las tienen en las costillas, como, por ejemplo, los escualos. [...] Los escualos tienen todos las branquias dobles, cinco a cada lado y el pez espada tiene ocho branquias dobles. [...] Así pues, todo el género de los peces es sanguíneo¹: unos son ovíparos, otros vivíparos. Los que tienen escamas son todos ovíparos, y los selacios todos vivíparos, a excepción del rape.
Esta descripción general se basa en análisis de la anatomía externa, pero también interna, como la posición de la vesícula biliar: "Pero algunos peces tienen la vesícula biliar adherida al hígado, como, por ejemplo, los escualos, el siluro, el angelote, la raya, el torpedo, y entre los peces largos, la anguila de mar y el pez martillo." (II 15); o la forma y características del hígado: "De los animales que tienen hígado, unos lo tienen de una sola pieza y colocado enteramente a la derecha. Otros tienen el hígado dividido desde la base y la mayor parte situado a la derecha. En algunos animales, en efecto, las dos partes están separadas una de ootra sin ninguna adherencia a la base, como en los peces escualos." (II 17); "[...] el hígado es graso en algunos animales, como, por ejemplo, en los peces selacios. En efecto, los pescadores obtienen aceite de estas vísceras derritiéndolas. Pero los selacios en sí están poco provistos de grasa tanto en la carne como en el estómago." (III 17).
[...] Pero en general los selacios son menos prolíficos, puesto que son vivíparos, pero sus crías son las que sobreviven mejor a causa de su tamaño. (VI 17)
Particularidades del útero (III 1) [...] el conducto inferior es único y más bien carnoso, y la parte dividida y los huevos están en el extremo superior, cerca del diafragma. En todos los animales ápodos que son vivíparos exteriormente pero internamente ovíparos, como los escualos y los llamados selacios (se llama así a todo animal ápodo que posea branquias y sea vivíparo), el útero está bifurcado y se extiende hasta el diafragma, como en las aves. Además, en medio de las dos bifurcaciones, el útero, procedente de la parte inferior, se extiende hasta el diafragma, y los huevos se producen aquí y más arriba, en el punto en que empieza el diafragma. Luego avanzan hacia la parte más ancha y las crías salen de los huevos.
Seguramente, los aspectos descritos con más detalle y, acaso, agudeza son los relativos a la reproducción:

El apareamiento de los peces (V 5): Todos los peces, a excepción de los selacios que son planos, se aparean tumbándose de lado, vientre contra vientre. Pero los peces planos que tienen cola, como la raya, la pastinaca y otros de este tipo, no solamente se colocan uno al lado de otro, sino que el macho monta a la hembra colocando su vientre sobre la espalda de la hembra, siempre que la cola, demasiado grande, no lo impida. El pez ángel y todos los peces de este género con cola voluminosa se aparean frotándose solamente vientre contra vientre. Pero hay personas que afirman haber visto a ciertos selacios copulando por detrás, como los perros.
En todos los selacios la hembra es más grande que el macho y lo mismo ocurre en el caso de todos los demás peces. Figuran entre los selacios, además de los ya citados, el buey marino, la lamia, el pez águila, el pez torpedo, el rape y todos los peces del género escualo. Ahora bien, numerosos observadores afirman que todos los selacios se acoplan según los modos descritos; en efecto, la copulación dura siempre más tiempo en los vivíparos que en los ovíparos. También los delfines y todos los cetáceos actúan de la misma manera. En efecto, el macho cubre a la hembra tumbados ambos de lado, y la duración de su acoplamiento no es ni corta ni demasiado larga. En ciertos peces selacios los machos se distinguen de las hembras por poseer dos especies de apéndices situados cerca del orificio de salida de los excrementos, apéndices que no tienen las hembras, como ocurre, por ejemplo, en los peces escualos, pues esta distinción entre macho y hembra se da en todos los referidos selacios. Pues bien, ni los peces ni ningún otro animal ápodo tienen testículos, pero tanto en las serpientes como en los peces, los machos poseen dos canales que se llenan de semen en la época del apareamiento y todos ellos emiten un líquido lechoso. Estos canales se unen en un solo conducto, como ocurre en las aves. [...] Pues bien, este conducto se prolonga y penetra en el órgano receptor de la hembra.
Época del apareamiento de los peces (V 9): Entre los selacios, sólo el pez ángel desova dos veces: lo hace, en efecto, a principios del otoño y hacia el ocaso de las Pléyades, pero el desove del otoño es mejor. De cada puesta salen alrededor de siete u ocho pequeños. Ciertos escualos, como el estrellado, parece que desovan dos veces por mes; y esto sucede porque todos los huevos no llegan a su desarrollo al mismo tiempo.
Aristóteles estudiando los animales.
Y para cerrar este primer capítulo, un par de fragmentos que a muchos seguro os van a encantar:
Sonidos emitidos por los peces (IV 9): [...] Los peces no tienen voz (pues no poseen ni pulmón, ni tráquea, ni laringe), pero emiten ciertos sonidos y pequeños gritos que algunos llaman voces, por ejemplo la lyra, el verrugato (estos peces emiten una especie de gruñido), el pez jabalí del Aqueloo y aún la chalcis y el pez cuco²: el primero emite una especie de silbido, el segundo un sonido parecido al del cuco terrestre, lo que hace que lleve el mismo nombre. Todos estos animales emiten lo que parece una voz, unos por frotamiento de las branquias (pues esta región es de materia espinosa), otros por medio de las partes internas que rodean el abdomen, pues cada uno de ellos encierra aire que frota y agita para producir los sonidos. También algunos selacios parece que lanzan pequeños gritos, pero en todos estos casos no se trata propiamente de voz, como se dice, sino de ruidos.
El sueño y la vigilia (IV 10): [...] Sin duda el sueño de todos estos animales [los animales acuáticos] es breve, pero es evidente que duermen. La prueba no puede deducirse del examen de los ojos (porque no tienen párpados) sino de su inmovilidad [...] En efecto, es posible a menudo caer de improviso sobre ellos, hasta tal punto de poderlos coger con la mano o golpearlos con el arpón sin que se den cuenta. En estas circunstancias permanecen del todo inmóviles y sólo mueven ligeramente la cola. Y lo que demuestra bien que duermen es su precipitación si algún movimiento turba su reposo, pues se lanzan como arrancados de un sueño. [...] En cuanto a los selacios, duermen tan profundamente que se les puede coger con la mano.El delfín, la ballena y todos los animales con espiráculo duermen sacando este órgano fuera del agua, por donde respiran, y moviendo suavemente las aletas. Y hay algunas personas que dicen que han oído roncar al delfín.

=> Ir a Los tiburones según Aristóteles (II).

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¹Por "sanguíneo" Aristóteles entiende animales con sangre (no producidos por generación espontánea), vertebrados, en oposición a los seres con funciones vitales elementales, como los invertebrados, que serían "no sanguíneos".
²La lyra tal vez sea la cabra (Trigla lyra); el pez jabalí es el Capros aper; la chalcis, puede ser el Zeus faber o el Clupea sardina. Información tomada de las propias notas del traductor, Julio Pallí Bonet, en la edición citada.

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