Diversidad, biología, evolución, ecología, pesca, conservación, evolución, con especial atención a las especies presentes en Galicia.

miércoles, 22 de febrero de 2012

El problema del finning en la UE


El finning o aleteo es una modalidad de pesca que consiste en cortar las aletas del tiburón una vez izado a bordo y deshacerse del resto, devolviendo el animal al mar muchas veces todavía con vida. El tiburón se ve así condenado a una muerte por asfixia terriblemente cruel: sin aletas es incapaz de nadar y por tanto de respirar (las especies pelágicas objeto de finning necesitan del movimiento constante para que el agua cargada de oxígeno penetre en sus branquias); se hunde sin remedio, choca contra el fondo y allí, en la más absoluta y desesperante inmovilidad, termina su agonía.

Se trata de una práctica altamente destructiva y cruel, y por desgracia ampliamente extendida en muchas partes del planeta debido al enorme precio que alcanza la aleta, espoleado por una creciente demanda por parte del mercado asiático, sobre todo China.

¿Qué tiene que ver esto con Galicia? Pues mucho: España es, con diferencia, la primera flota a nivel europeo en la captura de tiburones y en el suministro de aleta al mercado asiático, de hecho somos la tercera potencia mundial. Y dentro de España Galicia ocupa el primer puesto, con la lonja de Vigo como referente de esta actividad. En 2003 el finning fue terminantemente (?) prohibido por la EU. El Reglamento (CE) nº 1185/2003 del Consejo, de 26 de junio, establece en su Artículo 3 lo siguiente:
1. Queda prohibido cercenar las aletas de los tiburones en los buques, y mantener a bordo, transbordar o desembarcar aletas de tiburón.
2. Queda prohibido comprar o poner a la venta o vender las aletas de tiburón que se hayan cercenado a bordo, mantenido a bordo, transbordado o desembarcado infringiendo el presente Reglamento. (1)
Sin embargo, en este Reglamento se introdujo también, sin duda respondiendo a presiones de algunos estados miembros, un importante elemento de excepción que lo ha convertido, de facto, en uno de los más permisivos del mundo. Su Artículo 4, que verdaderamente parece una broma (o más bien, nunca mejor dicho, una coña marinera), dice así:

Excepciones y condiciones en relación con éstas
1. No obstante lo dispuesto en el apartado 1 del artículo 3, y a condición de que se cumplan los apartados 2, 3, 4 y 5 se podrá permitir que los buques que dispongan de un permiso de pesca especial cercenen a bordo las aletas de los tiburones muertos y mantengan a bordo, transborden o desembarquen aletas de tiburón.
2. Sólo se expedirán permisos de pesca especiales para los buques pesqueros que hayan demostrado que pueden utilizar todas las partes de los tiburones y que hayan justificado la necesidad de transformar a bordo las aletas y las partes restantes de los tiburones por separado.

3. Queda prohibido arrojar al mar las partes restantes de los tiburones tras el cercenamiento de
las aletas, excepto las partes que resulten de operaciones básicas de transformación, como la decapitación, evisceración y desollamiento.
4. El peso de las aletas que se conserven de la captura no será en ningún caso superior al peso teórico de las aletas que corresponda a las partes restantes de los cuerpos que se hallen a bordo, o que hayan sido transbordados o desembarcados.

5. A efectos de control de la aplicación del apartado 4, los Estados miembros establecerán la correspondencia teórica entre los pesos de las aletas y de los cuerpos, habida cuenta del tipo de pesca, la composición de las especies y el tipo de transformación y almacenamiento. En ningún caso el peso teórico de las aletas será superior en más de un 5 % al peso vivo de las capturas de tiburón.

Es decir, los estados miembros tienen la potestad de extender a sus pesqueros unos "permisos de pesca especiales" que no sólo les autoriza a cortar las aletas a bordo (eso sí, conservando los cuerpos), sino, además, a desembarcar y trasbordar aletas y cuerpos por separado. No está mal. Sólo tienen que "justificar" lo expuesto en el punto 2: que "necesitan" hacerlo así y que por supuesto utilizan todas las partes de los tiburón. Ni que decir tiene que la teórica excepcionalidad de este punto se ha convertido en regla. Países como España y Portugal son un buen ejemplo; otros como Alemania y Reino Unido han dejado de conceder estos permisos. Lo cierto es que sería de chiste si el resultado no fuese tan macabro.

A ello hay que añadir el establecimiento de un porcentaje del 5% del peso de las aletas respecto del "peso vivo" del tiburón, que resulta a todas luces exagerado. La proporción real apenas superaría la mitad de ese 5%. Y además está el tema del control: es imposible comprobar en las descargas si se cumple esa relación puesto que los tiburones llegan ya tratados: decapitados, eviscerados y desollados; cabeza y vísceras han sido arrojadas al mar legalmente.

Después de unas cuantas llamadas de atención por parte de diferentes grupos políticos, científicos, asociaciones conservacionistas, e incluso algunos parlamentarios europeos, para solucionar los vacíos legales de este Reglamento, y despúes del correspondiente número de promesas hechas por las autoridades de poner en marcha un Plan de Actuación, estos días se debate la conveniencia o no convenienciade suprimir este polémico Artículo 4, lo cual obligaría a al desembarco del tiburón de cuerpo entero, es decir, con las aletas "pegadas al cuerpo de forma natural".

Como no podía ser de otro modo, Cepesca (Confederación Española de Pesca), algo así como la patronal del sector, ha puesto el grito en el cielo con la habitual dosis de victimismo y de amenaza solapada sobre los empleos que según ellos se van a perder por no permitir que se corten las aletas a bordo. Ya hablan de un "grave desastre" aduciendo pérdidas económicas considerables causadas por el aumento del tiempo de descarga y de procesamiento del tiburón una vez en puerto, que pone en peligro la "sostenibilidad del sector"(2). Otros argumentos ya suenan un poco más peregrinos: con las aletas cortadas se consigue más espacio de almacenamiento en la bodega del pesquero y también se vela por la seguridad de la tripulación, puesto que las aletas congeladas son "como un cuchillo afilado" y supone un riesgo tener que cortarlas una vez desembarcadas. Para ser justos (cada vez hay más armadores concienciados y preocupados seriamente por la sostenibilidad de las pesquerías del tiburón), al mismo tiempo proponen a la Comisión otro tipo de medidas sumamente interesantes para luchar contra el aleteo, como por ejemplo decretar la obligatoriedad de descargar cuerpos y aletas en el mismo puerto, o prohibir los trasbordos de pesca en alta mar.

Entre tanto vocerío, la impresión es que estamos haciendo que el problema sea más complicado de lo que realmente es. Urge encontrar una solución lo antes posible porque nos estamos quedando sin tiburones. Países como EEUU utilizan con éxito el sistema de las aletas parcialmente cercenadas, que permite doblarlas sobre el cuerpo del animal para un almacenamiento eficiente al tiempo que facilita su corte una vez hecha la descarga. ¿No es posible intentar algo así aquí?


[Segunda parte: El problema del finning en la UE-Capítulo II.]
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(1) http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=CELEX:32003R1185:ES:NOT
(2) Ver noticia completa aquí: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/16/galicia/1329423238.html


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2 comentarios:

  1. desde tierra adentro2 de marzo de 2013, 13:46

    caramba,me he quedado atónita al conocer todos estos datos,yo siempre culpaba a los asiàticos por el consumo de las aletas,y resulta que lo tenemos aquî,y ademàs,si es negocio fàcil....a muerte...como siempre en este paîs,y sin mirar las consecuncias...que triste...

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  2. Es evidente que el gran motor de la masacre de tiburones es el mercado asiático, concretamente China, donde la demanda de aleta se ha disparado a medida que ha ido mejorando el nivel adquisitivo de unos cuantos miles de chinos. Ahí está el problema: mientras haya demanda siempre va a haber quien esté dispuesto a satisfacerla. En este punto pues está claro que España somos una potencia mundial, la tercera. Es un negocio fácil, muy rentable... para unos pocos... (no te pierdas el próximo post, en que hablaremos de las subvenciones a la flota española). Claro que nos e sabe cuánto va a durar.

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