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lunes, 30 de mayo de 2022

Primer registro de negrito (Etmpoterus spinax) con leucismo.

Comparación entre la coloración natural de un negrito con la del ejemplar con leucismo (vistas lateral (a) y dorsal (b)), y detalle de la cabeza (c), donde se observa el ojo con su color normal. Fuente: Arronte et al., Journal of Applied Ichthyology, 2022.

Los tiburones tienen un patrón de color específico que les sirve para ocultarse tanto de las posibles presas como de los posibles depredadores. Este patrón depende en buena medida del tipo de hábitat en el que se mueven. Muchas especies de profundidad como los etmoptéridos (familia Etmopteridae) suelen presentar una coloración oscura más o menos uniforme gracias a la cual sus siluetas se desdibujan y diluyen en la negrura del mar profundo. Por este motivo resulta particularmente sorprendente el reciente hallazgo de un ejemplar de esta familia con leucismo.

El leucismo es una alteración de la pigmentación de la piel producida por un gen recesivo. Los animales con leucismo presentan una coloración parcial o totalmente blanquecina, excepto en algunas partes de su cuerpo, como típicamente los ojos, que mantienen su color natural. Este extremo suele ser útil para diferenciar el leucismo del albinismo, con el que puede confundirse. Simplificando, puesto que el tema es bastante más complejo, el albinismo es una condición genética heredada que afecta a la producción de melanina, el pigmento que da color a nuestro cuerpo, pelo y ojos, lo cual se traduce en la falta de pigmentación natural en piel e iris y por tanto a una mayor vulnerabilidad a los rayos UVA. El leucismo y el albinismo se han descrito tanto en personas como en una amplia variedad de especies, incluidos otros tiburones, rayas y quimeras.

El caso que nos ocupa, que diría un político inapetente, representa el primer registro conocido de leucismo en un etmoptérido. Se trata de una pequeña hembra de negrito (Etmopterus spinax) ―exacto: un negrito blanquecino― capturada en un lance de arrastre de fondo a 568 m de profundidad en el talud superior del Cantábrico más o menos a la altura de Gijón. Ocurrió el cuatro de noviembre del pasado 2021 en el marco de la campaña científica Demersales¹ llevada a cabo por el buque oceanográfico Miguel Oliver

Foto: Ana Antolínez, IEO-CSIC de Santander.
Cabe imaginarse la sorpresa de los científicos al encontrarse con un negrito que no era negrito. El pobre bicho, pequeñito y frágil, tenía el cuerpo y las aletas de color blanco brillante, exceptuando la parte inferior del morro, el abdomen y el margen posterior de la caudal, que presentaban un tono grisáceo; los ojos, en cambio, conservaban su color normal. Medía 11,3 cm, lo que quiere decir que era una recién nacida, habida cuenta de que la talla de nacimiento de estos pequeños tiburones oscila entre los ocho y los once centímetros. Por lo demás, quitando su particular coloración, era exactamente igual al resto de ejemplares de su especie: todos sus órganos estaban en orden, con el tamaño, forma y ubicación correctas.

Naturalmente, este asombroso hallazgo ha dado lugar a la correspondiente comunicación científica que conocimos hace unos días y que estamos medio fusilando aquí: Juan Carlos Arronte, Ana Antolínez, Rafael Bañón, José Rodíguez-Gutiérrez, Juan José Ortiz & Juan Manuel Martínez (2022). First recorded case of leucism in the velvet belly lantern shark Etmopterus spinax (Squaliformes: Etmopteridae). Journal of Applied Ichthyology, 00:1-7. doi: 10:1111/jai.14326.

Izq. Pareja de negritos (foto: Andy Murch, sharksandrays.com); las franjas oscuras en la parte ventral y lateral sobre las pélvicas hasta la cola indican la presencia de fotóforos. Dcha. Patrón bioluminiscente con los fotóforos "encendidos": arriba, vista lateral (fuente: Claes et al., Scientific Reports, 2014²); abajo, vista ventral (foto: Jérôme Mallefet).

La gata o negrito es, junto con su pariente el tollo lucero liso (Etmopterus pusillus), el tiburón más pequeño de nuestro mar; no suele superar los 50 cm aunque al parecer alguna hembra ha llegado a los 55 cm.³ Habita las aguas profundas del talud entre los 70 y los casi 2500 m, si bien es más habitual entre los 200-600 m. Su color original es oscuro, negro azulado o castaño oscuro en la zona dorsal con una superficie ventral abruptamente negra y finas franjas también negras sobre las aletas pélvicas y la caudal.

El color negro de estas zonas denota la presencia de fotóforos, orgánulos que producen luz mediante una reacción bioquímica, como las luciérnagas. Porque una de las cosas extraordinarias que tiene este pequeño tiburón es que es bioluminiscente, es decir, es capaz de brillar con luz propia ―un pálido resplandor azul― en la oscuridad del fondo, un rasgo que le viene de familia, no en vano en inglés los etmotéridos reciben el nombre de lanternsharks, 'tiburones linterna'. Las funciones de estas bandas o cenefas de fotóforos no están del todo claras. Pueden servir como camuflaje, para cazar y no ser cazado, sobre todo los de la superficie ventral: el brillo azulado serviría para difuminar la silueta del tiburón, vista desde abajo, contra el tenue brillo de la luz procedente de la superficie. También podrían funcionar como sistema de comunicación interespecífico, para el reconocimiento mutuo de tiburones de la misma especie e incluso entre individuos de distinto sexo.

Solo existe en todo el mundo un registro similar de aberración del color en un etmoptérido, aunque no por leucismo, sino por albinismo. Se trata de un melgacho linterna (Etmopterus lucifer) capturado igualmente por un buque oceanográfico a la altura del cabo Palliser, en el extremo meridional de la Isla Norte de Nueva Zelanda, en 1984. Era también una hembra de 24,3 cm, y por tanto posiblemente inmadura si nos atenemos a la talla de madurez para las hembras de su especie ―34 cm― que ofrece el trabajo de Ebert et al. (2021).

En las demás familias los registros globales son igualmente muy escasos. Tras un recorrido por la literatura científica sobre albinismo y leucismo en condrictios ―grupo que incluye a los tiburones, rayas y quimeras―, Arronte et al. solo han encontrado 39 casos en tiburones (20 de albinismo, 18 de leucismo y un caso sin especificar), 29 en rayas (14 albinas y 15 leucísticas) y uno, de albinismo, en una quimera. Pensemos que hasta el momento se han descrito en todo el mundo unas 550 especies de tiburones, más de 650 de rayas y 52 de quimeras.
Arriba: Lugar de la captura. Fuente: Arronte et al., Journal of Applied Ichthyology, 2022. Abajo: El buque oceanográfico Miguel Oliver (dichosos los afortunados que han estado a bordo). Foto: MAPA.

¿Por qué tan pocos registros? Hay dos factores que pueden explicar la escasez de registros. El primero y quizás más plausible es que la incidencia de este tipo de trastornos en tiburones y rayas sea posiblemente muy baja. El propio E. spinax asturiano de que hablamos es un buen ejemplo: es el único caso entre los miles de ejemplares observados a lo largo de los muestreos realizados solo en España desde 1983.

El segundo factor es más especulativo. Tiene que ver con las probabilidades de supervivencia que pueden tener los individuos a quienes ha tocado en suerte ir por ahí vestidos de blanco, alertando a posibles presas y llamando la atención de sus potenciales depredadores, que en principio y en buena lógica cabría suponer bastante bajas. Por eso conocemos tan pocos casos: la naturaleza todavía no ha tenido tiempo de eliminarlos. Algunas voces sostienen, en cambio, que las aberraciones del color no tienen un impacto tan negativo en la tasa de supervivencia de los tiburones. Se basan en el hecho de que hay registros de ejemplares albinos y/o leucísticos de buen tamaño, individuos que han podido salir adelante y hacerse mayores sin aparentemente demasiados problemas.

Pero este argumento debería tomarse con cautela. Habría que evaluar cada registro de forma individual, teniendo en cuenta no solo las características de la especie y su posición en la red trófica, sino las particularidades físicas y biológicas del lugar de captura (profundidad, tipo de fondo, abundancia de depredadores, etc.). Cada tiburón utiliza una estrategia particular para comer y no ser comido que viene dada por sus caracteres evolutivos específicos, pero también por las condiciones de la zona en que viven. En 2016 capturaron en Baja California una hembra madura de colayo inflado (Cephaloscyllium ventriosum) con albinismo; medía alrededor de 84 cm (la longitud máxima de la especie es aproximadamente un metro) y se encontraba en un fondo de rocas entre cuyas grietas había podido ocultarse y sobrevivir. Sabemos que esta especie tiene una alimentación variada, a base de pequeños peces y crustáceos que se encuentran con relativa facilidad; lo que no sabemos es la abundancia de sus depredadores naturales en esa zona.

El C. ventriosum posee una característica especial que sería sumamente interesante introducir en la ecuación: se trata de una especie biofluorescente; su piel absorbe un determinado espectro de luz azul y lo devuelve en una longitud de onda visible para sus congéneres (otras criaturas como por ejemplo nosotros mismos, los seres humanos, no podemos captar este brillo a simple vista, necesitamos unas lentes especiales). Esto puede servir para el camuflaje y para la comunicación con sus congéneres. ¿Cómo afecta el albinismo a la fluorescencia? ¿Puede tener efectos en su capacidad de supervivencia y de reproducción? 

Izq. Arriba, colayo inflado mostrando su fluorescencia; abajo, con su color tal como lo apreciamos. Fuente: Gruber et al., Scientific Reports, 2016. Dcha. Arriba, negra con su color natural; abajo, con sus fotóforos "encendidos". Fuente: Mallefet et al., Frontiers in Marine Science, 2021.
Bioluminiscencia y albinismo/leucismo. Relacionado con esto último, sería interesante determinar si el leucismo y el albinismo afectan a la capacidad bioluminiscente de las especies. Porque tal vez no sea casualidad que los dos únicos etmoptéridos registrados en todo el mundo hayan sido ejemplares muy jóvenes: un recién nacido y un inmaduro. Ambos presentaban fotóforos en la piel, pero no se pudo averiguar si eran funcionales o no. Teniendo en cuenta su pequeño tamaño y la importancia que la bioluminiscencia parece tener en el medio en que habitan, ¿podrían haber llegado a mayores en estas condiciones? Y llegado el caso, ¿en qué medida se vería afectada su capacidad para reproducirse, para poder transmitir sus genes a una nueva generación?

Un poco más arriba en la red trófica del fondo, por encima de los pequeños etmoptéridos, se encuentra la negra (Dalatias licha), uno de los grandes depredadores de aguas profundas y el tercer y último tiburón bioluminiscente con trastorno de color de que tenemos noticia ―exacto, otra vez: una negra blancuzca, aunque en este caso blancuzca a cachos―. El individuo en cuestión era un macho parcialmente albino de 90 cm y, según parece, ya maduro, capturado en el 2003 en el mar de Liguria con arrastre de fondo. Ebert et al. (2021) indican que la talla de madurez de los machos se sitúa en torno a los 100 cm, de manera que puede decirse que el bicho acababa de abandonar la adolescencia. Teniendo en cuenta que su especie puede llegar hasta los 182 cm ―es el mayor vertebrado bioluminiscente de la Tierra―, la pregunta es: ¿cuánto podría haber seguido creciendo en esas condiciones sin dejar de ser, como todos los de su especie, un voraz depredador de peces de aguas profundas, incluyendo, por cierto, otros tiburones como los etmoptéridos? ¿Hasta qué punto su posibilidad de supervivencia estaba asegurada?

Conclusiones. Conclusiones se pueden sacar muchas, pero vamos a quedarnos con dos:
     La primera es que los tiburones siguen siendo unas criaturas fascinantes y de extraordinaria belleza de las que queda todavía mucho que aprender.
     La segunda es también obvia: subrayar la vital importancia de las campañas de muestreo e investigación como Demersales y la necesidad de que las administraciones públicas inviertan en investigación. En un país como este, que tradicionalmente ha detestado el conocimiento científico, nunca está de más recordar que el verdadero patriotismo no se demuestra poniéndose banderitas hasta en el trasero y asistiendo a una corrida de toros, sino en apoyar y defender el conocimiento de nuestro medio. La investigación nunca es un gasto, sino una inversión.

Etmopterus spinax. Foto: Espen Rekdal, www.espenrekdal.no.

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¹"Demersales" es el nombre de una campaña multidisciplinar de evaluación de los recursos marinos de la plataforma norte peninsular a cargo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) en colaboración con el Instituto Español de Oceanografía que viene realizándose periódicamente desde el año 1983.
²Julien M. Claes, Dan-Eric Nilsson, Nicolas Straube, Shaun P. Collin, Jérôme Mallefet (2014). Iso-luminance counterillumination drove bioluminescent shark radiation. Scientific Reports, 4: 4328, doi: 10.1038/srep04328.
³David A. Ebert, Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton University Press, Princeton, NJ.
Como curiosidad, el ejemplar en cuestión fue en su momento depositado en el Auckland War Memorial Museum, donde permaneció olvidado durante más de treinta años, hasta que en 2018 una científica, la doctora B. Finucci, visitó este museo para identificar y ordenar los especímenes de la colección de tiburones de aguas profundas. Hay un pequeño reportaje sobre este hallazgo publicado el 22 de abril de 2020 en la página de la NIWA (National Institute of Water and Atmospheric Research): Extremely rare albino shark discovered in Auckland. Véase también la publicación a que ha dado lugar: Brittany Finucci (2020). First record of albinism in the lanternshark family, Etmopteridae. Journal of Fish Biology, 96(6): 1512-15015. https://doi.org/10.1111/jfb.14329.
Edgar E. Becerril-García, Elena Tamburin, Rogelio González-Armas, & Felipe Galván Magaña (2017). First record of albinism in the swell shark, Cephaloscyllium ventriosum (Elasmobranchii: Carcharhiniformes: Scyliorh10.1017/inidae). Acta Ichrhyologica et Piscatoria, 47(2): 201-204. doi: 10.3750/AIEP/02175
David F. Gruber, Ellis R. Loew et al. (2016). Biofluorescence in catsharks (Scyliorhinidae): Fundamental Description and Relevance for Elasmobranch Visual Ecology. Scientific Reports, 6: 24751. doi: 10.1038/srep24751
Jérôme Mallefet, Darren W. Stevens & Laurent Duchatelet (2021). Bioluminiscence of the Largest Luminous Vertebrate, the Kitefin Shark, Dalatias licha: First Insights and Comparative Aspects. Frontiers in Marine Science, 8:633582. doi: 10.3389/fmars.2021.633582
El ejemplar no era albino en su totalidad, sino solo en el 59% de su cuerpo, y sus ojos tenían una pigmentación normal. Sin embargo, los científicos que lo estudiaron prefirieron hablar de "albinismo parcial" y no de leucismo. M. Bottaro, S. Ferrando, L. Gallus, L. Girosi & M. Vacchi (2005). First record of albinism in the deep-water shark Dalatias licha. Marine Biodiversity Records, 1, e10. doi:10.1017/S1755267212001236.

2 comentarios:

  1. Hola, soy el primer autor del artículo. Si quieres más fotos del ejemplar, mándame un correo y te las facilito. Un saludo

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    1. Hola! Muy amable de tu parte. Pues encantado. El correo al que puedes escribir es el que figura en el blog: tiburonesengalicia@blogspot.com
      Un saludo igualmente.

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