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lunes, 31 de enero de 2022

Ataques 2021

Tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Foto: Rodney Fox Great White Shark Expeditions.

El Archivo Internacional de Ataques de Tiburón (ISAF, por sus siglas en inglés) acaba de publicar su informe anual sobre los ataques registrados en todo el mundo durante el pasado año 2021. Aquí tenéis todos los datos.

Los especialistas del ISAF investigaron 137 incidentes, 73 de los cuales fueron considerados ataques no provocados, es decir, aquellos en los que el comportamiento del tiburón no fue provocado por la propia víctima, consciente o inconscientemente, por ejemplo al tratar de tocarlo, darle de comer o realizando pesca submarina. En estos casos se habla de ataques provocados; 39 incidentes entraron en esta categoría.
     De los veinticinco restantes, cuatro resultaron ser simplemente interacciones con embarcaciones y uno un caso de mordeduras post mortem. Hubo cinco casos considerados dudosos, puesto que las heridas casi con toda probabilidad no fueron causadas por tiburones, sino, en tres de ellos, por algún pez óseo, en uno por algún tipo de raya látigo y, en el que queda, parece que el paisano o paisana simplemente se dio contra unas rocas. Quince casos han quedado sin resolver; uno porque es imposible, no hay datos suficientes, y en los otros catorce no puede confirmarse la participación de un tiburón, por lo que han quedado pendientes hasta que alguna autoridad municipal o médica pueda aportar algún dato extra que decante la balanza.
     Vamos a por las cifras.

73 ataques no provocados. Dieciséis más que en 2020. Este incremento rompe una racha de tres años consecutivos de descenso, si bien se mantiene la media anual de estos últimos cinco años. No obstante, los 57 casos del 2020 constituyen una anomalía posiblemente debida al menor número de visitantes a las playas por las restricciones de la pandemia.

9 personas fallecidas. Una menos que en 2019. El Global Shark Attack File, del Shark Research Institute, en cambio, eleva el número hasta diez, al incluir un hombre fallecido en mayo en Jamaica mientras practicaba pesca submarina. La cifra, si bien es similar a la del año pasado, casi dobla la media anual de cinco fatalidades de estos últimos años.
     Solo se conoce la especie implicada en cinco de estos casos (el de California, el de Sudáfrica y los tres de Australia): el tiburón blanco (Carcharodon carcharias).

Distribución de los ataques: De nuevo, los EEUU es el país con el mayor número de ataques no provocados, con un total de 47. Florida es el estado con más casos: 28, que representan el 60% del país y el 38% del total mundial. A gran distancia están los estados de Hawái (seis ataques), Carolina del Sur (cuatro), Carolina del Norte y California (tres cada uno), Georgia (dos) y Maryland (uno). Quienes estáis familiarizados con este tema no os sorprenderá saber que, dentro de Florida, el condado de Volusia ha sido otra vez el "más atacado", con diecisiete incidentes que suponen el 63% del total estatal. Pese a encabezar este ranking tan particular, en los EEUU solo hubo una víctima mortal en todo el año, un trágico suceso ocurrido el 24 de diciembre en California.
     En Australia el ISAF registra doce ataques no provocados, tres de ellos con resultado fatal. En cambio, el Australian Shark Attack File, de la Taronga Conservation Society Australia, recoge diecisiete indicentes: ocho en Nueva Gales del Sur (dos de ellos fatales), seis en Australia Occidental (un fallecido), dos en Victoria y uno en Queensland.
     Tres incidentes se produjeron en Brasil, Nueva Zelanda y Sudáfrica con una víctima mortal en cada país.
     El peor porcentaje se lo lleva Nueva Caledonia: dos ataques y dos muertos. Un tristísimo 100%.
     Por último, Canadá, Ecuador y la Federación de San Cristóbal y Nieves (oficialmente, Saint Kitts and Naevis), en las Antillas, registraron un incidente cada una.

Tipología de las víctimas: Comprensiblemente, dado el elevado número de horas que permanecen en zonas de rompientes frecuentadas por los tiburones, los surfistas y practicantes de otros deportes de tabla han sido el colectivo más expuesto, con un 51% del total de incidentes; y con porcentajes sensiblemente menores los nadadores y bañistas (39%), body surfers (6%) y los practicantes de apnea y snorkel (4%). Este año no se registraron percances con submarinistas.

Porcentaje de personas fallecidas en relación con el número de ataques no provocados registrados desde el 2012. Elaboración propia a partir de los datos suministrados por el ISAF.

CONCLUSIONES

Primera. Los tiburones no son esos asesinos implacables y sanguinarios que nos pintan las películas y una parte de la prensa. Más bien al contrario. Como acabamos de ver, los datos demuestran que estos bichos no tienen particular interés en perseguir y triturar bañistas; las personas les importamos bien poco. Incluso una especie tan peligrosa como el tiburón blanco en modo alguno puede considerarse un animal particularmente cruel o despiadado. Si así fuera, las costas de lugares tan emblemáticos como Australia, Sudáfrica o California enseguida se vaciarían de surfistas... o de surfistas con todas las extremidades en su sitio. Y no es el caso.
     Naturalmente, esto no quiere decir que el gran Carcharodon carcharias sea una especie de osito de peluche al que uno pueda acercarse y acariciar con toda tranquilidad. Es un super depredador y como tal hay que tenerle respeto, tanto por nuestro propio bien como porque se lo merece por ser una de las criaturas más prodigiosas del océano, cuya salud y equilibrio, por cierto, ayuda a mantener. Es bueno para los seres humanos que el mar esté lleno de tiburones.

Segunda. Los asesinos realmente implacables, crueles y sanguinarios somos las personas, tanto hacia nosotros mismos como hacia el resto de las criaturas con quienes compartimos planeta. Llevamos doscientos años contaminando y arrasando los océanos del mundo con una saña que ni el depredador más hambriento y brutal de la naturaleza podría siquiera soñar.
     Y lo más patético es la forma en que empleamos nuestros dones más preciados como especie, la razón y el lenguaje, para justificarnos, para justificar toda esta bárbara destrucción que va incluso contra nuestros propios intereses.

Tercera. Existen 550 especies de tiburones. Tan solo un pequeño puñado puede suponer, por su naturaleza, un peligro para las personas. Osos, lobos, hipopótamos, cocodrilos, vacas, matan muchísima más gente cada año y no nos echamos las manos a la cabeza. ¿Por qué con los tiburones si? Pues porque nos gustan los monstruos: hemos convertido al tiburón en el gran monstruo de nuestro imaginario colectivo y no queremos sacarlo de ahí.

El gran tiburón blanco. Fuente de la imagen, desconocida.

El ser humano mata unos 100 millones de tiburones cada año. Muchas de estas muertes tienen como objetivo suministrar materia prima para elaborar un puñetero plato de sopa que usamos, no para alimentarnos, sino para aparentar un estatus social.

Y luego hablamos de "ataques" de tiburón y del miedo que nos dan. Si es que...

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