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martes, 29 de marzo de 2022

Tiburones para alimentar mascotas

Montaje para arruinar una extraordinaria fotografía de Isaías Cruz, de Mako Pako, realizada en una de sus salidas para la observación de tintoreras en el Cantábrico.

Un trabajo publicado hace pocas semanas¹ ha venido a constatar de qué manera legalmente fraudulenta la carne de tiburón está entrando a formar parte de la comida que damos a nuestras mascotas.

Sus autores analizaron ADN contenido en 45 productos alimenticios para mascotas de dieciséis marcas tan conocidas como Whiskas o Sheba comprados en Singapur. En las etiquetas aparecían nombres genéricos como fish ('pescado'), ocean fish ('pescado oceánico'), white fish ('pescado blanco') o white bait (término que puede referirse a cualquier pez pequeño, desde los chanquetes hasta los alevines de otras especies), y solo en unos pocos casos se ofrecían nombres más concretos como "salmón", "atún" o "sardinas". En ninguna parte aparecía la palabra "tiburón".

Pues bien, los resultados son sorprendentes y descorazonadores. El 31% de las 144 muestras analizadas (45) contenían ADN de tiburón y, por encima, en su mayoría de especies amenazadas. Observad el siguiente cuadro, en el que he puesto una rica selección de alimentos húmedos para gatos:

Elaboración propia a partir de French & Wright (2022), Frontiers in Marine Science.

Carcharhinus es, de largo, el género más abundante en todas las muestras. La pena es que el nivel de deterioro del ADN por el procesado de los productos haya impedido a los científicos llegar hasta el nivel de especie. Pero para que el lector se haga una pequeña idea del desastre, baste decir que a este género pertenecen tiburones tan emblemáticos y amenazados como el jaquetón oceánico de puntas blancas (C. longimanus), el cobrizo (C. brachyurus) o el jaquetón de Milberto (C. plumbeus), entre muchos otros.

De las nueve especies que pudieron ser identificadas la más frecuente en las muestras fue la tintorera (Prionace glauca), seguida del jaquetón sedoso (Carcharhinus falciformis) y del tiburón coralino de puntas blancas (Triaenodon obesus). Y unos puestos más abajo, la desagradable sorpresa del tiburón toro (Carcharias taurus).

Y puesto que algunos nombres, tanto comunes como científicos, a muchos no nos dicen nada («¿"Comadreja segadora"? ¿Qué carallo es eso?»), aquí tenéis las fotos de los "peces oceánicos", "pescados blancos", "atunes", "salmones", "chanquetes", "atunes con gambas", "caballas", etc. que los científicos han encontrado en las latas de irresistible pienso para mininos:

Especies en peligro. Solo dos de las especies identificadas no se encuentran, de momento, amenazadas: el tiburón narigón (Loxodon macrorhinus) y el tiburón hocicudo gris (Rhizoprionodon oligolinx). 

La tintorera figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Casi amenazada a nivel global y En peligro crítico en el Mediterráneo; y se constata que sus poblaciones mundiales están cayendo en picado. Caso similar al del tiburón rabo manchado (Carcharhinus sorrah). Con el estatus de Vulnerable se encuentran el jaquetón sedoso, el tiburón coralino de puntas blancas, el tiburón de playa (Rhizoprionodon porosus) y la comadreja segadora (Hemigaleus microstoma), con sus poblaciones igualmente en descenso.

El tiburón toro, sin embargo, no aparece como Vulnerable en la Lista Roja, como erróneamente señalan los autores en el cuadro de abajo, sino En peligro crítico en casi todas sus poblaciones mundiales, que están en caída libre, salvo la de Australia Occidental, que parece estabilizada y por tanto figura como Casi amenazada².

Fuente: French & Wright (2022), Frontiers in Marine Science.

Pero todo esto no es nuevo. En 2019 se publicaron los resultados de un estudio de signo parecido³ llevado a cabo en los EEUU. Su autor analizó 87 tipos de piensos para mascotas y, con la tecnología de secuenciación de ADN entonces disponible, logró identificar el género y especie del 33% de las muestras (un total de 29), de las cuales 21 resultaron ser de tiburón. Lo tremendo es que en su inmensa mayoría (n=17, o sea, el 71%) eran de marrajo (Isurus oxyrinchus), tres de algún tipo de carcharhínido (Carcharhinus spp.) y otra de algún Carcharhinus del complejo puntas negras (C. limbatus, C. amblyrhinchoides, C. leiodon o C. tilstoni).
     Es una lástima que el autor no haya incluido referencia alguna de los productos que pudo analizar: marca, etiquetado, etc.

El marrajo es una de las especies oceánicas con menor productividad y mayores niveles de sobreexplotación (de ahí que hace poco se haya incluido al fin en el Apéndice II del CITES, tras el fracaso del ICCAT en su gestión de las poblaciones del Atlántico N) y figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Casi amenazado, al igual que el tiburón grácil (C. amblyrhinchoides) y el jaquetón manchado (C. limbatus). C. leiodon se encuentra En peligro y solo C. tilstoni está considerado como Preocupación menor.

También en cosméticos. Cardeñosa analizó igualmente el ADN presente en 24 productos de belleza de 15 marcas distintas en cuyas etiquetas figuraba el escualeno, si bien sin indicar su procedencia: animal (tiburones) o vegetal. El complejo procesado de estos productos degrada el ADN y dificulta extraordinariamente su secuenciación. Pese a todo, se logró obtener secuencias de tres muestras (el 12,5%) e identificar su procedencia: una era de tintorera, otra de algún Carcharhinus del complejo puntas negras y la tercera de uno de los tiburones martillo más amenazados, la cornuda común (Sphyrna lewini), que se encuentra En peligro crítico. Qué os parece.

¿Por qué hay tiburones en la comida de mis mascotas? La respuesta parece obvia: pues porque se pescan tiburones, muchísimos tiburones, aunque no exactamente para darles de comer a tu perro o a tu gato.
     El desmesurado aumento de la demanda de productos derivados del tiburón, en particular la aleta y, a cierta distancia, el escualeno, sobre todo en estas últimas décadas, se ha traducido en un potente incremento de su pesca, legal e ilegal. Más de 100 millones de tiburones se capturan cada año en el mundo en una estimación conservadora.

El hecho de que la carne de tintorera y de jaquetón sedoso sea la más frecuente en las latas de comida para gatos y sus aletas las más abundantes en los grandes mercados asiáticos como Hong Kong no es una coincidencia. Lo que ocurre es obvio: a estos y muchos otros tiburones se les arrancan las aletas y lo que sobra se intenta comercializar como sea: el hígado para cosméticos (si vale la pena), la carne para consumo humano (si alguien se la quiere comer y/o si merece la pena el esfuerzo de cortar al bicho en filetes) o animal. Y si nadie lo quiere se tira y listo.

¿Por qué habría de importarnos que haya tiburón en la comida de la gata Isidora o del perrito Rex? Algunas voces no ven mayor problema en esto, mientras sea una actividad legal. Argumentan que es una forma de aprovechar lo que de otro modo se acabaría desperdiciando de mala manera.
     A mucha otra gente, en cambio, el tema sí que nos importa, y bastante. La cuestión esencial es el derecho a disponer de una información completa y veraz que nos permita tomar nuestras propias decisiones como consumidores, un derecho que las autoridades y organismos públicos competentes (?) deberían garantizarnos obligando a los fabricantes a un etiquetado correcto de sus productos.
     Por un lado, nos gustaría poder decidir si deseamos seguir permitiendo que unos cuantos desalmados ganen un dinero extra a nuestra costa dándonos gato por liebre con la complicidad de nuestros representantes políticos.

Por el otro, y lo más importante, nos gustaría tener la posibilidad de decidir si deseamos seguir participando, siquiera de modo marginal, en el sanguinario proceso que está destruyendo los ecosistemas marinos de todo el planeta privándolos de una de las piezas fundamentales sobre los que se sostienen: sus depredadores. No deseamos entregar ni un solo céntimo de nuestros bolsillos a quienes están arruinando el océano. Una decisión ética que no se nos está permitiendo tomar porque se nos sustrae información.

Cuánto más bonitas están en el mar que troceadas en el plato de Micifuz. (Foto: Toño Maño).

Se calcula que las poblaciones de tiburones y rayas oceánicos han caído en un 71% a lo largo de los últimos 50 años debido al aumento de la presión pesquera, que se ha multiplicado por 18. La consecuencia es que tres cuartas partes de este grupo de especies se encuentran en peligro de extinción. 

La situación de los tiburones que viven más próximos a nosotros, en nuestras costas y arrecifes, no es mejor. Un trabajo publicado en 2020 recogía el resultado de más de 15 000 horas de grabación de cámaras submarinas depositadas en 371 arrecifes de 58 países con el objetivo de medir el impacto de la pesca. Pues bien: en casi el 20% de los arrecifes no lograron filmar ni un solo tiburón.

Cada vez son más las personas en todo el mundo que no desean ser cómplices de toda esta bárbara destrucción, que quieren que los tiburones permanezcan en el mar, vivos, y no en sus platos o en los cacharros de sus mascotas. Y sus gestos y decisiones cuentan muchísimo, son fundamentales para cambiar las cosas. La presión de los consumidores informados, gracias a la impagable labor de organizaciones como Oceana o Bloom, está logrando que grandes corporaciones como Unilever o L'Oréal hayan sentido la necesidad de anunciar que sus productos utilizan exclusivamente escualeno de origen vegetal, aun siendo más caro de producir. Si mienten o no nos dicen toda la verdad, no lo sabemos, pero son gestos que hablan por si solos.

Los trabajos mencionados no son más que aproximaciones al problema, lastradas por las limitaciones técnicas de los sistemas de análisis. A medida que se vayan incorporando mejoras en los sistemas de secuenciación del ADN, que permitirán identificar más especies, iremos conociendo la verdadera dimensión del drama. Este tipo de estudios son más necesarios que nunca y deberían extenderse también a Europa. Seguro que nos sorprenderíamos todavía más.

Estremece saber cómo hemos llegado a convertir unas extraordinarias y bellísimas criaturas que llevan millones de años controlando la salud de los océanos de la Tierra en pienso para gatos y chuchos. 

Somos una especie de lo más inteligente.

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¹Ian French & Benjamin J. Wainwright (2022). DNA Barcoding Identifies Endangered Sharks in Pet Food Sold in Singapore. Frontiers in Marine Science 9, 836941. https://doi.org/10.3389/fmars.2022.836941

²The IUCN Red List of Threatened Species, Version 2021-3. <https://www.iucnredlist.org>, consultada el 25 de marzo de 2022.

³Diego Cardeñosa (2019). Genetic identification of threatened shark species in pet food and beauty care products. Conservation Genetics 20, 1383-1387. https://doi.org/10.1007/s10592-019-01221-0

El asunto del escualeno en la industria cosmética es una tragedia que se está ensañando con sanguinario énfasis con las poblaciones de tiburones de aguas profundas (tremendamente sensibles a la pesca debido a su bajísima tasa reproductiva) de todos los océanos del mundo, sobre todo en aquellas áreas donde la vigilancia es poca o nula: Índico, Atlántico SE, etc., donde las flotas arrasan una zona y pasan impunemente a la siguiente. Pero este es un tema demasiado extenso y complejo para tratarlo aquí.

El trabajo de campo se desarrolló a lo largo de cuatro años en arrecifes del Atlántico occidental, el Índico occidental, el Indo-Pacífico y el Pacífico, en cada uno de los cuales instalaron entre 30 y 100 cámaras submarinas con cebo. Véase M. Aaron MacNeil, Demian D. Chapman, Michelle Heuper et al. (2020). Global status and conservation potential of reef sharks. Nature 583, 801-806. https://doi.org/10.1038/s41586-020-2519-y

Véase, por ejemplo, The hideous price of beauty: Cosmetics industry drives deep-sea shark extinctions, de la Asociación Bloom; y There might be shark in your sunscreen, un reportaje de National Geographic.

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