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jueves, 7 de julio de 2022

Solrayo (Odontaspis ferox)

Odontaspis ferox fotografiado en El Hierro. Foto de Francis Pérez tomada de verdeyazul.diarioinformación.com

Solrayo

Odontaspis ferox (Risso, 1810)

(es. Solrayo, sarda; gal. Solraio, tiburón de area; port. Tubarão-areia; in. Smalltooth sandtiger.)

Orden: Lamniformes

Familia: Odontaspididae

El solrayo es un tiburón tan impresionante como enigmático. Tiene un buen tamaño y está dotado de una gran boca repleta de dientes formidables, bien largos y visibles, que le confieren ese aspecto de criatura salvaje y despiadada que su nombre científico parece querer reflejar. El significado del adjetivo latino ferox es evidente, mientras que el nombre genérico es un compuesto de las voces griegas odontos 'diente' y aspis 'víbora, cobra'. El binomio puede traducirse como "feroz dientes de víbora". Sin embargo, la realidad es que el Odontaspis es un animal tranquilo y pachorrón que va a lo suyo recorriendo lentamente el fondo del océano lejos del ser humano, por el que, las pocas veces que se lo encuentra, no siente demasiado interés. Ni para un pincho.
Aunque se encuentra en casi todo el mundo, sus apariciones son escasas, esporádicas y, salvo excepciones, impredecibles... o absolutamente inesperadas y sorprendentes, como la del pasado dos de junio de 2022, cuando vimos al solrayo por primera vez en Galicia: una hembra de 336 cm que terminó varada en Vilanova de Arousa [Primera cita del solrayo (Odontaspis ferox) en Galicia]. En muy pocas zonas del planeta su presencia puede ser relativamente predecible: la isla de Malpelo (particularmente en el monte submarino conocido como Bajo del Monstruo), en Colombia, la isla del Hierro desde hace unos años, la zona conocida como "Shark Point", frente a Beirut (Líbano), las islas Kermadec, en Nueva Zelanda, etc.; casi todas tienen en común un sustrato de roca en pendiente pronunciada hacia aguas profundas. El bajo número de registros explica por qué sabemos tan poco de él. Cada nuevo registro añade una pequeña (y valiosa) pieza en el conocimiento de su distribución y, con suerte, de sus costumbres y biología. Por eso los científicos se ven obligados a rellenar los abundantes huecos del puzzle mediante deducciones a partir de su forma y estructura corporal (dientes, aletas, hígado), sus contenidos estomacales y, no pocas veces, mediante inferencias a partir de una especie de su misma familia, mucho más familiar y mejor conocida para nosotros, el tiburón toro (Carcharias taurus).

Foto: NOAA Okeanos Explorer.
Descripción. El solrayo tiene un cuerpo robusto, largo y cilíndrico rematado en un morro cónico y bulboso, ligeramente aplanado dorsoventralmente, que se extiende sobre una boca grande dotada de largos dientes claramente visibles. Los ojos, no muy grandes, carecen de membrana nictitante, como todos los lamniformes. Los espiráculos son muy pequeños y están situados detrás de los ojos, aunque a bastante distancia, en la vertical de la comisura bucal.
     La primera dorsal, de forma triangular, se origina sobre el margen interno de las pectorales; la segunda, claramente más pequeña, está situada en posición más adelantada que la anal, cerca de la axila de las aletas pélvicas. Las aletas pectorales son cortas y anchas, con forma trapezoidal y los márgenes casi rectos. La aleta anal es grande, aunque no tanto como la segunda dorsal. Cola heterocerca, larga y abatida.
Hembra tal vez preñada. Foto: NOAA Okeanos Explorer 2016.

El color suele ser de un gris terroso uniforme, a veces con tonos oliváceos, de parduzco a rojizo, aclarándose en los costados y la superficie ventral. Posiblemente de aquí le viene el nombre. La palabra solrayo procede del catalán solraig, una probable disimilación de la voz solroig 'rojo como el sol'¹. Algunos ejemplares pueden presentar grandes manchas rojo oscuro dispersas por el cuerpo.

Dentición. Los dientes son similares en ambas mandíbulas. Constan de una cúspide muy alta y estrecha flanqueada por uno o dos pares de cuspidillas secundarias. Los dos dientes centrales superiores son muy altos y van precedidos de un sinfisario diminuto y seguidos por entre tres y cinco dientes intermedios mucho más pequeños (indicados con flechas en la fotografía inferior derecha). Presenta entre 46-56 hileras en la mandíbula superior y entre 34-48 en la inferior.
Izq. Foto: Ian Merrington tomada de la página del Australian Museum. Centro. Arriba, diente central superior; abajo, diente lateral de la mandíbula inferior. Foto tomada de Tavares, Sánchez & Briceño (2019)². Dcha. Foto tomada de Kabasakal & Bayri (2019)³.

Talla. Al nacer miden alrededor de 100-110 cm. La talla máxima que encontramos en la mayor parte de la literatura científica son los 450 cm alcanzados por una hembra. Sin embargo, Kukuev & Batal'yants (2019) informan de la captura, en diciembre de 1985, de una hembra de 520 cm cerca del extremo meridional de Walvis Ridge, en el Atlántico SE, a 800 m de profundidad. En cuanto a los machos, el mayor registrado medía 344 cm. 
     Los machos maduran en torno a los 200-250 cm y las hembras hacia los 300-350 cm.

Reproducción. Aparte de que es vivíparo aplacentario como todos los lamniformes, es muy poco lo que se sabe de la biología reproduciva del solrayo dado que se han podido observar muy pocas hembras maduras y ninguna preñada. Una hembra capturada en el mar de Cortés (California) tenía su útero derecho repleto de centenares de pequeños huevos, lo que hace pensar que los embriones practican oofagia, si bien es imposible saber si luego se devoran los unos a los otros (adelfofagia) hasta dar lugar a camadas bajas de un embrión por útero, como hacen los nenés de su pariente el tiburón toro. Por lo demás, nada conocemos de su ciclo reproductivo, que se conjetura puede ser similar o más largo que el del C. taurus, que tiene un periodo de gestación de 9-12 meses con posiblemente un año de descanso entre medias; es decir, como mucho dos crías cada dos años.
     Las capturas de ejemplares neonatos o muy jóvenes, de menos de 150 cm de longitud, se han producido a profundidades mayores de 200 m, con lo que se especula que o bien los partos tienen lugar en aguas profundas, o bien los neonatos se desplazan enseguida hacia las profundidades posiblemente con una doble finalidad: evitar a los grandes depredadores como el jaquetón toro (Carcharhinus leucas) o el tiburón blanco (Carcharodon carcharias) y, tal como atestiguan los contenidos estomacales analizados, alimentarse a gusto de peces, cefalópodos y crustáceos del fondo con poca competencia por parte de otros tiburones.
     Desde hace unos años se están observando hembras adultas tal vez grávidas, a juzgar por sus vientres distendidos y su falta de comportamiento alimentario, en varios puntos de las Canarias, en particular en aguas superficiales (1-20 m) del área marina protegida de Punta de la Restinga-Mar de las Calmas, en la isla del Hierro, lo que podría ser un indicio de filopatría: tal vez estas hembras hayan elegido estas áreas de las Afortunadas para dar a luz.
     Las observaciones históricas de ejemplares adultos con cicatrices de apareamiento más o menos recientes hacen pensar que lo que los norteamericanos llaman golfo del Atlántico Sur (South Atlantic Bight), puede ser una zona de apareamiento para esta especie. Del otro lado del continente, se capturó un macho en el mar de Cortés que tenía los pterigópodos hinchados y enrojecidos, evidencia de una cópula reciente.

Una de las hembras posiblemente preñadas, a juzgar por su voluminoso vientre, que ha estado visitando la isa del Hierro. Foto: José Chamorro.
Dieta. Peces medianos a pequeños, incluyendo otros tiburones y rayas, cefalópodos y crustáceos. Una hembra capturada en Nueva Zelanda llevaba una espina de quimera clavada en su mandíbula inferior. La presa de mayor tamaño que se le conoce es un tiburón de profundidad, una negra (Dalatias licha) de 130 cm hallada en los contenidos estomacales de un macho de 290 cm en Nueva Caledonia.
     Los dientes del solrayo son más pequeños y menos robustos que los del tiburón toro y los laterales están menos adaptados para cortar, lo que hace pensar en una especialización para presas más pequeñas, menos activas y más blandas.

Depredador o presa. No se han encontrado restos de solrayo en los contenidos estomacales de otros depredadores... grandes, porque con los pequeños ya es otro cantar. Dejando aparte los parásitos, el único caso conocido de ataque sobre un solrayo adulto fue de un tiburón cigarro (Isistius sp., quizá I. brasiliensis): una hembra capturada en Fuerteventura presentaba la inconfundible herida en forma de cráter en su costado derecho, detrás de la 5ª abertura branquial. Aunque esto no debería sorprendernos, habida cuenta de cómo se las gasta este pequeño y puñetero tiburoncito; un milhomes, que diríamos en Galicia, con muy mala leche que se atreve incluso con el mismísimo tiburón blanco [véase Cuando el pez chico ataca al pez grande]. En aguas de Beirut pudieron fotografiar a otra hembra que tenía un agujero circular del tamaño de una pelota de tenis en su primera dorsal, otra herida típica causada en este caso por un pariente del Isistius, miembro de su misma familia, una negra (Dalatias licha).

Comportamiento. Es un nadador activo, solitario o formando pequeños grupos. Suele observarse nadando cerca del fondo siguiendo las laderas y paredes de su geografía. Dado que habita en aguas más profundas que su pariente el tiburón toro, no parece probable que controle su flotabilidad tragando aire, como hace este. Posiblemente el principal órgano hidrostático es su enorme hígado rico en aceites contenido en una cavidad corporal más grande.
     No es una especie agresiva ni peligrosa. Puede acercarse lentamente a los afortunados buceadores que se lo han encontrado y luego alejarse tranquilamente. Se le ha visto detenerse, abrir la boca, pegar un giro de 180º y dar una vigorosa sacudida con la cola, tal vez como una reacción agonística no agresiva.
     En Nueva Zelanda se le ha intentado mantener en acuarios, como el tiburón toro, pero sobrevive poco tiempo en cautividad.

Izq. Hembra de 336 cm aparecida en Vilanova el 2 junio pasado (foto: Toño Maño). Dcha. Hembra de 520 cm capturada al sur de Walvis Ridge (fuente: Kukuev & Batal'yants, 2019).

Hábitat y distribución. El solrayo es un tiburón demersal. Habita cerca del fondo en zonas de fango, arena y arrecifes rocosos entre los 10-883 m, aunque es más habitual a profundidades inferiores a los 300 m. En el trabajo citado, Barría et al. (2016) extienden la distribución vertical hasta casi la superificie (profundidad de 1 m)  a partir de sus observaciones en el Hierro, mientras que Ebert, Dando & Fowler (2021)¹⁰ lo hacen hacia el otro extremo, hasta los 1015 m.
     En el Atlántico NW las capturas y observaciones en aguas profundas se han producido en las proximidades de arrecifes de Lophelia. Suele observarse asociado a hondonadas y cañones submarinos escarpados.
     A juzgar por un número de capturas en aguas intermedias, parece que adopta hábitos epipelágicos en tramos oceánicos de 2000-4000 m de profundidad y se cree que puede recorrer grandes distancias a lo largo de cordilleras submarinas o siguiendo sistemas de islas y cañones submarinos como marcas de un camino.

Elaboración propia a partir de Ebert, Dando & Fowler (2021), Ebert & Stehmann (2013), Ferguson, Graham & Compagno (2008), Higgs et al. (2022), Kukuev & Batal'yants (2019), Long et al. (2014)¹¹ y Tavares, Sánchez & Briceño (2019). Incluye los tres registros más recientes en las islas británicas.
Distribución mundial aunque aparentemente discontinua, considerando el bajo y localizado número de registros, en la plataforma y talud superior continental e insular en las aguas templadas y cálidas de casi todos los océanos del mundo, salvo los helados. Sus capturas se han producido en un amplio rango de temperaturas que va desde los 6ºC hasta por encima de los 20ºC.
     Es posible que, tal como ha ocurrido con otros tiburones de profundidad, todos estos registros aparentemente aislados acaben revelándose como parte de una distribución continua y más amplia a medida que vayamos sumando más observaciones¹¹.
     En el Atlántico NE la zona de mayor concentración de registros es el archipiélago de las Azores¹², todos ellos capturas accidentales muy esporádicas. En aguas europeas la presencia del Odontaspis se limita a cinco ejemplares, contando el nuestro de hace un mes. Si bien la literatura científica recoge tan solo las capturas de dos machos muy jóvenes: un ejemplar de 141 cm capturado en 1931 más o menos en el borde continental a la altura de La Rochelle, en torno a los 46ºN, 4ºW, que constituye, en principio, su registro más septentrional, y otro de 121 cm capturado en 1970 en algún lugar sin especificar de la costa cantábrica española.
     Sin embargo, existen testimonios y fotografías de otros dos ejemplares en la costa francesa. El primero es un macho de unos 250 cm y entre 200-300 kg que en agosto de 2012 apareció varado en una playa de Agon-Coutainville (Normandía), a la entrada del Canal de la Mancha. Según comenta la prensa, fue devuelto al mar con vida antes de que un biólogo in situ pudiese confirmar su identidad. Ebert & Stehmann (2013)¹³ despachan esta noticia así: "In 2012, a dead Odontaspis sp., presumably this species was washed ashore on the coast of Normandy (western English Channel), but no living individuals have been reported this far north". Al año siguiente, en septiembre de 2013 una hembra de 324 cm y 220 kg apareció muerta en la playa de Pénestin, en el sur de la Bretaña francesa. Si existe una comunicación científica (en las fotos se observa que el ejemplar fue medido y pesado por biólogos), no he sabido encontrarla.
Izq. Normandía, 2012 (fuente: Sharkyear Magazine). Dcha. Pénestin, Bretaña (fuente: thelocal.fr).

Y por último, entre marzo y mayo de 2023, en apenas dos semanas, nada menos que tres ejemplares aparecieron muertos en las islas británicas: dos en el sur de inglaterra (en Dorset y en el Solent) y uno en las costa SE de Irlanda, que se convierte así en el registro más septentrional de la especie. Un hecho tan extraordinario como sumamente preocupante [más detalles en Odontaspis ferox en las islas británicas].

Pesca y conservación. Sin interés comercial. Se captura accidentalmente sobre todo con artes de fondo como el palangre y el arrastre y suele descartarse. Su carne es poco apreciada, "incluso en Japón", tal como deja caer Juan Antonio Moreno¹⁴ —no sin cierto punto de humor—, aunque no así su hígado, grande y rico en escualeno, y por supuesto sus aletas.
     El bajo número de registros parece indicar que no es una especie muy abundante, lo que unido a una baja tasa reproductiva hace que este tiburón sea particularmente vulnerable a la pesca. Y mucho más teniendo en cuenta el incremento de la presión pesquera en aguas profundas tras agotar los recursos de aguas más superficiales. La supervivencia de este tiburón al terrible trauma de una captura a esa profundidad es muy escasa. Aunque se le devuelva al mar con vida, lo más probable es que no dure mucho. Y por encima en muchas áreas del planeta lo estamos dejando sin comida.
     A todo esto hay que añadir la pesca ilegal de tiburones, incontrolable y parece que cada vez más desmedida, para seguir suministrando aleta a los malditos mercados asiáticos. Se capturan tiburones en las zonas más remotas del planeta, sobre todo en islas oceánicas tan importantes para esta y otras especies, incluso dentro o en las cercanías de santuarios marinos como Malpelo. Están acabando con todo. No puede extrañar que se hayan constatado importantes descensos generales de sus poblaciones en todo el mundo.

En fin. El Odontaspis ferox aparece en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Vulnerable a nivel global, pero En peligro crítico para las poblaciones europeas y mediterráneas

En Malpelo. Foto de Andy Murch, sharksandrays.com


👉ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN, VIERNES 12 DE MAYO DE 2023.

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NOTAS

¹Véase Diccionario del castellano del siglo XV en la Corona de Aragón (DiCCA XV), del Grup d'història i contacte de llengües de la Universidad de Barcelona. Como curiosidad, la primera documentación de la voz "solrayo" es del año 1423 en la Corona de Aragón.  
²Rafael Tavares, Leonardo Sánchez & José Manuel Briceño (2019). First record of the ragged-tooth shark, Odontaspis ferox (Risso, 1810), in the Venezuelan Caribbean. Marine Biodiversity Records, 12:20. https://doi.org/10.1186/s41200-019-0179-0. 
³Hakan Kabasakal & Erdi Bayri (2019). Notes on the occurrence of smalltooth sandtiger shark, Odontaspis ferox (Lamniformes: Odontaspididae) from Antalya Bay, eastern Mediterranean, Turkey. Journal of the Black Sea/Mediterranean Environment, 25 (2): 166-171. 
Kukuev, E. I. & K. Ya. Batal'yants (2019). Catching of a Large Specimen of Smalltooth Sand Tiger Odontaspis ferox (Odontaspididae) near the Southern Part of Walvis Ridge (Southeastern Atlantic). Journal of Ichthyology, 59 (1): 120-122. 
Leonard J. V. Compagno (2002). Sharks of the World. Volume 2: Bullhead, Mackerel and Carpet Sharks (Heterodontiformes, Lamniformes and Orectolobiformes). FAO, Roma.
Resumen de la cuestión en K. J. Graham, Pollard, D.A., Gordon, I., Williams, S., Flaherty, A.A., Fergusson, I. & Dicken, M. 2016. Odontaspis ferox (errata version published in 2016). The IUCN Red List of Threatened Species 2016: e.T41876A103433002. https://dx.doi.org/10.2305/IUCN.UK.2016-1.RLTS.T41876A2957320.en. Visitado el 5 de julio de 2022.
Ian K. Ferguson, Ken J. Graham & Leonard J. V. Compagno (2008). Distribution, abundance and biology of the smalltooth sandtiger shark Odontaspis ferox (Risso, 1810) (Lamniformes: Odontaspididae). Environmental Biology of Fishes, 81: 207-228. doi:10.1007/s10641-007-9193-x
Claudio Barría, A. I. Colmenero, A. del Rosario & F. del Rosario (2016). Occurrence of the vulnerable smalltooth sand tiger shark, Odontaspis ferox, in the Canary Islands, first evidence of philopatry. Journal of Applied Ichthyology, 00:1-3. https://doi.org/10.1111/jai.13644
Jeremy M. Higgs, Eric R. Hoffmayer, William B. Driggers III, Christian M. Jones & Jill M. Hendon (2022). New records of the ragged-tooth shark, Odontaspis ferox, from the western North Atlantic Ocean, with a summary of regional occurrences. Bulletin of Marine Science, 98 (2): 155-164. https://doi.org/10.5343/bms.2021.0045
¹David A. Ebert, Marc Dando & Sarah Fowler (2021). Sharks of the World: A Complete Guide. Princeton University Press, Princeton, NJ.
¹¹Douglas J. Long, Enric Sala, Enric Ballesteros et al. (2014). Summary of South American records of the smalltooth sandtiger shark Odontaspis ferox (Chondrichthyes: Odontaspidae), with the first record from Chilean waters. Marine Biodiversity Records, 7; e67. doi: 10.1017/S1755267214000700
¹²Luís M. D. Barcelos, José M. N. Azevedo, Jürgen Pollerspöck & João P. Barreiros (2018). Review of the records of the smalltooth sand tiger shark, Odontaspis ferox (Elasmobranchii: Lamniformes: Odontaspididae), in the Azores. Acta Ichthyologica et Piscatoria, 48 (2): 189-194. doi:10.3750/AIEP/02436
¹³David A. Ebert, Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma.
¹⁴Juan A. Moreno (1995). Guía de los tiburones de aguas ibéricas, Atlántico Nororiental y Mediterráneo. Pirámide, Madrid.

4 comentarios:

  1. Un tiburón precioso, intenté verlo en el Hierro pero no hubo suerte. Genial artículo, como siempre. Un abrazo!

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    1. Qué pena que no hayas podido verlo. Pero ¿sabes si siguen apareciendo ejemplares por allí?
      Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo igualmente, y suerte para la próxima. Ojalá podamos ver pronto vuestras fotos de Odontapis ;)

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    2. La última vez que fui hace un año ya me comentaron que no las habían vuelto a ver, creo recordar que llegaban hembras embarazadas por el mes de Agosto. Sin duda debe ser increíble verlas allí.

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    3. Debe de ser alucinante verlas ahí bajo el agua, en efecto. Si vuelves a tener alguna otra noticia sobre el tema puedes ponerla aquí. Un saludo y suerte.

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